sábado, 20 de marzo de 2021

 

LA BANDA TERRORISTA DE CONSTANTINO FÉLIX

Por Sebastián del Pilar Sánchez.-

Provistos con armas de fuego, cadenas de hierro y bates de béisbol, decenas de facinerosos asaltaron la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, en el sector de Villa Juana de la capital, destrozando su inmobiliario y maltratando a sus feligreses que padecieron una triste experiencia de temor y angustia debido al exceso de violencia que interrumpía su recogimiento de semana santa y los preparativos para la conmemoración del Domingo de Gloria.

Este suceso acaecido el 10 de abril de 1971, fue dado a conocer a través de varios órganos de prensa que emitieron notas editoriales defendiendo la propiedad privada, censurando el vandalismo y exigiendo de las autoridades aplicar la ley, tomando medidas drásticas para detener y castigar a los responsables de aquella acción vandálica.

El periódico “Última Hora” en su editorial de la edición del jueves siguiente, titulado “Otra Banda”, reveló -luego de condenar el hecho- que testimonios de residentes de Villa Juana coincidían en asegurar que los autores de ese acto criminal contaron con el estímulo y la protección de la Policía Nacional.

El artículo indicaba que la “actuación más resaltante de esa banda fue ejecutada el sábado en la noche, cuando algunos de sus integrantes penetraron en la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús y detuvieron a algunos presentes” que fueron introducidos en un carro patrullero y conducidos hasta el cuartel policial de la zona. 

Igualmente señaló que los asaltantes pertenecían a una entidad parapolicial que procuraba enfrentarse a grupos que enarbolaban “banderas de doctrinas extremistas” y “se habían dedicado a realizar acciones típicas del gansterismo político”. 

El desaparecido diario vespertino pidió a las autoridades desmantelar ese tipo de organización cuyo accionar conducía sin remedio “a duelos callejeros que pondrían en peligro la vida de muchos inocentes”.

Sin embargo, ese reclamo fue desoído porque la nueva pandilla surgía con claro respaldo de un poderoso sector oficial que entendía que la simpatía por las organizaciones progresistas había crecido tanto a nivel juvenil que pudiera afectar la aceptación pública y la estabilidad del sistema de gobierno. 

En esa instancia del poder se había calculado la conveniencia de endurecer la política represiva del Estado e infiltrar los partidos políticos de izquierda para propiciar su división; y el momento preciso para materializar esa intención, se presentó el 1 de enero de 1971 con la designación del mayor general Enrique Pérez y Pérez como jefe de la Policía Nacional.

El general Enrique Pérez y Pérez departe en una recepción de las Fuerzas Armadas.

Este era un militar de línea dura que  había sido ministro de las Fuerzas Armadas durante el gobierno provisional del doctor Héctor Rafael García-Godoy Cáceres y en el primer período constitucional del doctor Balaguer, aupado por asesores militares extranjeros y políticos de la extrema derecha que lo consideraban como  excelente aliado en la lucha contra el avance de las ideas y partidos socialistas. 

Por eso, como nuevo jefe de la Policía, Pérez y Pérez endosó su amparo silente a la iniciativa de estructuración de una maquinaria parapolicial, integrada por jóvenes de los barrios a los cuales se les facilitó la logística material y armas de fuego para que desarrollaran la tarea militar de destruir a los grupos de izquierda en los centros escolares, los clubes culturales e instituciones juveniles.

Origen de la banda

En los primeros días de la gestión policial de Pérez y Pérez, se organizó a nivel nacional el denominado “Frente Democrático Anticomunista y Antiimperialista”, asesorado por el teniente de la Policía Nacional Oscar Núñez Peña, orientador de las acciones vandálicas realizadas en el año 1971 que motivaron que esa organización fuera bautizada en el seno del pueblo como “La Banda”.

Feligreses en el frente de la iglesia Sagrado Corazón de Jesus, de Villa Juana.

Esta novedosa estructura criminal estuvo conducida en su primera etapa por un joven del barrio de Villa Consuelo llamado Constantino Féliz, residente en la calle Eusebio Manzueta, quien unos días antes de que se cumpliese el mes del atropello contra la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, ofreció una declaración  a la prensa que aseguraba que su grupo contaba con 900 afiliados en los barrios de la capital dedicados a auxiliar la Policía en la persecución de los malhechores, a controlar los hechos violentos que generaban los grupos de izquierda y otros perturbadores del orden público,

El cabecilla de La Banda comunicó que la meta de esa entidad era inscribir decenas de jóvenes en las provincias del país, para buscar su reconocimiento legal en la Secretaría de Estado de Interior y Policía y la Junta Central Electoral, aunque su interés primordial no era ser un partido político. Féliz justificó las actividades de su grupo en los barrios de la capital y algunos pueblos cercanos, pero fue parco en explicar con qué autoridad  los pandilleros se movían por las calles a bordo de vehículos patrulleros con placas oficiales y armados de revólveres y pistolas.

También obvió aclarar por qué ellos decían ser agentes policiales que habían cambiado las macanas por bates de beisbol y por qué utilizaban, además de armas de fuego, gruesas cadenas de hierro para golpear a los izquierdistas buscados.

Leonardo Mercedes, dirigente principal del BRUC, detenido por La Banda.

En esta entrevista, Féliz pidió excusas por los excesos que cometieron el viernes 7 de mayo de 1971 en la escuela intermedia República de Argentina, donde apresaron y maltrataron al dirigente de la Juventud Comunista Justo Girón Alcántara y originaron un gran desorden. 

Sin embargo, su disculpa se esfumó en la madrugada del domingo siguiente cuando La Banda desmanteló pupitres y pizarrones de la escuela primaria República Dominicana, convirtiéndola en “Hotel El Pato”, su refugio para pernoctar en los momentos de inactividad o descanso.

La acción de los pandilleros continuó el lunes 10 de mayo con allanamientos en Villa Juana y el apresamiento del joven Leonardo Mercedes, estudiante de ingeniería civil y secretario general del Bloque Revolucionario Universitario Camilista (BRUC) que operaba en la Universidad Autónoma de Santo Domingo.

El joven camilista caminaba por el sector cuando fue detenido por miembros de la banda fuertemente armados, que intentaron subirlo al vehículo en el que viajaban. Mercedes resistió lo que parecía ser un intento de secuestro, al asumir una actitud valiente que generó la solidaridad de las personas que pasaban por el lugar y formaron un círculo que desanimó a sus atacantes que decidieron marcharse.

La banda endurece acción delictiva

En la mañana del miércoles 12 de mayo La Banda mató a balazos al joven José Francisco Hernández, de 26 años, durante un intenso tiroteo en los alrededores del colegio Cristóbal Colón, situado en la calle Doctor Tejada Florentino No. 50 de Villa Consuelo. Ese crimen ocurrió en el momento en que la pandilla encabezada por Francisco Corporán,  alias Frank el loco, de 26 años, intentaba penetrar en ese centro educativo  privado, que estaba bien valorado por la calidad de su cuerpo profesoral y el rendimiento académico de sus estudiantes, que satisfacía las expectativas de los habitantes de esa barriada, en su mayoría humildes ciudadanos que realizaban extraordinarios sacrificios para educar a sus hijos aislados de los disturbios y problemas de las escuelas públicas.

El profesor Luis Encarnación Nolasco, propietario y director de este colegio, lamentó el incidente que dejó un saldo de un muerto y cuatro heridos de balas que fueron internados en la cercana clínica del doctor Rodríguez Santos. También deploró que esa academia hubiese sido escogida por La Banda como campo de batalla, donde golpearon estudiantes y pegaron afiches promocionando la figura política del presidente Joaquín Balaguer.

En este episodio intervino también el mentado Ignacio Loyola Arias, mejor conocido como Carabina, quien armado de una pistola calibre 32, hizo varios allanamientos en la calle Doctor Tejada Florentino, apresando y golpeando severamente a los jóvenes Aquiles Sánchez y Reynaldo Reinoso, miembros del Comando Revolucionario Camilo Torres (CORECATO).

La violencia proseguiría durante la mañana del jueves 13 de mayo en la escuela primaria República de Chile, situada en la calle Montecristi esquina Juan Bautista Vicini de la capital, que fue asaltada por 18 miembros de La Banda, a punta de pistolas y ametralladoras, amedrentando a unos 30 niños que salieron aterrorizados de las aulas y corrieron en tropel hacia las calles aledañas.

En este plantel hirieron a la profesora Sabina del Rosario cuando intentaba socorrer a varios alumnos, pero les falló el plan de sorprender y apalear a los muchachos simpatizantes de los grupos de izquierda que tenían por costumbre reunirse en el patio durante la hora del recreo. Ellos eran, entre otros, José (Tembleque) Padilla, José Vargas González y Jorgito Puello, hijo del legendario dirigente del Movimiento Popular Dominicano (MPD), Jorge Puello Soriano, aunque entonces ya no se encontraba en el país.

Este último adolescente había sido objeto de la ira del presidente Balaguer, quien en un discurso televisado a todo el país la noche del 4 de febrero de 1967, lo acusó de ser parte de una trama internacional contra su gobierno.Entonces Jorgito que aún no cumplía los 15 años de edad, ocupó la primera página de los periódicos y fue bautizado por el diario “El Nacional” como “El Angelito Negro”, considerando los términos de la referida alocución presidencial y el hecho de que junto al dirigente emepedeísta Henry Segarra Santos, había sido detenido en el Aeropuerto Internacional de Punta Caucedo cuando intentaba viajar a Europa. 

Protesta contra la violencia.

Es bueno recordar que la misma noche del asalto a la escuela Chile, ocurrieron dos acontecimientos que estremecieron a los moradores de los sectores de Villa María y María Auxiliadora; siendo el primero, la muerte a tiros y cuchilladas de un joven mecánico de 31 años, llamado Antonio de la Cruz Jiménez (Antolín), residente en la casa No. 32 de la calle Respaldo Vicente Noble del barrio María Auxiliadora, de la Capital; y el segundo, el asesinato del joven Pedro Antonio de la Cruz González (Pepe), señalado como miembro de La Banda, que fue atacado a balazos frente a una casa en construcción marcada con el número 13 de la calle Respaldo Yolanda Guzmán, en el momento en que conversaba con su amigo Rafael Fortunato. 

La primera muerte fue atribuida a siete miembros de la banda, cuyo cabecilla era el joven Eddy de la Cruz Candelario, quien fue detenido por la Policía pero puesto en libertad en menos de 48 horas, debido a que fue descargado por el juez Rafael Arias Mota, quien consideró que el expediente formulado por la Fiscalía del Distrito Nacional no contenía suficiente material probatorio de su responsabilidad en el hecho. De la Cruz se desligó de ese asesinato, así como de las heridas de gravedad ocasionadas al joven Juan Bautista Polanco, aunque reafirmó que la misión de su grupo era enfrentar las movilizaciones, los micromítines, la subversión y el terrorismo.

La muerte del presunto bandolero  fue responsabilidad del comando clandestino Luis Pérez Naut, del Movimiento Popular Dominicano.

La Banda ataca liceo Juan Pablo Duarte y barrio de Cristo Rey

Teniente Oscar Núñez Peña

El lunes 17 de mayo, actuando combinadamente con la Policía, La Banda abrió a tiros la puerta de hierro de malla anticiclónica que protegía al liceo secundario Juan Pablo Duarte y penetró a la fuerza en el recinto, venciendo la férrea resistencia de los estudiantes, uno de los cuales recibió un tiro en la cabeza y fue llevado de emergencia a curar en un centro de salud.En la ocasión, Julio César Hernández, integrante de La Banda, amenazó con dispararle al periodista del diario El Nacional y al reportero gráfico Valentín Pérez Terrero, obligándoles  a apartarse del escenario.

Los exabruptos de La Banda seguirían el sábado 22 de mayo, cuando aproximadamente un centenar de sus miembros patrullaría por el barrio de Cristo Rey, atacando viviendas, apresando a diez dirigentes de base del partido blanco y provocando que algunos de los moradores abandonaran sus hogares para evadir los atropellos de ese escuadrón de maleantes capitaneado por Eddy Antonio Martínez (El Ombligú).

La Banda escoge directiva y nuevo cabecilla

El lunes 31 de mayo se anunció el fin del mandato de Constantino Félix, al escogerse a Eddy de la Cruz Candelario como secretario general y cabecilla de La Banda; además de que fueron incorporados a su directiva, Ignacio Loyola Arias (Carabina), Julio César Hernández (Colorao), Francisco Antonio Diloné (Cabeza), Francisco Corporán  (Frank el loco) y Miguel Mejía Salazar (Muñeco).

Profesor Luis Encarnación Nolasco, director del Colegio Cristóbal Colón.

También, Salomón Soriano Martínez  (Come Hierro), Miguel Reyes Báez (Fantasma), Julio T. (Malapalabra), Francisco A. Mota Jiménez, Luis Enrique de la Cruz, Juan Ignacio Vargas Bautista, Julio César Mejía, José Lucía Rodríguez, Wilfredo Vargas Nova, Rafael Enrique Ariza, Pedro Antonio Ramírez, Héctor Bienvenido Martínez, Moisés Arias García, Fernando Adolfo de Castro, Miguel Mata Peña, Timoteo Calderón, entre otros.

Las últimas  hazañas criminales de este grupo dirigido por Eddy de la Cruz y más tarde por Ramón Pérez Martínez (Macorís), será el contenido del próximo relato.

 

Responsabilidad Social del Periodista

Por Ramón Diloné
A propósito del llamado a los periodistas a la censura de la vocera de la presidencia, escribimos el presente artículo que creemos oportuna su reproducción frente al anuncio del gobierno de un “Diplomado en Periodismo Ético”, puesto que entendemos que en el país pocos tienen calidad moral para hablar de ese sacerdocio de vida profesional, puesto que la ética no se compra, se práctica a lo largo de un ejercicio sólo comprometido con los mejores valores de la sociedad y, sobre todo, con la verdad.
Recordamos que la ética no viene en un cartoncito vestido de título. Eso jamás es sinónimo de ejercicio serio, honrado y comprometido con la verdad. La se ética se práctica y se enseña con un ejercicio periodístico social responsable. Además el ejercicio ético del periodismo, nunca puede conciliar con el poder.
El artículo dice que en ningún otro momento de la historia el periodismo fue tanto noticia como ahora, porque en la actualidad los discursos políticos, económicos, religiosos, históricos, deportivos, educativos, literarios y tecnológicos se ocupan de la crisis de los medios de comunicación, de la realidad del ejercicio de la profesión de periodista y de la responsabilidad de los medios y de los periodistas frente a la sociedad. Es preciso señalar que la República Dominicana no escapa a esa realidad mundial, donde hacer periodismo es informar sobre el propio periodismo.
La historia de que los periodistas no son noticia, ha terminado, pese a que no hay películas sobre periodistas honestos, pero si existen muchas sobre políticos corruptos.
Se debe señalar que el país vive una situación muy difícil, debido a que la mayoría de los medios y de los “periodistas”, no cumplen con su responsabilidad social de búsqueda de la verdad.
Esta es la razón por la cual los medios y los periodistas se distancian de su misión social, pero tenemos que resaltar que el periodismo es, y será siempre, un oficio de honrados y de valientes. Ahora, en la búsqueda de ese ideal, las escuelas de comunicación social y el Colegio Dominicano de Periodistas (CDP) no cumplen con su rol de orientadores éticos.
En el pasado, los medios de comunicación, en especial los periódicos, fueron “armas” temibles y peligrosas, porque el periodismo se ejerció como contrapeso del poder político, económico y religioso. Es preciso resaltar que en el país, en lo que del siglo XXl, se ha escrito una historia muy distinta, porque muchos de los medios, así como la inmensa mayoría de los periodistas, son cómplices de la corruptela de los gobiernos.
A esa dramática realidad, debemos agregar que ha bajado el nivel de preocupación de las escuelas que forman “los periodistas” y del CDP por los problemas éticos del periodismo y de la sociedad.
Aunque los polític0os y los periodistas siguen en el centro de la vida social, los últimos cada día que pasa se alejan más de su rol social de búsqueda de la verdad, porque están juntos con los políticos, con los cuales comparten el desdén de una ciudadanía olvidada a su propia suerte.
La situación se verifica porque el periodismo ya no es el contrapunto del poder político y económico, sino su cómplice, proceso que en la República Dominicana se acelera en la segunda
década del presente siglo.

Lo expuesto se debe a que nada como “el dinero y el poder” para desvincular a los periodistas y a los medios de los ciudadanos comunes. Esta es la razón de por qué existen medios y periodistas que son “peajes o aduanas privadas”, donde nada se difunde sin dejar el “impuesto de lugar”.
La desaparición del periodista como mediador social, es una reivindicación de los sectores más poderosos y de los políticos corruptos, porque cuando el periodista actúa con responsabilidad, apegado a los principios éticos, es el garante ideal para que la ciudadanía pueda conocer la veracidad de los hechos. Tenemos que indicar que el periodismo es, en esencia, mediación social y selección constante de los temas que afectan a una comunidad, al país o al mundo.
Como la teoría de la responsabilidad social indica que los medios y los periodistas estamos obligados a cumplir con la misión de orientar de forma correcta a la sociedad, es pertinente que señalemos que ese postulado se convierte en letra muerta en nuestro país.
Lo peor del caso es que, hasta ahora, los gobiernos que van desde el primero de enero del 2000 hasta el 16 agosto del recién finalizado 2020, no tienen calidad moral para llamar a capítulo a los medios y a los periodistas descarrilados, puesto que fueron los principales auspiciadores de la muerte del periodismo comprometido con la justicia social.
La crisis es mayor porque tampoco el CDP puede poner frenos, debido a su debilidad institucional y al grave cuestionamiento de sus dirigentes.
Frente a la dura realidad expuesta, las escuelas de comunicación tienen que aumentar su batalla en aras de formar un profesional con capacidad crítica, que reflexione sobre la necesidad de un periodismo ético que desempeñe el papel de promotor de una ciudadanía responsable.
Y es posible que algunos lectores nos quieran preguntar qué pasa con el Código de Ética del Periodista, nada, los primeros que lo tiraron a la letrina, son quienes han dirigido el CDP en lo que va de siglo.
Queremos significar que el avance de las tecnologías de la información y de la comunicación, propicia la aparición del periodismo digital, el cual a veces es más participativo que el tradicional, pero otras veces tiene tendencia a ignorar el poder de las masas, por sus compromisos con los poderes económicos y políticos.
Es una obligación que recordemos que un porcentaje importante de los “nuevos medios” pertenecen a los grandes consorcios que dominan el mercado nacional e internacional de la industria de los medios de comunicación, empresas que como negocios que son sólo buscan el lucro de sus dueños.
Como señala el periodista español Arcardi Espada, el periodismo digital en su opinión más crítica incorpora el sintagma de periodismo ciudadano, lo que constituye un simple pleonasmo si nos atenemos a la concepción tradicional del periodismo, el cual siempre lo hacen humanos para humanos.
Es de lugar que indiquemos que su formulación revela el descontento de un sector social importante con la evaluación de un oficio que nació entre los ciudadanos, pero que ha terminado viviendo con el poder político y económico.
Las nuevas tecnologías no liberan a los periodistas ni a los medios de comunicación de los viejos compromisos sociales que establecen un ejercicio sólo comprometido con la verdad. Esta es la razón por la que debemos mantener la lucha por la vigencia de un periodismo contestatario comprometido con el bienestar y el progreso social de todos.

Los medios tradicionales tienen que entender que el periodismo digital no es su enemigo, realidad por la que deben luchar para adaptarse a las nuevas oportunidades tecnológicas y de trabajo participativo que ofrece el periodismo digital, pero eso tienen que hacerlo sin renunciar a sus compromisos sociales.
En el escenario planteado, es que las escuelas de comunicación juegan un papel protagónico para inculcar en los nuevos profesionales, que los periodistas tienen que mantener una ética de la noticia, porque su primera obligación es con la verdad. Ahora, esto requiere de un ejercicio leal a la ciudadanía, realidad por la que debemos mantener nuestra independencia con los que nos pagan sin violentar la ética.
En el país la situación es compleja porque los medios no siempre están del lado de la verdad, ya que cada medio crea su conjunto de verdades y olvida que noticia es lo que la comunidad, la población o la ciudadanía necesita para afrontar la situación que vive.
En la realidad planteada, tenemos que señalar que no sólo está en peligro de muerte la noticia, sino la libertad de prensa y la libertad del pueblo dominicano a ser informado como debe ser, apegado a la verdad.
Al hecho de que muchos “periodistas” olvidaron su responsabilidad social, debemos agregar la dramática realidad de la convergencia, ya que los principales medios del país son controlados por cuatro o cinco grupos (familias), lo que limita aún más el libre ejercicio del periodismo.
La realidad se complica porque las instituciones que nos representan, son en extremo débiles y sus dirigentes carecen de liderazgo. Esta es la razón por la que el periodismo dominicano se parece a esos funcionarios corruptos, a los cuales la ciudadanía quiere encontrar apuñalados en un callejón oscuro para terminar de rematarlos.
Otros problemas graves del periodismo digital es que reduce la rentabilidad de los medios tradicionales y aumenta la corrupción, porque hay menos controles sobre las publicaciones que se hacen. También la convergencia de los medios o su transformación en multimedia, baja de forma considerable los puestos de trabajo, lo que hace que el Estado pase a ser el mayor empleador, realidad que aumenta en forma alarmante la corrupción entre los medios y los periodistas en el presente siglo.
Un cambio significativo es que mayoría de los periodistas que egresan de las universidades pertenecen al sexo femenino, lo que indica que está a punto de desaparecer el postulado de que el periodismo es un oficio de hombres. Esto constituye un aliento porque en el área, las mujeres son menos corruptas que los hombres.
Pese al fúnebre panorama que hemos descrito, el periodismo comprometido no va a desaparecer. Creemos que la especialización se apodera de gran parte del periodismo, pues ya la mayoría de los medios tradicionales se han transformado y han encontrado nuevas formas de hacer periodismo, debido a que poco a poco vuelven al periodismo de investigación.
Los medios y los periodistas están obligados a volver a conectarse con sus fuentes, premisa que es un imperativo ético y moral del nuevo periodismo que practicamos.
Los medios y los periodistas tienen que volver al camino de búsqueda de la verdad. Es el momento de volver al periodismo comprometido con la sociedad.
El auge del periodismo digital y la complicidad entre políticos y periodistas corruptos, no es el fin del periodismo. La crisis actual es sólo el fin de un modelo de negocio que lo daña todo.

Si ha llegado el cambio, entonces hay que escribir una historia diferente, en la cual el gobierno no se vea en el dilema “de pagar para no matar” o de recurrir a los corruptos vocingleros de los últimos 20 años.
Hay que mantener la vigencia del periodismo socialmente responsable. El gobierno, las escuelas de comunicación, el CDP y las demás instituciones vinculadas a la industria de los medios de comunicación social, deben garantizar la libertad de prensa y promocionar un ejercicio ético para que el periodista vuelva a ser un observador independiente del poder y cumpla con su responsabilidad de informar apegado a la verdad, porque es un imperativo de la hora que los medios redefinan sus valores para que juntos a los periodistas honrados se puedan acercar a la ciudadanía, para que así su misión informativa ayude a mejorar la vida pública.
LO PUEDE DIFUNDIR. 19/3/2021.