lunes, 4 de febrero de 2019

El egoísmo y la distracción de la gente

Eramis Cruz

Para conocer quién es quién sólo hay que esperar los momentos críticos o la fricción de intereses. El positivismo, especialmente en la literatura, nos motivó el crecimiento personal a tal punto que las actuales generaciones son tan egoístas que se han convertido en autodestructivas.
No hay que retroceder lejos para percatarse que la juventud, que era divino tesoro, no tiene valores y mucho menos utopía (un ideal posible). Si el positivismo fue la subida, la despersonalización es el descenso de la sociedad hacia un abismo que solo garantiza la bruma.
Resulta positivo que se dejaron las armas y la clandestinidad de los anos de la Guerra Fría de los 70s, pero como una antítesis se suplanta el terrorismo y las protestas momentáneas sin lideres ni objetivo a largo plaza, un resultado de la sustitución de la información por el pensamiento.

Somos seres humanos embebidos en la ambición de acaparar más de lo necesario sin importar arrancar la oportunidad del vecino. No llegamos a este punto por casualidad sino por causalidad. El hombre ha perdido el sentido de la campiña para convertir el globo en campo de batallas mediáticas.
Un día inesperado sucedió aquel Martes Negro cuando se derrumbó la bolsa de valores, un fenómeno que no solo llamó la atención del mundo sobre la vulnerabilidad de Wall Street, sino que llevó al suicidio a muchos inversionistas.
Sucedió el 29 de octubre 1929. El mercado bursátil de Wall Street o la Bolsa de Valores cayó un 11% llegando a una caída de 30% en tres días. Fue el inicio de un fenómeno conocido como la Gran Depresión. En los tres años subsiguientes más 9 mil bancos de los Estados Unidos se declararon en bancarrota. Eso implicaba que los depositantes pedían su dinero porque en ese tiempo los depósitos no estaban asegurados como ahora. La quiebra tuvo que ver con el pánico de la gente que retiró su dinero. Pero los factores causantes de la Gran Depresión siguen siendo objeto de estudio aún.
Para lidiar con todas estas penalidades, fueron tomadas muchas medidas bajo el liderazgo del presidente de los Estados Unidos Franklin Delano Roosevelt quien desarrolló amplias medidas y profundas modificaciones contenidas en su Nuevo Trato (New Deal).

Para colmo se produjo también una gran sequía en la que los vientos levantaban el polvo y la arena a tal medida que ocultaban el sol (Dust Bowl), durante los años de 1932 a 1939. Fue muy difícil para los habitantes de una gran extensión geográfica, desde el Golfo de México hasta Canadá. Esta condición ecológica mataba los animales, eliminaba las plantas (agricultura) y produjo problemas respiratorios en las personas. Dos millones de residentes emigraron desde Oklahoma, Kansas, Texas, New México, directamente hacia California y un millón hacia otros estados.
Aunque la política migratoria actual republicana esta sazonada con un ingrediente excluyente, lo cierto es que los pueblos tienden a emigrar cuando su medio no les garantiza lo elemental para vivir y por el contrario se convierte en amenaza para la vida, sea tal amenaza de tipo humano o natural.
Hoy por hoy, creemos tener garantizada una buena vida, ignorando que millones de seres humanos viven en la miseria sin esperanza de salir de ella en las próximas décadas.

Pero lo más interesante es que esta actitud no parece preocupar al ser pensante que está evitando usar el cerebelo, y sin mayor preocupación siguen adorando al mismo Dios y asistiendo a las mismas iglesias sin que nada toque su conciencia para ser más humano. Una prueba de ello es que muchos usuarios de los muros cibernéticos pasaran por alto trabajo como el presente, sin comentarios y con una indiferencia frívola.
Especialmente ahora cuando el cambio climático ha comenzado a causar estragos, que serán notables en pocos años, como el reciente vórtice de bajas temperaturas que congeló gran parte de los Estados Unidos, con temperaturas tan bajas que rompen record de hace 30 años, que alcanzaron hasta 50 grados F. bajo cero.

Tal vez para muchas personas que viven distraídas bajo el criterio de que nada les hace falta que no sea posible, especialmente si se tienen una tarjeta plástica de crédito en el bolso, que una gran catástrofe ecológica puede empujarnos a una situación de vida o muerte masiva. Sin embargo, la historia resiente hace palpable esa posibilidad si los mares y los océanos se calientan uno o dos grado por encima de lo normal.

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