miércoles, 31 de marzo de 2021

 

Pensamiento Político 9 Comportamiento integral de los actores políticos tercermundistas



POR RAFAEL SANTOS
El modo de comportarse de todo actor social, podría venir a ser la base primigenia o la portada que toda persona debe presentar ante los demás, para desde ahí, aquel o aquellos que bien podrían estar observando, pudieran tener una idea un poco más precisa a la hora de emitir algún tipo de juicio de valor.
En este caso, los diversos actores que dentro de los anchos escenarios de la vida preferiblemente política se desarrollan, deben ser ante todo, entes observables a los cuales la sociedad casi en sentido general debe de interiorizarlos para dentro del gran cumulo que cada cierto tiempo se nos presentan, escoger los mejores.
Quienes deciden por adentrarse al mundo de la política, deben de entender que al llevar una vida que está siendo monitoreada cada segundo del día, su accionar debe además de poseer ciertos criterios de moral y ética, estos deben de ser límpido.
Inmediatamente la persona coloca una vaya, pronuncia un discurso, volantea la ciudad en donde están plasmada sus ideas a modo de promesa de cambio u otro, ahí mismo su vida pasa a ser del “dominio público”, y por lo tanto, cada quien, hasta el más imberbe, estúpido, inteligente, inmoral, anti ético o puritano del conglomerado social, va a emitir opiniones que redundarán en perjuicio o beneficio del mismo y en donde es preciso aclarar, que este recibirá más que flores espina, y como decimos en nuestro lar nativo, les “sacaran sus trapitos al sol”, es decir que se dirá lo que es y lo que no es.
Para esto, esa persona debe tener consigo una muy fuerte coraza interna que lo proteja a si mismo de depresiones cuando lea o escuche afirmaciones o comentarios que comprometan sus sentimientos.
De manera irremediable debe de aprender a coger y soltar, a tomar y dejar, pero sobre todo debe de tener aunque sea una pequeña dosis de INTELGIENCIA POLITICO-EMOCIONAL, para entender los embastes que les vendrán como consecuencia de tomar la decisión de inmiscuirse dentro de un descarnado mundo, en donde en su gran mayoría nuestras sociedades carecen de una correcta educación política para entender que estamos no en un ring de pelea, sino en un espacio que busca el desarrollo colectivo, y por lo tanto, el comportamiento de ese que se dice ser político, debe ser coherente y con sobrada disposición para aceptar los bruscos cambios que en ocasiones este tendrá que hacer si de verdad quiere lograr la meta que se ha propuesto.
Ahora bien y como estamos tratando el modo de comportarse de los que dicen ser actores políticos de nuestras sociedades, debemos precisar, que como consecuencia de la poca preparación que muchos (repetimos) de los que se dicen ser políticos tienen, estos hasta muchas veces tienden a dar vergüenza ajena al observársele la ruin manera de cómo se comportan.
Siempre hemos sostenido, que las ideas y proyectos sociales deben ser transportadas, sobre todo aquellas de corte políticos-electorales, hasta las masas, no a través de un botín al estilo pirata, sino por medio de la articulación de un discurso serio, llano, coherente, flexible; pero sobre todo, que el mismo esté cargado de esperanzas y buenas proyecciones hacia el futuro, esto así teniendo como base integral el comportamiento que los mismos deben de exhibir ante la sociedad que los observa.
Además y dentro del comportamiento de los que se hacen llamar políticos, es necesario que dentro del esquema ético más que todo, los mismos deben de entender que en este importante tramo de la vida política de nuestros países tercermundistas, tienen que proyectar una imagen de madurez, dominio o conocimiento sobre el terreno en el que buscan asentarse como tales, para desde ahí poner en ejecución sus diversas propuestas electorales, mientras que la sociedad debe de con ojos biónico observar el accionar de esa persona al frente del estamento sobre el que ahora se encuentra o el que aspira llegar, pues sencillamente, no todos los que con rostros sonrientes o bonitas palabras tienen las calidades ni la capacidad para representarnos ante los diversos parlamentos del Estado.

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