DESMANES DE UNA PANDILLA DE SECUNDARIA
Por Sebasian del Pilar Sanchez
“Doña Ercilia, dígale a Carlitos que no se aleje de la casa, ya que comenzó el jaleo en el liceo Juan Pablo Duarte donde los estudiantes se están enfrentando a la turbulenta pandilla de “Tony el Pelú!“, advirtió Arsenio De Jesús, un vendedor de ropas, calzados y otras mercancías del barrio de Villa María, durante la mañana del lunes 11 de enero de 1971.
El comerciante exhortó de igual modo a su vecina Ercilia Guzmán a ser precavida, recogiendo a sus hijos dentro de su casa para que no se viesen involucrados en la movilización estudiantil que comenzó a desarrollarse en el lugar indicado.
La alerta de Arsenio De Jesús fue dada mientras se apeaba del carro de su hermano Quintino que estacionó frente a la vivienda de su madre situada en la calle José Martí casi esquina 13 del sector referido.
El negociante de ropas se puso en movimiento al ver la resistencia mostrada en legítima defensa por decenas de intrépidos estudiantes contra excompañeros de clases que empuñaban revólveres y presionaban de manera violenta por penetrar al liceo.
El grupo repudiado tenía de cabecilla a Gervasio Antonio Alba Marte (alias Tony el pelú), aunque en esta ocasión estaba dirigido por el estudiante de tercer año de bachillerato, Miguel Ángel Féliz, mejor conocido como “Milán el temible”, cuya acción anarquizante era la respuesta descabellada a la cancelación de su matrícula dispuesta por el director del plantel.
El profesor Tirso Amaury Hernández tomó esa medida luego de comprobar que Milán el temible había tenido una participación protagónica en escandalosos actos de indisciplina acaecidos dentro y fuera de las aulas.
La nueva manifestación de anarquía surgió en un tramo de la avenida Duarte y fue vista por Arsenio De Jesús que se ocupó de poner en conocimiento de sus vecinos la situación de caos que se estaba formando, apresurando de paso el retorno al hogar de Carlitos y Arelis, los dos hijos de Ercilia Guzmán.
Ambos adolescentes se sumaron a los quehaceres domésticos y al negocio de frituras de su progenitora, convertido en los últimos tiempos en una fuente alterna de ingresos para fortalecer el poder adquisitivo de su salario como conserje de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).
La advertencia de peligro hecha por el comerciante fue oída también por los jóvenes René Silverio, Rafelito Berniel, Querido Castillo, Rafael Ureña (Ñañito), Luis Romero (el Gordito), Nelson Núñez, Julio Castillo y su novia Sobeida, que se encontraban entretenidos en un juego de briscas españolas de 48 naipes, sentados en bancos de madera en una de las aceras de la calle José Martí.
Después de dos horas de diversión, esos muchachos se vieron forzados a soltar sobre el tablero de juego las barajas de copas, reyes, espadas y bastos que tenían en sus manos, deteniendo bruscamente su pasatiempo favorito.
Los jugadores habían recordado que recientemente había ocurrido en ese lugar un incalificable maltrato a mujeres y niños, perpetrado por forajidos armados de cadenas y cuchillos que empujaron y golpearon a los vecinos que encontraron a su paso.
Esos bandoleros eran del sector de Villa Consuelo y estaban dirigidos por Moreno Colombo, un cabo de la Policía arbitrario y abusador que le cayó a patadas a un niño de once años llamado José Manuel, hijo de un propietario de compraventa de la calle José Martí.
Los muchachos de Villa María se enteraron poco después que esos antisociales estaban al servicio de una organización de reciente formación que adoptó el nombre de “Frente Democrático Anticomunista y Antiterrorista”, que se estaba reuniendo en la escuela República Dominicana de Villa Juana, encabezada por Constantino Feliz, quien recibía órdenes del teniente de la Policía Oscar Núñez Peña.
Lo supieron por medio de Ramón Ozuna, un vecino de Villa María que fue uno de los primeros en enrolarse a esa nueva pandilla, aunque desertó casi enseguida al negarse a cumplir una orden de atacar y golpear a varios simpatizantes de los grupos de izquierda con quienes había confraternizado desde la niñez.
Ramón Ozuna -o “Ramón Cajita”- fue la primera persona que denunció públicamente el surgimiento de esa organización parapolicial que el pueblo bautizó como “La Banda”, estructurada y respaldada por el alto mando policial para eliminar dirigentes y militantes de izquierda.
Ramón Cajita cumplió igualmente el peligroso encargo de revelar a la opinión pública los nombres de varios estudiantes “cabezas calientes” como el apodado “Boca de Whisky”, que pasaron a ser parte de La Banda luego de pertenecer a la pandilla de Tony el pelú, responsable de la anarquía reinante en el liceo Juan Pablo Duarte.
Por cierto que Gervasio Antonio Alba Marte no participó físicamente en las primeras actividades de La Banda, porque desde el 29 de diciembre de 1970 guardaba prisión en la Penitenciaría Nacional de La Victoria, acusado de tirotear una tropa policial y herir de gravedad al raso Juan Rodríguez, quien sufrió lesiones permanentes.
Tampoco estuvo presente en la acción anárquica que protagonizó su grupo en el curso de la mañana del lunes 11 de enero de 1971 en el liceo Juan Pablo Duarte, que culminó con un balance de cuatro estudiantes heridos; uno de los cuales, Milán el temible, recibió un balazo en uno de sus tobillos
Ese trágico incidente ocurrió cuando éste con un revólver en la mano se subió en el techo del edificio escolar y estimuló a los integrantes de la pandilla a ingresar sin uniformes y de modo violento al recinto docente, desacatando todas las reglas de disciplina.
Esa pandilla encabezó la mayor parte de las actividades anarquistas que ocurrieron en el liceo Juan Pablo Duarte y luego, siendo parte de La Banda participó en las agresiones de que fueron víctimas las organizaciones estudiantiles de izquierda en varios planteles escolares de la Capital.
Una de ellas se llevó a cabo la noche del jueves 28 de enero de 1971 en Radio Cristal, donde La Banda atacó de modo feroz a militantes del Frente Estudiantil Flavio Suero (FEFLAS) y de la Unión de Estudiantes Revolucionarios (UER), dejando un saldo de cuatro heridos.
Sin embargo, de esa acción fue responsabilizada la Juventud Comunista, ya que sus adversarios hicieron creer que había sido ordenada por el PACOREDO, luego de la riña que su grupo juvenil sostuvo con militantes de la UER y el FEFLAS el 26 de enero dentro del liceo Rodríguez Objío, malogrando un acto público de recordación del nacimiento de Juan Pablo Duarte.
El ataque a Radio Cristal se materializó en el momento en que dirigentes de la UER y el FEFLAS denunciaban en el Departamento de Prensa de esa emisora el boicot de la Juventud Comunista al acto de recordación del natalicio del padre de la Patria.
Esa acción macabra fue planificada dentro del centro de operaciones de La Banda en la escuela República Dominicana por su jefe operativo Constantino Féliz, siguiendo las órdenes del teniente Oscar Núñez Peña y el alto mando policial.
Finalmente, se debe saber que Tony el pelú logró su libertad en abril de 1971 y se dedicó a la actividad política en bajo perfil, enarbolando la causa reeleccionista y la bandera del partido oficial, aunque su nombre sólo volvería a sonar en público durante la campaña electoral de 1974.
Entonces se le ubicó como promotor de la Cruzada del Amor y fue acusado por dirigentes de la oposición de ser miembro de la banda colorá en la urbanización Las Caobas de la capital, donde residía en calidad de beneficiario de un cómodo apartamento de un edificio multifamiliar construido por el gobierno de Joaquín Balaguer. Pero esa es otra historia.