Por FELIX SANTANA GARCIA. El autor es administrador financiero y contralor general de la República. Reside en Santo Domingo
Según Michel Crozier, noviembre de 1989, en una sociedad postindustrial como la actual, el recurso esencial que hará la diferencia en el largo plazo es la calidad, la adaptabilidad y la capacidad de desarrollo del recurso humano.
La modernización de la administración pública, es que el cambio se deberá inducir vía el recurso humano, es decir, el cambio necesario, no es solo de estructuras o responsabilidades del funcionario, sino de actitudes y procesos de identificación. Este cambio debe ser inducido por la pirámide gubernamental: ministros, directores, jefes de dependencias, responsables de programas, entre otros.
Después de tanta resistencia para alcanzar una administración pública y consciente de que el esquema tradicional sobre el que actúa la administración, conduce a la ineficiencia, aún se lucha denodadamente por modernizar la misma.
Los problemas públicos, suelen ser sumamente complejos. El enfoque de la administración pública parte del supuesto de que la burocracia es un cuerpo compuesto de seres humanos, diferentes de organización a organización, que actúan sobre contextos particulares y que tienen agendas organizacionales diversas, a pesar de ello se pueden proponer mejoras sustanciosas.
Se entiende, que no existen reglas universales ni recetas para la solución de problemas públicos, ya que sobre estos actúan múltiples actores, móviles y dinámicos, entre ellos la burocracia.
Ahora se comienza estableciendo que se está desarrollando una nueva relación entre gobierno y sociedad, haciendo del gobierno un catalizador, un espacio de dirección, más que de resolución de todos los problemas.
El gobierno, aceptando la definición tradicional de los bienes públicos, debe actuar para dar dirección a la acción social, pero sin sustituir a la misma sociedad en la resolución de los problemas.
Para lograrlo, las burocracias deben ser transformadas a fin de satisfacer a los usuarios o clientes de los servicios, recuperando constantemente el hecho de que los gobiernos se deben a sus comunidades particulares, más que a lógicas generales o reglas universales de actuación.
Hay muchas ideas encontradas sobre el papel de los gobiernos frente a las sociedades, surgiendo entre los pensadores de la administración pública cinco dilemas a saber, primero: Rendición de cuentas o innovación.
Al tener los problemas públicos múltiples fases y componerse de diversas dinámicas, las agencias gubernamentales, como cualquier organización, descansan en la capacidad de adaptación e innovación de sus miembros para lidiar con los problemas cotidianos y estratégicos.
Incentivos a la innovación y a la discrecionalidad inteligentemente aumentada, equipos de trabajo de reingeniería y esquemas participativos, son algunas de las propuestas que se tienen y se están aplicando como soluciones para tener un gobierno más eficiente y capaz.
Debe haber equilibrio entre las fuerzas de la rendición de cuentas y, su impacto generado en la sociedad y sus grupos, por el uso de tales recursos.
El equilibrio a buscar y aplicar entre las anteriores fuerzas, indispensables en el accionar gubernamental, pero muchas veces contradictorias (rendición de cuentas y comportamiento innovador y dirigido a la eficiencia).
Participación o decisión técnica. A pesar de que negociación y discusión no llevan necesariamente a buenas soluciones, es muy importante considerar los costos y los problemas de los esquemas participativos, sobre todo cuando se busca atacar problemas sobre los que la sociedad espera acción rápida, profesional e inmediata.
Equidad o mercado. Ni las organizaciones pueden resolver siempre los problemas que se les imponen desde el exterior, ni la administración de programas lleva a la resolución de problemas en el largo plazo, por más innovador y eficiente que sea el comportamiento de los actores.
Movilizar recursos no necesariamente cambia comportamientos, administrar recursos es un paso fundamental, pero no se llega ahí a la solución de problemas, sino generar las condiciones para su solución futura o establecer los parámetros a través de los cuales los actores están de acuerdo en definir el problema, sus responsabilidades y sus dimensiones.
Finalmente, liderazgo o institucionalidad. Innovación, eficiencia, tolerancia, son todos elementos claves de la gerencia pública. Pero también son elementos que se obtienen, en una gran mayoría de los casos, por un liderazgo importante.
El tiempo para institucionalizar es corto, y las fuerzas que impulsaron la innovación y el cambio, pueden llegar incluso a ser contradictorias a las fuerzas que requieren llevar a la acción ordenada, estable e institucional de los gobiernos.
La confianza que se le ha concedido a los criterios de la gestión y la política pública representa un gran avance. El hecho de observar, medir, comprometerse con resultados, ver que las organizaciones gubernamentales están compuestas de seres humanos, son todos ellos avances importantes para hacer más capaz y práctica a la administración pública.
En la actualidad, los aparatos gubernamentales cada vez más se muestran como organizaciones de naturaleza mixta, plurales, con intersecciones múltiples, con matices de la gestión privada, que ganan en avances técnicos, pero que viven en el medio de la complejidad organizacional e institucional.
Más y mejores instrumentos de intervención, pero al mismo tiempo más dilemas y más amplias zonas de confusión.
Es así que, la administración pública es un entramado de organizaciones cuya dinámica es fundamental para la comprensión de los problemas públicos y de la interacción de la sociedad con su gobierno (Enrique Cabrero, Administración Pública, 2016)
En cuanto al actual gobierno dominicano, se advierte que realiza esfuerzos denodados para ser más abierto, digital, eficiente, efectivo, menos burocrático, transparente, rindiendo cuentas claras sobre el uso de los fondos públicos, más humano y más cerca de la sociedad con el fin de ofrecerle el servicio que satisfaga sus necesidades básicas, haciéndola más inclusiva, más participativa y receptiva de los bienes, servicios y obras llevando bienestar a los lugares más recónditos de la nación dominicana.