
En aquella época, en más de la mitad del planeta, en Vietnam, en Argelia, en Guinea-Bissau, los pueblos oprimidos se sublevaban. La humanidad aún estaban, entonces, en gran parte, sometida a la infamia de la colonización.

Fidel soportó la embestida de, nada menos, que diez presidentes estadounidenses (Einserhower Kennedy, Johnson, Nixon, Ford, Carter, Reagan, Bush padre, Clinton y Bush hijo). Tuvo relaciones con los principales líderes que marcaron el mundo, después de la Segunda Guerra Mundial (Nehru, Nasser, Tito, Krushov, Olof Palme, Ben Bella, Boumediene, Arafat, Indira Gandhi, Salvador Allende, Brezhnev, Gorbachov, François Mitterrand, Juan Pablo II, Neruda, Jorge Amado, Rafael Alberti, Guayasamín, Cartier-Bresson, José Saramago, Gabriel García Márquez, Eduardo Galeano, Noam Chomsky, etc).
Bajo su dirección, su pequeño país (100 mil km2, 11 millones de habitantes) puedo conducir una política de gran potencia, a escala mundial, echando hasta un pulso con Estados Unidos cuyos dirigentes no consiguieron derribarlo, ni eliminarlo, ni, siquiera, remodelar el rumbo de la Revolución Cubana. Y, finalmente, en diciembre del 2014, tuvieron que admitir el fracaso de sus políticas anticubanas, su derrota diplomática, e un proceso de normalización que implicaba el resto del sistema político cubano.
Por Ignacio Ramonet