lunes, 5 de febrero de 2024

5 años más de Bukele que arrasa en El Salvador

 

El joven presidente se convierte en el primer jefe de Estado en repetir mandato en El Salvador en los últimos 80 años, culminando un ascenso durante el cual su política de encarcelamientos masivos se ha convertido en su estandarte

El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, fue reelegido este domingo para un segundo mandato tras arrasar en las urnas a sus contrincantes. Es una frase que cualquier periodista pudo permitirse el lujo de escribir antes de conocer el resultado oficial, dado que nadie en su sano juicio dudaba que ocurriría. Las últimas encuestas no otorgaban a ninguno de los cinco candidatos a los que se enfrentaba más de un 5% de intención de voto. Entre todos, sumaban un 12%. Ni siquiera el propio Bukele esperó al recuento, publicando en X (antes Twitter), poco después del cierre de los centros de votación: «De acuerdo a nuestros números, hemos ganado la elección presidencial con más del 85% de los votos y un mínimo de 58 de 60 diputados de la Asamblea Legislativa«. Las cifras reales, con un 31,49% del escrutinio, parecen darle la razón. 

Las elecciones suponían un mero trámite después de que la Corte Suprema de Justicia salvadoreña le diera el visto bueno para volver a presentarse en un país donde la Constitución no contempla la reelección inmediata del presidente. Gracias a ello, el joven político que se dio a conocer con su gorra siempre al revés, sus gafas de aviador y su chaqueta de cuero se acaba de convertir en el primer jefe de Estado en repetir mandato en El Salvador en los últimos 80 años. 

La campaña electoral transcurrió con la tranquilidad propias de una competición en la que ya se sabe el resultado. Bukele, de hecho, no ofreció ni un solo mitin político. No fue necesario. Mientras el quinteto de adversarios del presidente desfilaba por las cadenas de televisión intentando el milagro, planteando medidas de todo tipo para el país y denunciando una «campaña del miedo» en su contra, el partido gobernante Nuevas Ideas se limitaba a mandar un único mensaje: si Bukele pierde, los pandilleros vuelven

El régimen de excepción que el presidente decretó en 2022 supuso un antes y un después para El Salvador. Un punto de inflexión cuyas reverberaciones se han extendido por toda la región latinoamericana y más allá. El relato ya se ha vuelto leyenda: Bukele declaró la «guerra contra las pandillas», las temidas maras que llevaban tres décadas aterrorizando el país; y acabó con ellas en cuestión de meses, encarcelando a más de 75 000 delincuentes y construyendo la prisión más grande del mundo para albergar a hasta 40 000 de ellos. Desde entonces, la tasa de asesinatos en El Salvador, antaño la más alta del mundo, no ha parado de bajar, cambiando radicalmente la vida de unos ciudadanos que han dejado de sufrir la violencia y las extorsiones a manos de los pandilleros.

Como han demostrado las urnas este domingo, la imagen del presidente es nuevamente encumbrada.de su país. Bukele es el gobernante más popular de América Latina, según el Latinobarómetro de 2023, que reveló que cuenta con un 90% de apoyo entre los salvadoreños y también que, en la mayoría de los países de la región, es mejor valorado que el Papa. El nuevo presidente de EcuadorDaniel Noboa, cuyo país se ha visto sumido en una espiral de violencia, ha prometido replicar el modelo de cárceles de Bukele. Su lista de admiradores internacionales no para de crecer, también en España.

De alcalde de pueblo al control total del país

Descendiente de una familia adinerada de inmigrantes palestinos, Nayib Bukele se crió en un entorno de escuelas privadas de élite, aunque nunca se graduó en la universidad. En su lugar, decidió empezar a trabajar en el conglomerado de negocios de su padre, Armando Bukele, quien había abierto la primera franquicia de McDonald’s del país, dirigido una empresa textil, ayudado a construir la primera mezquita del país y era dueño de una empresa de relaciones públicas, cuya dirección acabó cediendo a su hijo.

El primer salto a la política de Bukele fue en 2012, como alcalde de Nuevo Cuscatlán, un municipio de menos de 8000 habitantes y bajo la bandera del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), el partido dominante de izquierda nacido de las guerrillas salvadoreñas. Utilizó ese cargo para propulsarse al estrellato en redes sociales, donde se creó una marca de político outsider con «Nuevas ideas» (su eslogan) para el país.

Su popularidad fue tal que el partido le propuso presentarse tres años después a las elecciones a la alcaldía de la capital, San Salvador. Para cuando las ganó, ya tenía más seguidores en Twitter que el entonces presidente del país, Salvador Sánchez Cerén.

Tras romper con el FMLN por sus aspiraciones presidenciales —la formación lo expulsó, formalmente, por lanzar una manzana a una de sus concejalas y gritarle «¡Llévatela para tu casa, bruja!»— Bukele convirtió su eslogan en su propio partido. Su enorme popularidad en redes, el hartazgo de la población con el bipartidismo de izquierda y derecha y su promesa de solucionar la doble crisis de violencia y corrupción de El Salvador lo catapultaron a la presidencia en 2019.

Dado que Bukele apenas contaba con apoyo parlamentario —su partido no fue aprobado a tiempo para las elecciones de 2019—, pasó sus dos primeros años de Gobierno en múltiples enfrentamientos públicos con el Congreso. El más famoso de ellos fue el conocido como Bukelazo, el 10 de febrero de 2020, cuando el presidente, en un adelanto de lo que estaba por venir en los próximos años, irrumpió en la sede del Parlamento acompañado por efectivos militares y policiales para exigir la aprobación de un presupuesto para su plan de control territorial contra el crimen organizado.

El mandatario recibió dos cosas a raíz de este episodio: una amplia condena internacional y un enorme respaldo entre la población salvadoreña. La primera fue ignorada, mientras que la segunda acabó obligando a los congresistas a ceder. Una lección que Bukele no olvidaría.

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