jueves, 27 de abril de 2023

Rey Juan Carlos tiene una hija secreta llamada Alejandra de una relación con una aristócrata

 

Los periodistas José María Olmo y David Fernández publican ‘King Corp.’ (Libros del K.O.), una obra de investigación que desvela activos, negocios, amistades y hasta una hija secreta del Rey emérito. Esta es la prepublicación de un capítulo

Foto: El rey Juan Carlos, el pasado 20 de abril, a bordo del Bribón, en Sanxenxo. (EFE/Lavandeira)
El rey Juan Carlos, el pasado 20 de abril, a bordo del Bribón, en Sanxenxo

El mayor secreto que la familia real ha ocultado a la sociedad española es que, después de que nacieran la infanta Elena (1963), la infanta Cristina (1965) y el rey Felipe (1968), Juan Carlos I tuvo una cuarta hija, fruto de una relación extramatrimonial con una aristócrata ligeramente mayor que él. Esta cuarta heredera llegó al mundo a finales de los setenta, principios de los ochenta. Se llama Alejandra, está casada, tiene un hijo y nunca ha reclamado ningún tipo de derecho sucesorio. Creció ignorando quién era realmente su padre y, cuando por fin lo averiguó, optó por seguir actuando como si la noticia nunca hubiera llegado a sus oídos. 

Los datos son suficientemente precisos como para entender el tamaño de esta brecha en la historia oficial de una institución esencialmente genética como la monarquía. Pero, al mismo tiempo, son lo suficientemente vagos como para proteger la identidad de la principal afectada, que prefiere permanecer en el anonimato.

Todos los inquilinos del Palacio de la Zarzuela conocen la existencia de Alejandra, aunque no siempre fue así. Cuando Felipe VI era joven, Juan Carlos I temía que conociera a su hermanastra y los dos se enamoraran sin saber que eran familia. Cuando Alejandra fue finalmente informada de que su padre era el rey de España, se produjo un discreto acercamiento. El entonces jefe del Estado intentó compensar la falta de reconocimiento oficial con afecto y otras muestras de generosidad, aunque nunca la trató como a sus otros tres hijos.

Con el paso de los años, la confidencia rebasó los muros del Palacio y empezó a ser compartida por el Rey con su círculo de amistades. Contaba que era una buena chica, muy inteligente y preparada. Parecía orgulloso de ella, aunque tampoco daba muchos detalles.

Una caja B para una vida B

En la cúspide del poder, Alejandra terminó convirtiéndose en un secreto a voces, pero las élites firmaron un pacto de silencio para continuar la ficción de que el matrimonio de Juan Carlos I y la reina Sofía, sobre el que pivotaba la democracia española, seguía siendo idílico. La prioridad era la estabilidad institucional y que esta no se viniera abajo por una relación furtiva. Podría decirse que los únicos que no han sido nunca informados de que el jefe del Estado tuvo otra hija hace más de cuatro décadas son los españoles. 

Solo eso ya era un motivo para desvelarlo, pero hay otros que también están relacionados con el imperio económico oculto de Juan Carlos IUna vida B le exigía una caja B. Ayudar financieramente a una hija no reconocida implicaba disponer continuamente de fondos en efectivo que pudieran circular por España sin dejar rastro en apuntes contables. La detección de alguna de esas transferencias habría puesto al descubierto automáticamente su relación con Alejandra. Algo parecido ocurría con sus amantes secretas, a las que también agasajaba con regalos y dinero.

Foto: El rey Juan Carlos, al frente de la comitiva familiar en el funeral de su cuñado Constantino de Grecia. (EFE/Vlachos Alexandros)

El Rey nunca necesitó que nadie fomentara aún más su desmesurado interés por el dinero, pero halló en esos claroscuros familiares una razón para justificarlo. No solo aspiraba a dejar recursos económicos suficientes al rey Felipe y a las infantas para que pudieran disfrutar de una vida holgada. También necesitaba acumular patrimonio para esa cuarta hija y el resto de las personas que formaban parte del reverso de su biografía.

Tres fuentes confirman la relación

La existencia de Alejandra ha sido confirmada por tres personas. La primera es una examante del Rey emérito a la que este confesó la paternidad de la joven. Posteriormente, esa expareja recibió la misma información de otras personas del entorno del monarca. El segundo es un empresario con el que Juan Carlos I comparte amistad desde hace seis décadas, que conoce la historia y que ha visto al Rey y a Alejandra interactuando con la naturalidad con la que lo harían cualquier padre e hija. Y la tercera fuente es un antiguo novio de Alejandra, a quien esta también reconoció su vínculo con la familia real. 

Juan Carlos I y la madre de Alejandra se conocieron cuando ambos eran jóvenesCompartían amigos y pasión por la caza. El Rey había tenido otras amantes y tuvo muchas más después, pero su relación con la progenitora de su cuarta descendiente fue especialmente omitida.

La hija no reconocida de Juan Carlos I nació en una familia de aristócratas bien conectada con el poder y nunca sufrió estrecheces económicas. Al nacer Alejandra, su supuesto progenitor tenía más de 70 años. La prensa se hizo eco del acontecimiento, pero nadie expresó ninguna sospecha. Fue cumpliendo años con los privilegios propios de una familia de la nobleza. Aunque llegó a la adolescencia sin saber quién era su padre, siempre tuvo otro en casa. 

En la España de los setenta, la madre de Alejandra destacó por su perfil liberal y progresista. Era habitual verla en actos promocionales y eventos de moda. Algunas fuentes aseguran que Juan Carlos I movió sus hilos para asegurarse de que a la madre de su cuarta hija no le faltara trabajo ni presencia en los medios. Salía con frecuencia en las revistas del corazón y tenía amistad con otras protagonistas habituales del mundo rosa. Incluso llegó a convertirse en la musa de un célebre diseñador de alta costura.

Lealtad a la familia real

Alejandra siguió pronto los pasos de su madre y se dedicó también a la moda. Nunca ha hablado de su secreto. Probablemente, por una mezcla de miedo a las consecuencias que tendría esa revelación en su vida diaria y también, paradójicamente, de lealtad hacia la familia de la que no ha podido formar parte. Es alta, delgada y guapa. Ha prestado su imagen a numerosas marcas de ropa y joyas. También ha hecho incursiones en el mundo de la comunicación, quizá menos conocidas. Se declara apasionada de la música, la cultura y los viajes, y ha formado una familia.

Dar más detalles pondría en peligro su discreción. Quienes la han tratado creen que es una víctima colateral de las miserias de la Zarzuela. Por razones de Estado, se hizo mayor sin sentir el cariño de su verdadero padre. Pero esas razones de Estado ya no existen y la sociedad ha evolucionado, a veces, a fuerza de titulares. Algunas noticias ya han superado todo lo esperable. Los españoles se enteraron en 2012 de que Juan Carlos I había mantenido un largo noviazgo con Corinna Larsen y, en 2018, empezaron a descubrir que el monarca escondía millones de euros en Suiza. La monarquía ha sobrevivido a esos escándalos. El único gran misterio que quedaba por despejar era el de Alejandra. Era de justicia contarlo. 

*King Corp. El imperio nunca contado de Juan Carlos I, de José María Olmo y David Fernández, es una obra de Libros del K.O. y se publica el 8 de mayo.

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