Aunque su pronóstico sigue reservado, puede levantarse, no toma calmantes y aumenta su trabajo
Nadie se atreve a lanzar las campanas al vuelo en el entorno del Papa Francisco porque son conscientes de que, dado su complejo cuadro clínico, en el marco del tratamiento puede presentarse un nuevo traspiés. Pero no menos cierto es que, a la luz de los informes conocidos en las últimas 48 horas y en el propio comportamiento del Pontífice, de 88 años, se da por hecho que se han reconducido los baches que hicieron saltar las alarmas el pasado fin de semana.
«Las condiciones clínicas del Santo Padre siguen siendo críticas, pero estables» y «el pronóstico continúa siendo reservado», recogía el comunicado vespertino de la Santa Sede como punto de partida. Pero, a renglón seguido, el parte médico hizo hincapié en que no se han producido crisis respiratorias agudas y los parámetros hemodinámicos permanecen estables. Se da por hecho, al no dar cuenta de ello, que el conteo sanguíneo ya no tiene alteraciones y el fallo renal está bajo control.
Estos apuntes guardan relación directa con las otras pistas que ha dejado caer el Vaticano a lo largo de toda la jornada. El Papa puede levantarse y no ha tomado calmantes, lo que refleja que no hay signo de dolor. De la misma manera, el hecho de que duerma de un tirón toda la noche también es reflejo de una estabilidad física y anímica.
Pero si hay un hecho que lleva a tranquilizar, al menos a la Curia vaticana, es la reunión que ha mantenido Jorge Mario Bergoglio con la cúpula del «staff» de la Santa Sede, que en el mundo civil equivalen al primer ministro y al ministro del Interior. Se trata del cardenal secretario de Estado, el italiano Pietro Parolin, y del sustituto de Secretaría de Estado, el venezolano Edgar Peña Parra.
El encuentro a tres bandas deja entrever que el Papa Francisco continúa gobernando, dentro de las limitaciones que implica su propia enfermedad y el reposo absoluto exigido por los médicos. A buen seguro que con ambos abordó diversos temas de relevancia para la Iglesia; sin embargo, para evitar suspicacias en torno a los asuntos tratados, este mediodía el Vaticano hacía público como resultado de esta audiencia la luz verde del «CEO» de la Iglesia católica a la canonización del médico venezolano José Gregorio Hernández, así como a Bartolo Longo, un cristiano muy popular en Italia porque fundó el santuario de la Virgen del Rosario en Pompeya. Además, aprobó las virtudes heroicas de un español: el mallorquín Miguel Maura Montaner, fundador de la congregación de las Hermanas Celadoras del Culto Eucarístico.
En paralelo, en el mismo boletín oficial en el que se daba cuenta de estas «subidas» a los altares, se incluía el nombramiento de cinco nuevos obispos en Brasil y Canadá, que en este caso sí habrían sido designados antes de su ingreso hospitalario, así como la elección de dos sacerdotes italianos, Emilio Nappa y Giuseppe Puglisi-Alibrandi, como secretarios generales del Governatorato vaticano, esto es, a las órdenes de la primera alcaldesa de la historia del Estado más pequeño del mundo, la monja Raffaella Petrini.
Este martes también se ha dado a conocer el mensaje del Papa para la cuaresma, tiempo litúrgico que arrancará el próximo 5 de marzo, miércoles de ceniza. Firmado el 6 de marzo, antes de que su bronquitis se agravara, sí incluye una cita de santa Teresa de Jesús sobre la que hay quien pudiera hacer una doble lectura con el Pontífice en plena batalla vital: «Espera, espera, que no sabes cuándo vendrá el día ni la hora. Vela con cuidado, que todo se pasa con brevedad, aunque tu deseo hace lo cierto dudoso, y el tiempo breve largo».
Junto a estas interpelantes palabras, Bergoglio propone a los católicos como examen de conciencia que se vean a sí mismos como peregrinos, y que se «confronten con la realidad concreta de algún inmigrante o peregrino», dejando que les «interpele» personalmente.
Fuente: La Razón
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