lunes, 27 de diciembre de 2021

Le tengo penas al país que olvidas su música vernácula nacional y a aquellos jóvenes que la rechazan por anticuada»

 

Escribí ésta *Crónica Periodística y Reportaje de Farándula* el día siguiente de la muerte de la leyenda del folklor musical vernáculo dominicano en Nueva York El Cieguito de Nagua

Por Polón Vásquez

Pvasquez3570@yahoo.com

Paz a los restos mortales del Cieguito de Nagua, el gran merenguero típico dominicano, Bartolo Alvarado una, leyenda de la música vernácula nacional quien, durante décadas mantuvo en alto a, nivel nacional e internacional, el merengue típico quisqueyano.

El Cieguito de Nagua, anduvo el mundo entero llevando alegría, música típica y diversión a través de su acordeón, güira, tambora, bellas canciones típicas y la melodiosa voz que exhibía estridentemente al cantar.

Este viernes 27 de marzo del 2020, se ha apagado en el firmamento musical, una estrella artística nacional e internacional ha, desaparecido físicamente el músico y cantante merenguero dominicano, González Alvarado Pereira una leyenda consagrada de la música vernácula nacional, el merengue típico.

El acordeonista González Alvarado Pereira nacido el 10 de enero de 1947 era, un verdadero prodigio del merengue típico, y dotado de unas de las manos más ágiles de todos los tiempos, oriundo del paraje La Jaguita, del municipio de Cabrera, Provincia María Trinidad Sánchez.

Es uno de los diez hijos procreados por el agricultor Ramón Alvarado y la modista Juana Pereira. Desde pequeño le llamaron Bartolo.

Ramón le apodaban Mon y al padre de Mon, que se llamaba Demetrio, le decían Quero. Y como «hay nombres que son fáciles de combinar el uno con el otro o con el apodo», dice Bartolo, a Ramón Alvarado se le conoce desde siempre por Mon Quero.

Bartolo Alvarado nació sin vista, según cuenta, y no recuerda algún momento de su vida en que sus ojos hayan visto la luz del sol. Pero, desde que empezó a gatear y tuvo un objeto en sus manos comenzó a sacarle ritmo.

Su abuelo Mon Quero le compró una tamborita y cuando Bartolo era apenas un infante, con ella como tamborero, se ganó los primeros cinco pesos, actuando en una función que presentaba un mago que andaba en recorrido por los campos de Cabrera.

Tendría el niño algunos tres años cuando le compraron un acordeón de boca, como se le dice popularmente a la armónica de boca. Con ella empezó a tocar merengues; y a los siete años, el abuelo Quero le compró un acordeón «de esos que tenían una sola carrera de notas y que les decían Concho Primo».

Bartolo aprendió con sorprendente rapidez y en 1956, cuando tenía tan sólo nueve años, lo trajeron a tocar a La Voz Dominicana, al programa Buscando Estrellas.

Volvió a su campo y con su papá Mon Quero como güirero, y un tamborero buscado en el lugar, ya Bartolo Alvarado andaba tocando fiestas en cumpleaños, bodas, bautizos, celebraciones escolares y fechas religiosas.

La fama del niño prodigio se extendió cuando de la mano de su papá se iba a Nagua a exhibir sus habilidades artísticas, lindas interpretaciones y ejecuciones musicales.

Tocaba con una gracia y un acierto propios de un músico de experiencia, cantaba con una voz estruendosa, aclara y segura, y era difícil verlo tocar sin darse uno cuenta de que El Cieguito de Nagua, como se le decía entonces con afecto, tenía un brillante porvenir como cantante y excelente músico del folklor vernáculo nacional.

Ya con dieciocho años, estaba en la ciudad capital. y al estallar la Revolución Constitucionalista del 24 de abril de 1965, se retiró prudentemente a La Jagüita de Cabrera.

En 1966 se instaló en la emisora Radio Nagua, y fue contratado por esa empresa para tocar los domingos por la tarde, en horario regular de [3:00 a 5:00] tres a cinco de la tarde.

Un famoso empresario disquero de Cotui, Provincia Sánchez Ramírez llamado Fabio Inoa le oyó tocar, le propuso hacer dos grabaciones en su compañía y así salieron al mercado los primeros discos de El Cieguito de Nagua.

«Yo seré tu Mayoral», era el título de uno de los dos merengues que se incluyeron en el disco sencillo, y «Mariita», era el título del otro. -Ese merengue es mío, letra y música-, aclara Bartolo Alvarado cuando se le pregunta por la paternidad de esa famosa pieza musical que ha sido tocada, bailada y escucha por millones de latinos en todo el mundo.

No se inspiró en ninguna María ni Mariíta de sus comarcas de origen, aunque por coincidencia, la mujer que terminó siendo su esposa se llama precisamente María.

Pero todo ha sido pura casualidad. Una noche estaba acostado, me puse a pensar en letras y eso fue lo que me salió-, relata el maestro con pura franqueza.

Ya Bartolo Alvarado era un profesional de la música y en esa calidad hizo su primera salida a Estados Unidos en 1973 y se presentó en algunos importantes escenarios artísticos incluyendo, barras y discotecas de la Gran Manzana, que eran frecuentadas por hispanos y dominicanos, a quienes le gustaba la música típica y bailaban ese contagio ritmo merenguero.

A más de las presentaciones que tuvo en Nueva York, firmó un contrato para grabar con *Dicco Mundo*. Cuando retornó al país hizo su residencia definitiva en Santiago de los 30 caballeros.

Entonces lanzó al mercado su célebre «Fua o La Luz», el número que más popularidad le dio y que más caló en el gusto popular de la gente y que más aceptación tuvo en el público del Cibao Norte y algunos sectores periféricos de la capital dominicana.

Esa composición artística no es suya, sino de un puertorriqueño; y Bartolo Alvarado tiene la delicadeza de aclararlo. Eso es de un jíbaro llamado Alfonso Vélez, dice, y lo trajo al país Bienvenido Rodríguez, de Karen Records… Yo ni quería grabárselo porque decía que eso era una porquería… y fíjense donde llegó, agregó el popular artista.

La grabación se convirtió rápidamente en un sonoro éxito y eso tuvo sus causas sociales y políticas.

Se vivía ya la crisis del servicio de electricidad y ante la irritación colectiva provocada por el azote interminable de los apagones, las letras del disco sirvieron de canal por el cual se expresó ese estado de ánimo y protestas contra los continuos y molestosos apagones. 

Y aunque no fuera grabada y concebido con esos fines, una vez más el merengue sirvió de instrumento a las protestas políticas y sociales contra el régimen de turno: «Yo tenía una luz/ que a mí me alumbraba/ y venía la brisa, ¡fua!/ y me la apagaba».

Bartolo Alvarado *El Cieguito de Nagua* estaba, ya afirmado como uno de los grandes merengueros dominicanos, y como uno de los pilares que junto a Tatico Henríquez, Paquito Bonilla y otros ejecutantes del merengue tradicional, hicieron posible que ese género del folclor nacional, se recuperara de la crisis en que cayó a comienzos de la década de los años sesenta, y ganara un prestigio mayor que nunca antes.

En manos de los músicos de esa generación, el merengue tradicional evolucionó, se adaptó a una nueva situación, pero mantuvo su esencia y no perdió su ritmo original ni atrofió sus atributos fundamentales.

Al cabo de treinta y cinco años *35 años* como profesional de la música típica y con 54 años de edad cumplidos, Bartolo Alvarado puede hablar con toda autoridad acerca de ese ritmo musical, bailable y originario de la República Dominicana. 

Por su calidad de sabio acordeonista, por su larga carrera en la música y el arte. Todavía se sigue escuchando su música. Sus manos, pequeñas y con dedos que parecen de niño, sacaron lo que su alma y su sentimiento le dictaron, una música movida y muy alegre, con una digitación difícil de igualar, con registros y pasadas impecables, como sólo un verdadero virtuoso pudo hacerlo sin desorientarse ni perder el ritmo.

Desde su posición prominente en el oficio musical, el maestro Bartolo Alvarado accede a definir el tipo de música que realiza: «El mío es un merengue entre dos… un merengue que evolucionó, pero que no es ni como se toca ahora, muy rápido, ni es muy lento», aseguroo el popular merenguero típico caribeño.

Aclara que nadie le dio lecciones de música en los tiempos de su aprendizaje, aunque confiesa que ya cuando tocaba, tomó prácticas de músicos como Niño Tilla y especialmente de Matoncito.

«Pero eso era ya cuando yo sabía y vivía en Nagua, que Matoncito ocasionalmente pasaba por mi casa, a llevarme merengues que él componía», manifestó el prodigioso artista y consagrado merenguero criollo.

De todos los músicos de esa época, es a Matoncito a quien Bartolo Alvarado considera como su colaborador más brillante y mejor consejero musical de la época.

La música y composiciones de Matoncito, dice, era una música dulce, melodiosa, agradable, con una digitación que sólo podía hacer un genio del merengue en un acordeón de una sola carrera de notas.

«Lo que nosotros hacemos ahora en dos carreras, lo hacía Matoncito en una», declaró Bartolo Alvarado, en una larga entrevista que concedió a Reporteros de [RCM-Noticias] en la última visita que giró a Nueva York.

El Ciego de Nagua también compuso canciones. Tiene como veinticinco composiciones suyas, pero confiesa que eso no le entusiasma mucho. «No me gusta componer porque nunca creo que lo que yo compongo le va a gustar a los otros».

La mayor parte de sus interpretaciones son de otros autores, pero del que más se ha nutrido ha sido de su antiguo güirero y productivo compositor Juan Balbuena.

Con la autoridad que le asiste, Bartolo Alvarado habla de la situación actual del merengue y las críticas suyas merecen atención. «El merengue no puede sacarse de su centro, reitera, porque si se saca de ahí pierde su esencia», aseguroo.

«El merengue no se puede hacer tan rápido, porque entonces no es bailable». Se queja de que el merengue ha sido deformado, no por la cantidad de instrumentos que se le ha incorporado, sino porque muchos grupos lo han sacado de ritmo.

«El merengue es tan dulce y contagioso que coge todo lo que le ponen…, pero no puede sacarse de ritmo porque entonces ya no es merengue», dijo Bartolo Alvarado.

¿Y cuál es el ritmo, maestro?, es la pregunta indispensable del entrevistador, cuando se está ante alguien y artista reconocido de esa categoría.

«Con la tambora como debe dársele… Muchas orquestas ahora tocan el merengue y no suena la tambora, ya no hay ni que usarla porque lo que se toca es lo que algunos han inventado dizque *a lo maco*», sostuvo Bartolo Alvarado.

En el curso de la entrevista, a Bartolo Alvarado se le plantea otro aspecto. El acordeón, según dicen algunos, se acompaña a sí mismo, ya que tiene las notas agudas a la derecha y los bajos a la izquierda; un buen acordeonista maneja armónicamente los dos campos, y la música suena mucho más llena y más completa.

Pero ahora, son cada vez menos los músicos que utilizan los bajos y es importante que Bartolo Alvarado nos dé una explicación sobre este asunto musical.

Ahora, dice el maestro, como se incluye un contrabajo eléctrico y se toca con equipos de amplificación, el contrabajo también está amplificado, y si se tocan los bajos del acordeón, entonces hacen contraste con el contrabajo de cuerdas.

Aun así, un músico hábil siempre encuentra oportunidad de hacer sonar los bajos; pero la mayor parte de los acordeonistas de estos tiempos se ahorran el esfuerzo y lo dejan todo a lo que el bajo eléctrico haga.

Bartolo Alvarado era un músico empírico y de oído, pero explicaba como un profesional de la musical algunos episodios y dijo que en cuanto a la desaparición del paseo, reitera que hace tiempo dejó de tocarse.

«Como el paseo no se baila, se dice que se pierde tiempo», aclaró. En cuanto al predominio del saxo sobre el acordeón, el maestro Bartolo Alvarado se lo atribuye a la falta de capacidad de algunos acordeonistas, que buscan que el saxofón les tape las fallas y que el saxofonista le haga todo el trabajo.

En todo caso, Bartolo Alvarado les da el merecido crédito a los músicos de su generación. Ahora no es difícil progresar en la música: …

«Ya la zapata está hecha, y fuimos nosotros los que hicimos eso, metiéndole el merengue a la gente por los ojos cuando realmente no lo querían, ni lo aceptaban en clubes y grupos sociales organizados, que veían al merengue típico, como una ofensa cultural», precisó el afamado artista criollo, nacido en el municipio de Cabrera, perteneciente a la Provincia María *Nagua* Trinidad Sánchez.

Bartolo Alvarado tampoco tiene críticas directas contra ninguno de sus colegas. El analiza las cosas con la capacidad profesional y/o inteligencia de que está dotado, y con la autoridad que le dan su elevada e indiscutible calidad artística y su permanencia por décadas enteras en el campo del merengue.

*El Cieguito de Nagua* durante sus largos años como artista, tuvo la oportunidad de divulgar y proyectar por todo el pueblo quisqueyano, por varias décadas y muchos años de trayectoria musical en presentaciones por los más grandes e importantes escenarios de diversión y centros artísticos en los cuatros puntos cardenales de la pequeña nación caribeña.

Durante las presentaciones artísticas que realizó por algunos países del mundo, Bartolo Alvarado, tuvo mucho ánimo y voluntad de trabajo, amor al oficio y una sorprendente cultura musical.Él hizo un largo recorrido artístico, ha construido parte importante de la historia del merengue típico y su música está llamada a seguir por mucho tiempo en la senda en que empezó a andar desde su niñez, allá en la rocosa y empinada campiña caribeña, cuando empezó a golpear con ritmo todo lo que fuera sonoro y le cayera en las manos, en aquellos días ya distantes de éste nuevo siglo.

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