miércoles, 20 de diciembre de 2017

Donald Trump: De capitalista salvaje a mendigo político del planeta



Por Polón Vásquez

Siempre fiel a sus promesas en la campaña electoral que lo llevó a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump comenzó con fuerza a convertirlas en realidad.
Tremendo reperpero se ha armado, Donald Trump, que  nunca ha sido subalterno de nadie, ha intentado imponer un gobierno asentado en la lógica del patrón de la Edad Media.
El patrón decide, ordena, manda, no escucha las opiniones de sus consejeros, no dialoga, no busca opinión y no gestiona consenso con nadie.
El Presidente tiene peones, no colaboradores; piensa y actúa sin medir consecuencias conforme a sus objetivos por lo que no le importa la resistencia y aplica los recursos de que dispone para eliminarla.
Al patrón no le gustan las críticas, le molestan quienes disienten de él. Lo suyo son las lisonjas, los tumba polvos y quienes les adulen.
Sus decretos prefiguran cambios radicales de diferentes paradigmas comenzando en lo político y económico.
Con sus promesas de campaña y las acciones que ha puesto en marcha, todo conduce a pensar que Trump intenta corregir los errores de la historia e instaurar el mundo utópico que acaricia en su psiquis atrofiada por el tiempo.
Él tiene como estrategia actuar en lo inmediato como un agente del caos y el desorden político. Como un ignorante compulsivo en desafío a las normas de convivencia social y política, a los convenios o acuerdos económicos.
Las medidas que Trump ha puesto en ejecución convocan a la humanidad a resistirlas hasta transformarlo en un hombre sensato, en capacidad y disposición para dialogar y lograr entendimientos, no para escuchar sus gastados monólogos de temas y enfoques desactualizados que ponen en perspectivas a unos Estados Unidos en total aislamiento del mundo.
Se opone a la globalización, desaprueba los acuerdos sobre el Cambio Climático, está dispuesto a poner fin a las migraciones y a deportar a más de 11 millones de personas indocumentadas que viven en su territorio norteamericano.
Provoca a China Continental, contra Corea del Norte y está en pleito constante contra México, los hispanos, entre muchas otras cuestiones con las que lo veremos maniobrar.
Por los asuntos de enorme trascendencia que tiene Trump en su agenda de gobierno y la forma atropellante como ha empezado a ejecutarlos, nos atrevemos a pensar que si él no tiene descendencia genética de alguno de los grupos Amish, es un fervoroso admirador de esas comunidades.
Los Amish son grupos etnorreligiosos dispersos en territorios norteamericanos, canadienses y mexicanos, cuyos ancestros procedían de Alemania.
Pese a la modernidad de estos tiempos, los Amish no usan electrodomésticos como estufa, radio, televisión, electricidad ni automóviles y viven como 400 años atrás.
Donald Trump, que ha practicado el más salvaje capitalismo para acumular su monumental fortuna, ya tomó la senda de llevar al pueblo de Estados Unidos al aislamiento y a la pobreza material inducida de los Amish que viven como los más pobres del planeta Tierra.
Los libros, que son lenguas de los tiempos, nos enseñan que de la misma forma que un cataclismo desmorona a la más empinada montaña que va a sedimentar al mar, ocurre también con los más poderosos imperios cuando suceden determinados hechos históricos que precipitan su destrucción para ir a sedimentar al fondo de la historia.
La historia consumirá las decisiones de éste patrón, quien con sus restrogas ideas, ya comenzó a aislar las influencias de la gran potencia, Estados Unidos de Norteamérica. "La historia me absolverá".

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