martes, 1 de junio de 2021

 

UN EXTRAÑO SUEÑO

POR MIGUEL SOLANO

Dentro del sueño, el sueño me hizo sentir que estaba vivo y que tenía la bandeja de azufre lista para con un simple soplo alejar a los malos espíritus. Frente a mí, montado en su mandara, estaban tres ángeles que se ofrecían como guía para mi próxima fuga, esa en la que ya hemos dejado de amar toda la anterior existencia.

Los Ángeles no tienen poder para acelerar el proceso. Están allí castigados con la espera, con su luz y con su descubrimiento. Y la muerte no puede ocurrir mientras el vivo duerme, pues en ese momento el alma se ha desprendido del cuerpo y, por sí sola, anda no sabemos por dónde.

Yo empiezo a soñar que estoy revisando el danster donde mis inquilinos colocan sus basuras, que cada miércoles es retirada por la compañía recolectora.


Volteo el embace plástico usado para colocar la basura enviada al reciclaje y lo uso como escalera para entrar al danster. Saltar y con mi peso expulsar el aire que contienen las fundas y crear más espacios es el regreso a las calcajadas del infante.

Estaba lloviendo y cuando me estaba subiendo me desprendo como si fuese un problema que yo mismo me había buscado. Ese tipo siempre son de los peores.

Caigo. La parte trasera de mi cabeza no fue lo suficientemente fuerte como para soportar el peso de mi cuerpo y la fuerza gravitacional. Recibo un tremendo martillaso y mi cabeza empieza a hincharse. Explota, se abre y brota la sangre.

Dentro del sueño pierdo el conocimiento. Y empiezo a buscar, dentro del sueño, lo que me ha pasado. El golpe, la hinchazón y la sangre eliminan mi conciencia de la tormenta del sueño. No sé dónde estoy. Empiezo a dar pasosb alrededor de la casa en la búsqueda del famoso punto de apoyo.

Pero cada vuelta hacia más confusa la verdad dentro del sueño. De la casa sale un inquilino. Tratando de romper la confusión del sueño, me le acerco a Rubén y le dije lo que me está pasando.

— Ah… Yo estoy haciendo algo que le hará recuperar la memoria.

Entro a mi pequeña suite y espero. La hinchazón sigue creciendo, aumenta el dolor y la sangre corre como chichigua que se eleva. Yo creo que mi mejor opción es mirar al sueño a ver hacia dónde me conduce, pero no me dice nada, solo aumenta mi cercanía con la Xiomara hecha tierra.

Rubén entra y trae consigo una sopa de pollo. Huele a la energía de lo divino y los víveres y los vegetales han hecho con la carne un sólo sentimiento en el alma de su vapor.

Yo la respiro y lentamente empiezo a sentir su vida correr dentro de mí. La conexión cerebral empieza a reaparecer y comienza mi cerebro a entender al sueño, a saber donde el sueño está.

Como más lento que un beibi, masticando el olor de los condimentos y la conexión cerebral empieza a funcionar, comienzo a entender al sueño.

Termino el almuerzo y se me antoja recoger la basura y tirarla al danster. Cuando llego descubro que esta lleno de idiotas mal colocadas. Arreglo el contenedor plástico para reciclaje y lo uso como escalera. Aún sigue lloviendo. Me sostengo del agarrador del danster y mi mano resbala.

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