Jaime Fernández, fundador de Projects of Children, relata sus vivencias entre Leópolis y la frontera con Polonia buscando mejorar las condiciones de vida de lo más pequeños
No hay paz para los niños ucranianos afectados por la invasión rusa. Incluso los que han encontrado refugio en otros países europeos ya llevan las heridas de la guerra en sus almas y mentes, sin olvidarnos de los más de 430 niños que ya han muerto en la guerra y los más de 830 que han resultado heridos.
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Este 20 de noviembre se conmemora el Día Mundial de la Infancia, y queremos recordar que todos los niños y adolescentes se merecen disfrutar de una buena salud mental y bienestar emocional, especialmente en Ucrania, donde la guerra está teniendo un impacto terrible entre los más pequeños.
Y es que el bienestar mental es algo básico para cualquier niño, niña o adolescente. Por este motivo, españoles como Jaime Fernández -director y fundador de una ONG llamada Projects of Children- se desviven por cuidar la salud mental infantil en un conflicto como el de Ucrania, donde él se encuentra ayudando actualmente entre Leópolis y la zona fronteriza con Polonia (Podkarpackie) desde el comienzo del flujo migratorio, priorizando las necesidades de los niños a las suyas propias, facilitándoles comida, abrigo y apoyo emocional.
Projects of Children es una ONG que defiende los derechos de la infancia más desfavorecida alrededor del mundo. De hecho, Jaime ya había colaborado en otros proyectos parecidos en Panamá, Brasil, Colombia, Perú, Cuba, República Dominicana, Marruecos, Nepal, India, etc. buscando mejorar las condiciones de vida de algunas comunidades, familias y niños para que tengan un futuro más esperanzador, pero nada parecido con lo que está viviendo con la guerra en Ucrania.
“Yo ya había trabajado en orfanatos de otros países donde había visto casos graves de abusos físicos y sexuales, pero no estaba preparado para esto. Los niños en Ucrania están sufriendo un trauma social brutal”, afirma Jaime. “El fuerte sonido de las sirenas antiaéreas es lo que más está trastornando a los niños ucranianos y el tener que ir al refugio casi a diario”, agrega.
Desde el inicio de la invasión rusa el pasado 24 de febrero, más de 15 millones de refugiados han huido de Ucrania (unos 7,5 millones hacia Polonia según ACNUR) para buscar seguridad en otros países europeos, de los cuales se estima que el 40% son menores. Cientos de miles de niños han sido testigos de acontecimientos devastadores, se han visto obligados a dejar atrás a sus seres queridos y huir de sus hogares llegando a la frontera de Polonia y Eslovaquia cansados, con hambre, frío y miedo.
”Polonia es el país que más ha acogido a refugiados ucranianos llevando a cabo un esfuerzo espectacular. No ha puesto ninguna queja, y además está brindando ayudas a los ucranianos. Tampoco han habido ni delitos de odio ni racismo por parte de los ciudadanos polacos”, señala Jaime.
Por otro lado, hay muchos ucranianos que ya están regresando a sus hogares porque consideran que el conflicto se está estabilizando, algo que Jaime considera que es algo “difícil de entender” desde su posición porque el país sigue siendo “un lugar inseguro”. También hay otros ciudadanos que el tema de las alarmas por bombardeos de Rusia lo están “normalizando”, según el fundador de Projects of Children, algo que supone “un peligro porque está previsto que lleguen misiles al país y que podrían caer cerca”.
Después nos encontramos ante la terrible situación de los miles de niños que han sido sacados de los sótanos de ciudades bombardeadas como Mariúpol y de orfanatos en los territorios separatistas del Donbás. Entre ellos se encuentran aquellos cuyos padres murieron por los ataques de las tropas de Vladimir Putin, otros en instituciones o con familias de acogida.
Lo peor de todo es que alrededor de 280 menores ucranianos huérfanos han sido “raptados” y llevados a Rusia desde el inicio de la guerra sin consentimiento de sus familiares para “convertirlos” en rusos. “Hay miles de niños que han desaparecido en Ucrania y otros tantos que han sido raptados por las tropas rusas. Quitarle a alguien su nacionalidad e identidad es algo gravísimo, pues son derechos muy importantes de todo ser humano”, lamenta Jaime.
“Esto cansa mucho emocionalmente, aquí hay que estar siempre alerta. No tenemos tiempo ni para derrumbarnos, ni estar tristes ni llorar”, recalca el director de la ONG. “Después de haber estado en otros países conflictivos como Brasil y Colombia, en comunidades complicadas donde uno escucha disparos a menudo, soy una persona que me suelo poner menos nerviosa que el resto porque es el papel que me toca para que no entren en pánico los de mi alrededor”, puntualiza.
Fuente: La Razón