Por Juan Manuel García
Todo quien haya leído, no estudiado, una mínima cartilla del latín, la lengua madre del Castellano, habrá conocido, aunque sea de oídas, la expresión: “médicus nosce te ipsum”. La misma se traduce: “médico, conócete, cúrate a ti mismo”. Es latín extraído del griego clásico como aforismo, como herencia sabia.
Hace, ya, suficiente, mucho tiempo, que venimos sazonando la necesidad de que nuestra Policía Nacional no sirve. Hay que transformarla.
Ante esa necesidad proclamada andamos como locos buscando asesoría, dinero, opiniones y montando actos de relumbrón para hacer saber que tenemos la decisión de reformar la Policía Nacional.
Ya estamos convencidos, casi, de que nuestros policías, individualmente y como órgano institucional creado con fines específicos para ayudar a la sociedad, no son más que crápulas.
Hay que dejar todo de lado y formar una nueva Policía Nacional, dice el coro. Para eso hay que llamar a los gobiernos, a los organismos mundiales, a los gurúes en la materia. Para que nos hagan una nueva Policía Nacional.
Nadie conoce, sin embargo, a la Policía, más que la misma Policía. En sus viejos archivos y memorias está toda su historia. Muchos jefes y oficiales policiales de los recogidos en esos archivos están vivos y coleando. Andan por ahí, azorados con tanto escándalos tomándolos a ellos como motivo.
Y podría haber un error en todo ese proceso: no se toma en cuenta la experiencia de esa misma Policía, partiendo de sus raíces, para extraer la basura y conocer lo que sirve. Esto, porque la experiencia es la maestra de la historia. De la vida misma.
La experiencia de la Policía Nacional nadie la conocer mejor que la Policía Nacional. Partiendo del mismo momento en que a Rafael Trujillo y los norteamericanos se les ocurrió crear ese monstruo.
Nadie conoce más que esos policías cuáles han sido sus fallas. Y cuáles han sido sus éxitos. Sus éxitos. Porque, claro que los hay. Ahí, dentro de la Policía hay de todo. Pero hay que escarbarla. Y dejarle algo de protagonismo.
Uno mismo que no sabe nada de eso, atrevidos como somos, se atrevería a sugerir: llamen a esos sabios y viejos policías, pónganlos a recitar frente a todos los expertos y comisiones de relumbrón que nos gastamos, quienes nunca han sido policías, y en quienes estamos gastando tantos cuartos, y veremos lo bueno que sabe eso. Entonces, transformemos nuestra Policía Nacional.
Y me excusan el atrevimiento.