La Unión Europea está muy atenta a lo que está sucediendo en las campaña en Estados Unidos y los días posteriores al 5 de noviembre
Los funcionarios de Bruselas esperarán con ansiedad los resultados electorales ya que lo que suceda al otro lado del Atlántico puede suponer un gran giro a las políticas públicas. Desde el comercio y las subvenciones a la industria, pasando por el ámbito de la supervisión digital y las investigaciones antimonopolio. Pero hay algo que es lo que más temor suscita: la supresión de la ayuda a Ucrania para hacer frente a la invasión de Rusia.
A comienzos de este año, el Congreso de los Estados Unidos aprobó un paquete de ayuda de 60.000 millones de dólares para suministrar ayuda militar a Kiev, pero la ayuda estadounidense a Ucrania se acerca a los 200.000 millones de dólares. Por su parte, la UE transfirió a las fuerzas armadas ucranianas 43.500 millones de euros.
En su momento, Donald Trump intentó influir para que este envío de ayuda fuese en forma de préstamo y no una subvención. Pero finalmente el Congreso aprobó las ayudas militares.
Lo que está claro es la enorme incertidumbre que genera para el Viejo Continente este proceso electoral. Cualquier cambio de movimiento en la estrategia, con este conflicto, podría provocar otro vuelco económico en Europa.
La victoria de Donald Trump puede poner patas arriba el conflicto en Ucrania. El expresidente y candidato republicano insistió que actuará «con gran celeridad» para acabar tanto con este conflicto como con el de Oriente Medio. Al mismo tiempo, amenazó con más aranceles, incluso a sus aliados, para prácticamente obligarles a incrementar el gasto militar, también para mantener la presión sobre China.
La Candidata del Partido Demócrata, Kamala Harris, prometió en campaña que mantendría su apoyo económico a Ucrania en la misma línea que lo hizo Joe Biden. El objetivo de la UEy EEUU actualmente es hacer un muro de contención a Putin en Ucrania.
La corresponsal en Washington de Radio Nacional de España, María Carou, aseguró en el podcast Diario de Ucrania que, además de la razón estratégica está la económica «esas armas que se envían a Ucrania son fabricadas en Estados Unidos, con lo que ello supone para el empleo y la economía del país en general», por lo que los intereses están muy marcados.
Parar la guerra en 24 horas
Donald Trump no esconde que se lleva bien con el presidente de Rusia, Vladimir Putin. En un encuentro con el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky a finales de septiembre, Trump aseveró que mantiene «muy buena relación» con el líder ruso. «Tengo una muy buena relación, como usted sabe, con el presidente Putin… si ganamos creo que lo resolveremos muy rápidamente», dijo refiriéndose al conflicto entre ambos países.
El expresidente aseguró que daría un impulso a las negociaciones de paz con Rusia. En una entrevista aseguró que negociaría un acuerdo «justo y rápido en 24 horas» para poner fin al conflicto. «Creo que si ganamos, vamos a resolverlo muy rápidamente», sentenció.
En una carta remitida a los líderes de la UE este verano, el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, alineado ideológicamente con Donald Trump en muchos aspectos. Advirtió que Donald Trump tenía «un plan para detener la guerra en Ucrania», e instó a los líderes europeos a mantener conversaciones de alto nivel con China para conformar una conferencia de Paz.
Pero a Zelensky no se le ve muy en disposición de sentarse en la mesa de negociación: «Pero, ya sabe, hacen falta dos para bailar el tango», dijo a Trump en su encuentro a finales de verano. Las fricciones que pueden generarse entre ambos líderes, en el caso de que salga reelegido, puede provocar que EEUU deje a Ucrania a su suerte en el conflicto y a la Unión Europea como encargada de llenar el hueco que deja Washington en la guerra.
El alto representante de la Unión Europea (UE) para Asuntos Exteriores, Joseph Borrell, advirtió a principios de primavera que «el paraguas de la Segunda Guerra Mundial (por EEUU) puede que no vaya a estar ahí siempre. Dependiendo de quién gobierne en Washington, no podemos contar con su capacidad de protección», aseveró haciendo alusión a la victoria de Donald Trump.
En este sentido, la postura de Harris es clara. La candidata demócrata dijo a inicios de la campaña electoral, tras tomarle el relevo a Joe Biden, que apoyaría «firmemente» a Ucrania y «a nuestros aliados de la OTAN».
Pero en el caso de Trump no está tan claro. El editor de la publicación de política exterior The National Interest y miembro senior del Eurasia Center del Atlantic Council, Jacob Heilbrunn, recordó en una entrevista en la BBC que en su primer mandato, Trump «empujó los límites, atacó a la OTANy se arrimó a Corea del Norte y Rusia, pero no cortó nuestros lazos tradicionales en Asia o Europa. Amenazó con hacerlo. Esta vez, la amenaza se haría realidad». El experto se aventuró a asegurar que «abandonaría formalmente la OTAN» o, en su defecto, «declararía que no cree en el Artículo 5», que es el que compromete la defensa mutua.
En su momento, ya presionó a los aliados para que incrementasen su gasto en Defensa al 2%del PIB, y lo consiguió. Además, prometió que si vuelve a la Casa Blanca volverá a presionar para que se eleve al 3%.
Fuente EL ECONOMISTA
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