Emilio Sánchez Hidalgo
Una habitación doble en uno de los hostales más económicos del Cabo de Gata (Almería) costaba el verano pasado 62 euros por noche. Este verano, en las mismas fechas, asciende a 75 euros, un 21% más. El mismo espacio en uno de los hoteles con encanto de Cadaqués (Girona) rondaba los 78 euros en 2021, este verano habrá que pagar un 23% más: 96 euros. Y una habitación cerca del mar en un hotel de Corralejo (Fuerteventura, Las Palmas) ha pasado de 138 euros por noche a 179, un incremento del 29%
Ni siquiera hace falta comparar con los precios del año pasado para darse cuenta de que se han disparado. Un vistazo en Booking al mapa de cualquier ciudad turística en julio y agosto impresiona. Hace semanas habría más carteles con precios inferiores (es relativamente tarde para reservar las vacaciones de verano), pero no deja de resultar llamativo. Y cada búsqueda va acompañada del aviso de volumen de ocupación altísimo, de entre el 80% y el 90%.
Juan Antonio García, granadino de 36 años, pagó el año pasado 105 euros por cada noche en su hotel en Gandía, en el que se alojó con su novia. “Estuvimos muy a gusto y pretendíamos repetir, pero ha sido imposible. Nos piden el doble”, explica. María Fernández, madrileña de 27, está en la misma situación: “Pretendía viajar a Tarifa con mis amigas, pero el apartamento se ha disparado una barbaridad. Nos costó unos 60 euros al día a cada una y el mismo ahora cuesta unos 110. Estamos buscando otra cosa”. Antonio Moreno, trabajador de un hotel de Madrid, está sorprendido por la subida de precios de los últimos meses: “Esperaba que fuera más paulatino, pero ha sido una locura. Hemos pasado de vender las habitaciones a 60 euros de media al doble en solo tres meses. Hay algunos clientes que no se lo esperan, pero a otros les dices que 150 euros y ni protestan. Imagino que es porque ya han llamado a otros tres hoteles antes del mío y han visto lo que hay”.
Precios al alza
Son ejemplos concretos, sin validez estadística, pero ilustran una tendencia cristalina para cualquier persona que haya buscado alojamiento para sus vacaciones veraniegas. No hay cifras oficiales sobre los precios de este verano, pero el Índice de Precios Hoteleros del Instituto Nacional de Estadística (INE) muestra un crecimiento disparado desde hace meses. En abril la tarifa media por habitación ocupada, 96 euros, aumentó un 36% respecto al mismo mes del año pasado (71 euros). Ha aumentado muy por encima de la inflación, que creció en el mismo periodo un 8,3%. El dato del IPC de mayo (8,7%) consolida esta tendencia, que especifica una subida del 45% en hoteles.
Estos datos son un poco engañosos, ya que los precios de las habitaciones cayeron durante los peores meses de la pandemia. Pero si comparamos con 2019, el último año antes de la crisis sanitaria, el incremento del coste de una habitación también es muy superior al IPC. En abril de 2019 una pernoctación hotelera costaba de media 84 euros, frente a los 96 de este año. Es un 16% más, mientras que la inflación en el mismo periodo ha aumentado un 10%.
El precio medio de una habitación de hotel en abril fue el más alto en ese mes de toda la serie del INE, que arranca en 2008. Como se aprecia en el siguiente gráfico, en los años previos a la pandemia había una diferencia de unos 25 euros entre el precio de abril y el de agosto. Pero ese era otro escenario, sin crisis energética ni huracán inflacionista.
Nuria Montes, secretaria general de la Asociación empresarial hotelera y turística de la Comunidad Valenciana (Hosbec), explica el aumento de precios: “Nuestros costes han subido muy por encima del IPC, entre un 20% y un 30% respecto a 2019, el último año en el que hubo normalidad”. Esta escalada afecta más a los hoteles que a otras actividades porque la espiral inflacionista ha embestido especialmente a algunas de las partidas en las que más gastan: energía y alimentación. “Los incrementos han sido tan brutales que por mucho que lo intenten, los establecimientos no pueden evitar subir precios. Es muy difícil trabajar con esta inflación en un mercado que trabaja con mucha previsión”, añade María José Aguiló, vicepresidenta ejecutiva de la Federación Empresarial Hotelera de Mallorca (FEHM).
El crecimiento de los precios no daña la demanda, disparada este verano, lo que consolida los incrementos. El furor hotelero se debe a varias razones. “Una de ellas”, continúa Montes, “es el ahorro que muchas familias han acumulado durante la pandemia. Hay muchas personas que llevan dos años sin viajar y esta vez sí lo van a hacer”. El Banco de España calcula que las personas que no han sufrido las consecuencias económicas de la covid han acumulado cerca de 80.000 millones de euros en cuentas corrientes durante la pandemia.
El vicepresidente ejecutivo de la Asociación de Empresarios Hoteleros de la Costa del Sol (AEHCOS), Javier Hernández, cree que otra razón que explica la alta demanda es el retorno definitivo del turista europeo, especialmente el británico y el alemán, y que el nacional, como en 2021, está optando por destinos de España. “El mercado latinoamericano, el estadounidense o el asiático aún no se han recuperado, pero los tradicionales de Europa están en niveles de demanda mucho mayor que el año pasado. Respecto al mercado nacional, creo que hay un factor psicológico importante. El conflicto bélico entre Rusia y Ucrania está animando a quedarse aquí”. Hernández considera que este aumento de la demanda es el factor principal en la subida de precios de los hoteles, por encima del aumento de los costes.
© Román Ríos (EFE)La playa de Chiclana (Cádiz), en 2019
Montes asegura que en su ciudad, Benidorm, se aprecia “la llegada de la normalidad”. La misma corriente se ha instalado en Barcelona, cuyo concejal de Turismo, Xavier Marcé, animó la semana pasada a los hoteles a subir precios: “Al salir de la pandemia había que atraer a los visitantes y los hoteles optaron por una bajada de precios. Esa práctica no puede consolidarse”. “Ahora el promedio de una noche de habitación es de 145 euros, un precio que sigue por debajo de 2019. Aun así llevamos dos fines de semana que están subiendo porque coinciden con eventos, como el Primavera Sound, que atraen a mucha gente. He hablado con un hostelero que tiene una habitación que suele costar 200 euros por 1.000 euros. Pero es que solo le queda esa habitación en todo el hotel”, indicó. El Gremio de Hoteles de Barcelona se limita a remarcar que el precio de las habitaciones lo marca “directamente el mercado”.
“Nuestros precios no se suben o bajan como consecuencia de comentarios políticos, sino que son las dinámicas del mercado y el posicionamiento estratégico de nuestras marcas los que determinan las tarifas. Ya desde el mes de abril hemos notado una demanda fuerte en todos nuestros hoteles de Barcelona, que están teniendo una ocupación muy alta, tanto por el inicio de la temporada como por la vuelta de la celebración de eventos”, explica Richard Brekelmans, vicepresidente de Marriott International para el sur de Europa, una compañía con hoteles de lujo en la capital catalana como el W Barcelona, Hotel Arts o Le Méridien Barcelona.
Cambios de última hora
Para muchas personas, esta escalada de precios está condicionando sus vacaciones. El 21% de los participantes en una encuesta reciente de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) aseguró que ha cambiado sus planes para el verano por la subida de precios. Un portavoz de la entidad recomienda “más comparación”, es decir, “buscar destinos en los que los precios hayan crecido menos o incluso no se hayan incrementado”. La secretaria general de Hosbec asegura que han percibido que algunas personas están “acortando sus vacaciones: “En vez de 10 días, algunos optan por una semana”.
Ya es tarde para leer este consejo, pero la recomendación constante de la OCU respecto a las vacaciones es la “previsión”. Los más precavidos, los que reservaron antes de que empezase la invasión de Ucrania y los que han ido aplazando reservas cuyo precio corresponde a temporadas anteriores, ahora pueden disfrutar de vacaciones más baratas que otros clientes. Montes calcula que en torno a un 20% de las reservas de este verano se realizaron antes del acelerón de los precios. “Son sobre todo extranjeros, especialmente británicos. Los españoles somos más de reservar a última hora”, indica. La ocupación hotelera en la Costa del Sol, explica Hernández, es de un 78,8%, “más que en estas fechas en 2019″.
Gonzalo Fuentes, responsable de Políticas Sectoriales de Hostelería y Turismo de CC OO Servicios, anticipa un problema aparejado a la subida de precios: “Creo que este verano esos clientes que van a pagar más van a recibir un servicio peor que cuando les costaba menos”. “Hay una expectativa espectacular de cara a este verano, un gran optimismo. La demanda va a ser impresionante, pero las plantillas no se han recuperado. Esto va a repercutir en la calidad del servicio”, añade el representante sindical. Según el INE, en abril de 2019 había 210.245 personas empleadas en establecimientos hoteleros, mientras que en abril de este año eran 196.624 (un 6,5% menos). A la vez, resalta un dato positivo derivado de la reforma laboral: la tasa de temporalidad en alojamientos hoteleros fue en el primer trimestre de este año del 22,7%, frente al 31,2% del mismo periodo en 2019. “A pesar de estos buenos datos, las tasas de temporalidad y parcialidad en este sector se encuentran por encima de la media de los sectores productivos de España”, comenta.
En opinión de Fuentes, muchos empresarios hoteleros pretenden “recuperar a corto plazo lo que han perdido por el coronavirus”, un “error” en su opinión. “Hay margen para ofrecer mejores salarios y condiciones a los trabajadores de los hoteles, sobre todo con esta subida de precios”, finaliza Fuentes. El turismo es uno de los sectores más afectados por la falta de mano de obra, cifrada en unos 109.000 empleos sin cubrir.
Con información de Alfonso L. Congostrina.
Fuente EL PAÍS