martes, 7 de abril de 2020

El mundo a una sola voz y de rodillas


EDITORIAL

Reconocer la gran labor de la iglesia en medio de toda esta desgracia causada por el coronavirus o Covid-19 es algo de justeza, pues nunca ante haberse visto la institución religiosa con mayor poder en el mundo renunciar a la feligresía para enunciar la palabra de Dios y llevar el pan de la fe a sus comunidades.
Por primera vez en el mundo, incluyendo al Vaticano se celebran misas virtuales en tiempo de cuaresma, porque la consciencia y la salud del mundo está por encima de todo, y eso lo ha entendido la iglesia católica, y sobre todo Dios, el que todo lo ve y todo lo puede.
Muchos feligreses no entendían el problema, pero la necesidad de ayudar a mantener saludable lo mayormente posible a las comunidades y atendiendo a los llamados de las diversas autoridades de los países quienes tienen la supremacía y la obligación de velar a fin de que los pueblos no perezcan por falta de atenciones, y este ha sido la iglesia la que mejor ha cumplido con este deber.
Es la primera vez que en el país y en el mundo se celebra la Semana Santa o Pascuas de Resurrección con las iglesias vacías, sin que los feligreses puedan recibir la palabra del señor que no sea de manera virtual, y recibir el cuerpo y sangre de Cristo, pero la misma ha demostrado que se puede, y muestra de ello lo fue la misa del Domingo de Ramos desde el Vaticano, oficiada por los obispos y con la presencia del Santo Padre.
La iglesia católica ha asumido una actitud valiente, en aras de preservar la salud, dando palabras de aliento a cada una de sus congregaciones, suspendiendo todos tipos de actos en torno a la Semana Santa, así como los desfiles procesionales, en cumplimiento a los llamados de los servicios sanitarios de los diversos países, y así evitar la propagación del coronavirus.
Las celebraciones litúrgicas a puertas cerradas que fueron celebradas en todas las iglesias y catedrales, incluyendo a la de San Pedro como motivo del Domingo de Ramos, llegando a cada hogar a través de los medios televisivos y tecnológicos para cumplir con la tradición de la Misa Crismal, donde solo faltaron el recibimiento de la Eucaristía.
Este Miércoles Santo tiene lugar la bendición de los Santos Oleos y la consagración del Crisma que se permitirá participar virtualmente en las redes sociales, que por las restricciones sanitarias, este año no incluirá la celebración de los sacramentos de iniciación.
Esto no es un enojo de Dios, porque no es una celebración tradicional, ya que nunca antes se había vivido en medio de una pandemia que impidiera a las congregaciones la celebración de las Semana Santa o Pascuas de Resurrección.
Hay que reconocer también el esfuerzo de las autoridades por actuar de manera rápida y la de cada uno de los servidores sanitarios, voluntarios y otro personal de apoyo que sirven con esmero y apego con el amor que Dios prodiga a cada uno de sus hijos en la fe.

 

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