viernes, 9 de marzo de 2018

¡Sastrería Comisión Central Electoral UASD!



Neo Carmona

Doctor Enerio Rodríguez Arias,
presidente Comisión Central Electoral UASD
En el año 2014, cuando las actuales autoridades asumieron la dirección de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), ya habían quedado debidamente establecidos en la reforma al Estatuto Orgánico los requisitos a cumplir para optar por los diferentes cargos electivos en la universidad, incluyendo, naturalmente, para poder aspirar a director o directora de escuela. 

En ese sentido, el artículo 63 del Estatuto Orgánico vigente de nuestra Universidad Primada de América es claro y preciso, no deja lugar a la más mínima duda:

"Habrá un Director/a por cada Escuela. Para ser Director/a de una Escuela es indispensable ser dominicano, mayor de edad, estar en pleno ejercicio de los derechos civiles y políticos, ser profesor en servicio activo, haber desempeñado en la facultad, por el tiempo que indiquen los reglamentos, alguna de las siguientes funciones: Coordinador/a de cátedra o Director/a de la Oficina de Planificación Sectorial (OPLASE) o Encargado/a de Posgrado o Director/a de Investigación o Director/a de algún Instituto, habiendo llegado a ella por elección o por concurso y cumplir, además, con los requisitos mínimos siguientes: tener al menos el grado de maestría o su equivalente y tener un mínimo de 7 años en la carrera Académica".

¿Qué significa esto?

Significa que del año 2014 a la fecha han pasado exactamente cuatro años, tiempo más que suficiente para que los y las interesados e interesadas en ser directores de escuelas para el periodo 2018-2022, cumplieran con los requisitos que el Estatuto Orgánico vigente estipula, incluyendo los concursos correspondientes que les habilitaría para poder aspirar sin problemas a dirigir sus respectivas escuelas.

¿Qué pasó entonces?

Pasó que, por ejemplo, un coordinador de cátedra gana 10,000 pesos y que tenemos unos y unas turpenes que prefirieron mejor optar por un puesto de dirección nombrado de dedo, con sueldos que van desde 60, 80 y hasta más de 100 mil pesos (¿haciendo qué? ¡vaya usted a saber!), y que ahora pretenden, con el amparo ilegal y vergonzoso de la Comisión Central Electoral, violentar el Estatuto Orgánico vigente y también pasarle por encima a los y las maestros y maestras que tienen cuatro años y más haciendo carrera académica, vale decir mal remunerados, para cumplir con los requisitos que ordena el Estatuto Orgánico vigente.

¿Tiene la Comisión Central Electoral facultad para modificar los requisitos para ser director/a de escuela?

¡No, no la tiene!

¿Puede la Comisión Central Electoral modificar el Estatuto Orgánico?

¡No, no puede!

¿Puede la Comisión Central Electoral tomarse las atribuciones del Claustro Mayor que reformó el Estatuto Orgánico y aprobó los requisitos para ser director/a de escuela y que, de acuerdo al propio Estatuto, entran en vigencia para las elecciones posteriores al 2014, es decir, para las venideras del 2018?

¡No, no puede!

¿Puede la Comisión Central Electoral tomarse las atribuciones del Claustro Menor e introducir en el Estatuto Orgánico los cambios que precisamente ese superior organismo de nuestra universidad rechazó, junto a otras modificaciones, el año pasado?

¡No, no puede! ¡De por Dios!

¿Es papel de la Comisión Central Electoral "garantizar derechos" haciendo trajes a la medida, cuan sastrería, para validar candidaturas en franca violación al Estatuto Orgánico vigente, usurpando funciones de los Claustros Mayor y Menor y llevándose de cuajo lo poco que queda institucionalidad en la UASD?

¡No, no lo es!

Entonces, ¿cuál es el papel de la Comisión Central Electoral?

Única y sencillamente, cumplir y hacer cumplir el Estatuto Orgánico vigente, que es más que claro sobre quienes pueden y no ser directores de escuela.

Permitirle semejante aberración a la Comisión Central Electoral, aceptar como bueno y valido e indiferentes que pueda modificar el Estatuto Orgánico (¿por presiones? ¿de quién? ¿por qué?) por encima de los Claustros Mayor y Menor y agregar propuestas, incluso, rechazadas por estos superiores organismos, es enterrar de manera definitiva la institucionalidad y el futuro de la academia.

El asunto es tan serio, pero tan serio, que están en juego los resultados de las próximas elecciones pues, si el árbitro está parcializado (¿por presiones? ¿de quién? ¿por qué?) y por encima del Estatuto Orgánico y puede decidir a conveniencia de unos pocos y en detrimento de la mayoría, entonces estamos jodidos y será el caos.

¿Es a eso que se juega?

Sepan que no se lo vamos a permitir.

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