sábado, 30 de diciembre de 2023

Rituales para atraer lo bueno en año nuevo

 

El 31 de diciembre cierra un ciclo en el calendario y es la víspera de un nuevo año. En este día, el peso de la tradición se deja sentir mediante la práctica de ciertos rituales que en la creencia popular se usan para alejar las malas vibras y atraer la buena suerte.

Una de las costumbres más arraigadas para la fecha es la quema de incienso, mirra, azafate y otras sustancias aromáticas vinculadas a ceremonias religiosas y rituales de purificación para alejar los “malos espíritus” en el hogar.

La quema de incienso es una tradición que ha perdurado por generaciones, hecho que los comerciantes de las botánicas y otros negocios aprovechan, tal es el caso de José Del Carmen Santana “Caimito” quien vende este tipo de productos desde hace más de 11 años, en el Mercado Modelo de la avenida Mella.
“La gente compra esto para despedir el año, lo hacen por costumbre. Los que hacen esto tienen que tener fe, en que los espíritus malos se van cuando realizan este tipo de “despojo”, cada vez que llega el Año Nuevo”, explicó.

La quema de incienso y mirra por toda la casa, ayudará a que el humo arrastre y esparza lo malo del año viejo y pueda dar la bienvenida al nuevo, dijo.

Otro comerciante que desde hace cuatro año atrás realiza la venta de estos incensarios es Ismael Alcántara, quien tiene una percepción diferente del porqué los dominicanos realizan esta tradición, al decir, “la gente la hace por la relación que esto tiene con los regalos que le dieron al niño Jesús cuando nació”.

El negociante Alcántara expresó que cada año comienza sus ventas tres días antes del 31 de diciembre, razón por la que suele vender entre 500 y 700, con un costo de RD$100 latas que contienen los tres tipos de esencias aromáticas.

Otros tipos de rituales

En esta especie de “despojo” no faltan los baños de rosas y de flores y el encendido de velas ya sean blancas o rojas. Aunque otros prefieren comerse las famosas 12 uvas en representación de cada mes del año para augurar la prosperidad en los días por venir.

Hay quienes la fiesta de fin de año les inspira arrastrar una maleta por toda la casa para presagiar viajes al extranjero y otros colocarse billetes en los zapatos para vaticinar bonanza en sus finanzas.

En estas creencias, los colores también tienen su simbología, siendo el rojo y el amarillo lo más predominantes al momento de lucir las mejores galas en esta celebración.

Algunos eligen llevar una prensa amarilla por su vinculación a la energía y el optimismo, otros optan por el rojo porque representa vitalidad. En lo que la mayoría coinciden es en llevar algo nuevo para estrenar el año. Muchas de estas prácticas son adoptadas por la influencia que ejercen otras culturas, las cuales más tarde llegan a ser “aplatanadas” al entrar en contacto con las circunstancias y gustos de quienes las abrazan.

Sociólogos hablan sobre las tradiciones de fin de año

Los sociólogos Carlos Andújar y Elsa Alcántara coinciden en el punto de que estas tradiciones propias de la época se mantienen pero con ciertas modificaciones, ya que con el paso del tiempo se añadieron nuevos elementos, producto del encuentro de generaciones, del intercambio cultural y el fenómeno migratorio.

“La celebración de Año Nuevo se sigue haciendo, lo que ha cambiado es la manera de celebrarse. Eso no es bueno ni malo, son los procesos obligatorios que tiene la cultura. La cultura no es estática, cambia como todo en la vida y las tradiciones entonces se acomodan para poder pervivir a los nuevos gustos y mentalidades”, sostuvo el investigador Carlos Andújar.

Agrega que las creencias son variadas y en la medida en que haya vínculos migratorios con otras culturas, se introducirán nuevos elementos a la tradición, que en su momento habrá que estudiar para ver cuáles son esas manifestaciones. “Nosotros tenemos más de dos millones y medio de personas fuera del país que cuando tienen cinco o seis años van tomando tradiciones y prácticas de otras culturas”, afirmó.

Lo que se ha ido perdiendo en las fiestas

Lo que sí se ha perdido en la festividad de Año Nuevo, es el valor familiar que antes tenía, según consideró el sociólogo Carlos Andújar. “Nadie tiene a los hijos en casa para esperar el cañonazo. La gente sale para las calles a celebrar y eso ha roto la significación familiar de la celebración”, dijo.
“Entonces ahí se dan choques generacionales, como la conciben los padres y cómo la hacen los hijos porque ya hay dos generaciones que tienen diferencias y tienen otras expectativas”, agregó el estudioso.

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