lunes, 24 de julio de 2017

Comentario de Los cuentos de Juan Carabú

  Palabras de Rafael Peralta Romero sobre el libro  Los cuentos de Juan Carabú, de Miguel Solano,  en la presentación  efectuada en la Academia  Dominicana de la Lengua, el 11-07-2017. 

Los cuentos de Juan Carabú

Cuando se decide escribir una obra narrativa (novela, cuento, relato) generalmente se ha partido de un tema que llamó la atención y marcó el sentimiento del autor. De inmediato tenemos que pensar en los personajes que llevarán a  cabo las acciones que se van a desarrollar para  contar la historia.

En el caso de Miguel Solano, parece que  este autor guarda  los personajes en algún rincón de la conciencia  para  ir sacándolos en la medida en que los hechos se lo demanden, como hace un artesano que manufactura un objeto material  y va empleando cada pieza  en el momento preciso.

Los cuentos de Juan Carabú, obviamente que un libro de cuentos, son ejemplo de lo que acabo de expresar. Diecisiete textos componen  el volumen y  en cada uno de ellos aparece el personaje Juan Carabú, aunque varíe de roles y características de un relato a otro. Es generalmente quien  relata los hechos.

Este  personaje ha  comenzado  a formarse desde que el autor sintió  el primer flechado para la concepción de este libro, pues aunque es  generalizado que  los cuentos que formarán un libro se conciban y sean paridos en momentos diferentes,  en este  se trata de  un parto múltiple, porque el autor ha  imaginado este conjunto de relatos para  un libro específico en el que persistirá  un personaje central.

 Los demás personajes  ayudarán a la realización de las acciones necesarias para el desarrollo de la trama en cada cuento.

¿De dónde salen los personajes de un cuento?   Salen de la vida humana (oficinas, fincas, playas, iglesias, empresas, hogares, tabernas, calles, caminos, talleres, hospitales, sobre todo manicomios, cárceles...)  Los de Solano no tienen por qué ser la excepción.

Solano capta historias que pululan en el perímetro urbano (condominios, jardines, cuarteles, burdeles o calles) así como en el ámbito rural (bosques, bateyes, carreteras, caminos o pequeños pueblos).

Para el narrador que cuenta historias de carácter humano, con predominio de lo social, los personajes son como las personas, pero con los rasgos más acentuados. Los gestos con que apoyan las conversaciones, sus expresiones y sus actitudes sicológicas caracterizan a un personaje, y he podido observar  que en el libro de Solano esto se puede  señalar  como un notable acierto.

Sus cuentos son realistas, pero en ellos tienen cabida hechos protagonizados por perros, y por igual otros  realizados por  elementos morales, entes abstractos,  que actúan como personajes.  Veamos este ejemplo:

“Erase una vez una gran Quisqueya donde vivían todos los sentimientos: la Alegría, la Tristeza, la Vanidad, la Sabiduría, el Amor y otros, hasta un Sueño Feliz habitaba allí como una primavera…”. (Pág. 40).

Es frecuente la presencia de animales (perros, gallinas…) como de otros  seres de la naturaleza, árboles, por ejemplo, que tienen vida propia y participación  en las tramas de estos cuentos. En lo que respecta a la actuación de los perros, vale observar el cuento “Los hijos Chivirica”, el primero del volumen, en el que los protagonistas, además de Juan Carabú son ejemplares caninos:

“Todos los días, a la hora en que su hija fue asesinada, Chivirica se paraba en el lugar donde su amada encontró la muerte y miraba a ambos lados para ver si algún vehículo la ayudaba a conseguir un retiro temprano. En varias ocasiones lo intentó, pero los choferes, como un raro milagro, esquivaron el golpe evitando el suicidio”. (pág. 34).

Las gallinas aparecen perfectamente humanizadas, conviven con las rosas, que también adquieren esa condición,  y el autor se vale de las aves para  resaltar un peculiar detalle de aberración sexual:

“Y la gallina, después de penetrarla, la encontré muerta debajo de mata de rosas. ¿La mató su esperma? O, después de contarles a las rosas la historia de su vida, el momento dramático que había suspirado, la mató el recuerdo del encanto…” (pág. 43).

Me parece que Solano es un cuentista natural que cuenta historias a partir de lo ocurrido en su entorno y no muestra  rubor para incluir a su propia gente en los relatos. A menudo  él también  aparece  en sus cuentos, incluso con burlas de sí mismo, cual si fuese discípulo de su tocayo Cervantes.

“Sin embargo, tengo tres divorcios; sé que llegaré al cuarto. De mi primera  mujer no sé la razón por la cual me separé, era hermosísima, una maldita negra con un cuerpo cuya entrega hacía estremecer el alma como lo hacen las nubes cargadas de agua cuando chocan y se derraman. Creo que el bendito divorcio lo trajo la posibilidad de ver  mi destino ligado al suyo, pero esa es solo una hipótesis y de ahí nunca he podido pasar”. (pág. 51).

El personaje Juan Carabú narra en primera persona y me luce que los lectores lo asociarán con Solano, pues a este autor le interesa poco, si es que acaso le interesa, que lo diferencien de sus personajes, sobre todo del principal.

“Lo pensó un rato. Quizás miró dentro de su vida pasada, y me apuntó:

-Tenéis razón, Juan Carabú…Por ahora seré el esposo de las circunstancias”.  (pág. 53).

 Hay una historia, cruel y absurda, en la que tal vez no quiera Solano que lo identifiquen con Juan Carabú, esto  por el papel que juega este en el cuento “La limpieza de la Isabela”. Solano se ha valido sabiamente de una anécdota ocurrida  en la aldea de La Isabela,  en el  norte de nuestra isla, fundada por Cristóbal Colón el  l0 de diciembre de 1493. Cuentan que  una comisión enviada por el gobierno español vendría al país para visitar aquel sitio, y para tal efecto  el dictador Rafael Trujillo ordenó  acicalar el área. Una autoridad local se proveyó de equipos y herramientas, incluidos tractores, y destruyó todo  lo que había en la que se pretendió fuera la primera ciudad del Nuevo Mundo.

En la visión del cuentista, esa autoridad la representó Juan Carabú, quien, de acuerdo a lo contado por Solano:

“Buscó los mejores tractores, los más poderosos buldóceres que pudo encontrar y los puso a trabajar día y noche, hasta que no quedó ni una sola piedra sobre otra. Cuando la Comisión llegó, Juan Carabú fue a recogerla y tal como era su desesperación la llevó directamente a ver La Isabela. Al desmontarse del vehículo, con un corazón que latía a más de cien veces por minuto,  el arqueólogo  jefe de la misión, le preguntó:

-¿Y dónde está la ciudad?

-¿Cuál ciudad? –preguntó Juan Carabú.

-La Isabela, la ciudad que estaba aquí, le aclaró el arqueólogo.

-La orden que me dio el Jefe fue muy clara: él me dijo que limpiara esto”. (pág. 60).

Carabú argumentó que “El Jefe y yo estamos unidos del alma. Pero el Jefe es el Jefe y el Jefe me ordenó que limpiara todo esto. Usted perdone por cumplir” (pág. 61).

Fuera o no la intención de Solano, este pasaje  es una  elocuente figuración del pernicioso dominio del dictador sobre la conciencia de los dominicanos.

Dice Solano, y ustedes sabrán si creerle o no creerle, pues se trata de un cuentista,  que durante la primera ocupación gringa, en 1916, los campesinos que huían de la persecución  crearon una canción para identificar  a quienes se acercaban a ellos. Si quienes venían eran los rebeldes, llamados despectivamente gavilleros, se cantaba: “Juan Carabú, Juan Carabú, apaga la vela y enciende la luz”. Pero si por el contrario, quienes se aproximaban eran los invasores, la letrilla variaba de este modo: “Juan Carabú, Juan Carabú,  enciende  la vela y apaga la luz”.

La interpretación de Solano es que encender la luz ante la presencia de los  alzados era  señal de que se acercaba la esperanza de la libertad. En el libro ofrece suficientes referencias a la libertad.

Paralelamente con todo esto, en el libro se ciernen los detalles de un erotismo, a veces crudo, a veces  bien cocido y aderezado de poesía:

De lo que pasó  con aquella mujer, una verdadera mujerona, no puedo hablarles porque yo no tenía conciencia de lo que significaba  aquella erección, pero lo que sí puedo asegurarles es que  nunca en la vida he tenido una  erección sin que el maravilloso cuerpo de aquella mujer llegue a mi memoria; y llega sin cambio alguno, intacto, llegan esas nalgas sostenidas por unas piernas de corredora salvaje y esos pechos que dejaban caer agua como si fuesen un manantial inagotable”. (pág. 77).

Otra forma de exponer el erotismo aparece en este segmento:

“Tomó mi rostro entre sus manos y lentamente, como para sentir cada vibración de mi cuerpo, fue acercando sus labios, me entregó la suma de todos los goces y me dejó el alma vacía; esa mujer tomó mis labios, me contó sus fantasías  y me esperanzó”. (pág. 79).

Junto a un notorio desfile de ensueños sexuales y la referencia a hechos políticos de la actualidad dominicana, se cuenta el extraño nacimiento de Miguel Solano, en un camión de volteo que llegó a Miches en ruta hacia Sabana Grande de Boyá. El texto se titula “Delirio” y en él se recoge una fina mixtura de realidad y fantasía y queda demostrado un desenfado narrativo que en Miguel Solano  resulta nada extraño.

Este cuento, bien pulido y apegado a la ortodoxia del género,  refiere que  tras nacer muerto, la madre y el chofer le llevaron el niño a su padre, el patriarca Don Solano, en el batey San Miguel, y este mandó un empleado de la hacienda que lo enterrara.  Veamos una breve muestra:

“Alejandrito me echó en las valijas de su caballo y partió, rumbo este, hacia el río Anamá: cruzaría el río y me enterraría del otro lado. Cuando viene de regreso, al cruzar el río, escucha los gritos del niño, se detiene, piensa que está  ilusionando, pero se dirige  hacia los gritos y allí, debajo de una mata de guanábana, está el niño responsable de los gritos, juega con su sonrisa. Me examina, estoy bien, me toma en sus brazos, me coloca de nuevo en las valijas y emprende viaje hacia San Miguel” (pág. 98)

Con este libro  queda demostrado que Solano es un cuentista nato, que inventa los cuentos en cualquiera circunstancia, o capta mitos y ocurrencias que le circundan  para hacer con estos materiales piezas de literatura como son “Los cuentos de Juan Carabú”.

Son ficciones alimentadas por la tradición cultural y  popular, aunque basadas en el modo universal de escribir cuentos, un género muy antiguo y que ha estado presente en todas las culturas.


No obstante la naturalidad y espontaneidad de sus historias, Solano  conforma sus personajes de manera profesional, sacando de ellos el provecho  que necesita para que el cuento resulte eficaz. Me corresponde la satisfacción de dar la bienvenida a esta nueva obra que, vislumbro, los lectores de cuentos sabrán agradecer.

Presentaran libro "Tu Eres Quien Dios Llamo, de La Esclavitud a la Realeza", del pastor dominicano Michael García



BRONX, NY – El joven evangelista y predicador Michael García, de 17 años de edad, presentará aquí su primer libro, titulado "Tu Eres Quien Dios Llamo, de La Esclavitud a la Realeza", lo que lo convierte en el escritor dominicano más joven en su género.

El evento se efectuará el lunes 31 de julio, a partir de las 6:30 de la tarde, en la iglesia Visión Celestial, que pastorean los apóstoles Salvador y Kenia Sabino.

El templo está localizado en el 2868 de la avenida Jerome, entre las calles 198 y Minerva Place, en el condado de El Bronx.

"Tu Eres Quien Dios Llamo, de La Esclavitud a la Realeza", es un libro de testimonios y mensajes bíblicos, que su autor, Michael García, empezó a escribir a principios del 2016.

Michael es un joven ministro nativo de la ciudad de Nueva York, de padres dominicanos, que empezó su ministerio a la temprana edad de los 7 años. Desde sus inicios tuvo un llamado celestial, y su madre Lucy Tavares ha servido de escudera y guardián.

"Esta, mi primera obra, contiene 93 páginas, 5 capítulos y es de fácil lectura, pero requiere de una mente madura para entenderla", dijo el joven ministro de 17 años, residentes de Washington Heights, Nueva York.

"Tu Eres Quien Dios Llamo, de la Esclavitud a la Realeza" revela que cada persona, desde que nació es llamada por Dios a un predestinado propósito, revelando su identidad personal y espiritual", manifestó el joven autor quien fue ordenado pastor a los 12 años de edad.

"También el libro manifiesta los pasos a seguir para que cada individuo encuentre, sane y preserve su identidad", sostuvo el joven evangelista y predicador quien se ha convertido en el Ministro del Señor más joven de los Estados Unidos.

Y como dice la palabra, en Jeremías 1, desde el vientre de su madre Michael fue escogido por Dios para predicar las Buenas Nuevas de Salvación. Siendo apenas un niño, tuvo que "pelear" con el mismo Satanás, viviendo bajo el techo de una madre atea y rebelde a la visión.

Usada por el adversario el diablo, su madre se oponía a la fe y entrega total del joven predicador, residente del Alto Manhattan. Sin embargo, Dios usó a su propio hijo para transformarla y convertirla en una guerrera.

Ha sido tan grande el llamado de este joven predicador, que numerosos brujos, hechiceros y adivinos oraron para detener su ministerio.

Michael García es un predicador internacional, quien ha llevado las Buenas Nuevas de Salvación a las naciones, siendo fiel y obediente a la Gran Comisión de Jesús dada a sus discípulos, establecida en Mateo 28.19-20.