martes, 25 de febrero de 2025

Merz tiende la mano a los socialdemócratas para gobernar Alemania

 

El futuro canciller y líder de la CDU insta al SPD a negociar cuanto antes para pactar una coalición antes de Semana Santa

El primer día de la nueva era gubernamental alemana no dejó espacio para la pausa o el júbilo. El líder de la Unión Cristianodemócrata (CDU), Friedrich Merz, anunció ayer que aspira a formar una coalición con el Partido Socialdemócrata (SPD) y que su intención es iniciar las negociaciones a más tardar la próxima semana. Una Gran Coalición entre la Unión y los socialdemócratas es la única posible para formar Gobierno, sin contar un hipotético pacto con los ultras de Alternativa para Alemania (AfD) que rompería el «cordón sanitario» y, según Merz, «eso es exactamente lo que queremos» y de ahí que se reuniera ayer por la tarde con el líder del SPD, Lars Klingbeil, y con el canciller Olaf Scholz.

Tras conseguir el 28,6% de los votos, Merz ve un mandato claro para formar Gobierno y aseguró que ahora su primer objetivo es preparar una fase de transición sensata. «Alemania necesita un Gobierno capaz de actuar y que cuente con una mayoría parlamentaria que lo respalde», añadió Merz, que se mostró «muy confiado» en que sería posible formar un Gobierno. En las conversaciones con el SPD se tratarán sobre todo tres temas: política exterior, migración y economía e industria.

Gran Coalición y evolución del voto

Merz dejó claro, sin embargo, que también quiere cambiar la ley electoral, modificada bajo la coalición tripartita, porque está «unilateralmente dirigida contra la Unión»; de hecho, 15 candidatos de la CDU y tres de la CSU no lograron entrar en el Bundestag debido a esta nueva ley. «Ese derecho a votar daña nuestra democracia», afirmó Merz.

La Unión se convirtió claramente en la fuerza más votada en las elecciones federales, pero depende de un socio para formar una coalición y aunque un Gobierno con el SPD es matemáticamente posible, los socialdemócratas esperan unas negociaciones complejas. Motivo de más para que, aunque desde la CDU algunos sectores dan por hecho de que el SPD acabará formando Gobierno, algunos políticos conservadores como el líder del grupo parlamentario, Thorsten Frei, hicieran un llamamiento a los socialdemócratas para que asuman su compromiso gubernamental. «El SPD es un partido que siempre ha asumido una gran responsabilidad por nuestro país», afirmó Frei. «Ahora se trata de asumir esa responsabilidad, lo que conlleva poner los intereses del país muy por encima de los intereses partidistas».

El hecho de que Alemania pueda volver a estar gobernada por una Gran Coalición «es un requisito importante para poder resolver el atraso en materia de reformas internas y afrontar los desafíos cada vez mayores en materia de política exterior», agregó el político. Los próximos días demostrarán «con qué rapidez podremos formar un Gobierno fuerte».

Para el SPD, el resultado no solo representa su mínimo histórico sino que, por primera vez, un canciller socialdemócrata, Olaf Scholz, fue destituido tras solo un mandato. Scholz ya había anunciado el domingo por la noche que quería permanecer en el cargo hasta que se eligiera un nuevo canciller. Sin embargo, no quiere participar en las negociaciones sobre la formación de un nuevo Gobierno. El colíder del SPD, Lars Klingbeil, probablemente se convertirá en el nuevo hombre fuerte de los socialdemócratas. El domingo por la tarde, Klingbeil anunció que, además de la presidencia del partido, también se postularía para la presidencia del grupo parlamentario del Bundestag.

No obstante y a pesar de sus malos resultados, el SPD no quiere entregar la coalición a cualquier precio. «No hay automatismo, pero el centro democrático debe, por supuesto, intentar trabajar unido en estos tiempos», aseguró el secretario general del SPD, Matthias Miersch. El partido observará cómo se comporta Merz en las negociaciones y «luego decidiremos en función de si realmente funciona o no».

Por su parte, el primer ministro de la Baja Sajonia, el socialdemócrata Stephan Weil, tampoco dio por seguro el éxito de las negociaciones. «Tendría que ser una coalición de la que se pudiera decir con buena conciencia: sí, esto podría funcionar».

La posibilidad de sentarse a negociar con la AfD se avista entre lejana e imposible y de ahí que la líder de este partido, Alice Weidel, –y más con los buenos resultados cosechados–, reclamase su lugar en el nuevo Parlamento. «Tiene que haber normalidad en el Bundestag» y la AfD debe obtener «lo que merecemos con nuestros votos», aseguró ayer en Berlín. En concreto, exigió, por ejemplo, «que no se nos niegue el puesto de vicepresidente del Bundestag». La AfD, con 152 de los 630 escaños del futuro Parlamento, «ya no debe ser ignorada», añadió Weidel que, asimismo, calificó de «absoluta insolencia» que a su formación no se le haya concedido durante años un asiento en la comisión de control parlamentario encargada de supervisar los servicios secretos en Alemania.

Por otro lado, los líderes de la AfD, Weidel y Tino Chrupalla, quieren seguir liderando la fracción del Bundestag como dúo después de las elecciones. «Continuaremos juntos», agregó la líder ultra. También se da por hecho que la izquierda de «Die Linke» no participe del próximo Gobierno. No obstante, esta formación aseguró estar abierta a cooperar con otros partidos en leyes que requieren una mayoría de dos tercios. «Por supuesto que estamos dispuestos a negociar, no hay ninguna duda al respecto», afirmó el colíder del partido, Jan van Aken.

Si se relaja el freno de la deuda, «Die Linke» podría votar junto con la Unión conservadora, el SPD y Los Verdes. Sin embargo, con esto el partido no quiere entregar un cheque en blanco al Gobierno. Se trata de encontrar formas en las que la izquierda no sea «estafada» y que, sin embargo, «contribuyan a que la democracia avance».

Mientras tanto, se espera que Merz, además de formar rápidamente un Gobierno estable, asuma el liderazgo con políticas claras en interés de Europa. No en vano, el líder conservador sabe cómo funciona la realidad comunitaria. El próximo canciller comenzó su carrera política en Bruselas y Estrasburgo como miembro del Parlamento Europeo antes de entrar en el Bundestag y, en los últimos meses, ha visitado varias veces la capital comunitaria y sus interlocutores tuvieron la impresión de que estaba familiarizado con las propuestas legislativas europeas. Un liderazgo que nunca antes había sido tan importante como ahora, cuando el presidente estadounidense, Donald Trump, está menoscabando los cimientos de la alianza transatlántica y, hasta ahora, las reacciones desconcertadas de los responsables europeos o las dos rondas infructuosas convocadas apresuradamente por el presidente francés, Emmanuel Macron, han dejado claro que ese papel de liderazgo está actualmente vacante.

Fuente: La Razón

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