EDITORIAL
El egocentrismo político de ciertos dirigentes, movido por la competencia que se acrecienta cada vez más a medida que se acercan los días de la decisiones en los diversos partidos para escoger a quienes representarán sus militancias en las elecciones venideras del 2020, tanto presidenciales, congresuales y municipales.
Dicha competencia se ha convertido en intensas rivalidades entre compañeros, haciendo de cada uno de los aspirantes en su mayoría un potencial enemigo político, cosa ésta que va en detrimento de los partidos mismos, porque afectan la convivencia política y las relaciones personales de cada uno de ellos.
Hay que evitar las discusiones antagónicas porque nuestra sociedad está muy cambiada, y además, son muchos los dominicanos portadores de distintas armas mortales, con las cuales pueden agredir y hasta quitarles la vida a cualquier compañero de partido.
Ojo: esto no solo se da en el PRD, sino también en el PLD como el que más, PRM, PRSC o llámense como se llamen los partidos, es una situación inaguantable porque cada quien se siente con la capacidad o el derecho de difamar o agredir a cuanto le vengan en gana, cuando a lo interno solo deben armonizar y concentrar sus energías en localizar o identificar los votos que les darán el triunfo a cada uno de ellos, o que al menos les mantendrán vigentes en los organismos competentes, como son la Junta Central Electoral u otros estamentos, a fin de que no pierdan la personería jurídica como partidos, como podría sucederles a varias organizaciones, si solo se detienen a tirar piedras hacia atrás para ver a quienes se les pegan.
El modo de hacer política en la República Dominicana tiene que cambiar, debe estar acorde con los nuevos órdenes mundiales, siempre dentro del respeto mutuo, para así evitar la pérdida de militancia que corren de una organización a otras como si fuesen caravanas, cuando esta se siente en desventaja por los malos tratos de quienes se creen ser los dueños del Circo Político.
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