Con la llegada el país el 5 de Julio de 1961 de los evangelistas de la democracia (Miolan, Silfa y Castillo), la República Dominicana echa andar con la siembra de las ideas que el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) había concebido durante 20 años de peregrinar por Nuestra América para transformar la patria de Duarte en el habitad de justicia que soñaron los fundadores de nuestra nacionalidad, en cuyo nombre se reunieron en La Habana, Cuba, en enero de 1939 los mentores del perredeismo.
55 años después el compendio de nuestra historia arroja el juicio favorable al sacrificio por la militancia perredeista en las sucesivas jornadas de lucha por la libertad, con la consecuencia cívica del sufragio! Cuántas veces en las barricadas desafiantes al fraude! O en la guerra social a puro martirio por la sagrada soberanía nacional mancillada por los invasores. En cada tumba de nuestros muertos la llama votiva que ilumina la marcha, es el aliento del Partido del Pueblo, el mil veces glorioso Partido de la Libertad.
55 años después de la ininterrumpida jornada, debemos admitir que no todo brilla el diamante en la empresa de la construcción de la Democracia. Es hora de admitir autocríticamente que nuestras luchas intestinas nos han perjudicado como institución y en consecuencia decepcionamos la voluntad popular y con la interrupción de los procesos sociales se malograron las esperanzas de cambios que el PRD debió protagonizar.
Nos persigue el caudillismo que tanto daño causa vulnerando los principios del centralismo democrático y la dirección colectiva que la escuela de la democracia dirigida por el maestro José Francisco Peña Gómez. Sucede que el caudillismo desquició el discurrir ideológico primigenio, provocando la división que nos dejó sin expectativa en el momento más difícil durante los 77 años de existencia. El reencuentro con los ancestros de la paternidad al bochismo con la que compartíamos orígenes con el pensamiento programático del presidente Danilo Medina, obedeció a una negociación generosa e inevitable.
Autocríticamente creo que si no desempeñamos un mejor papel se debió a nuestra incapacidad en coordinar las mejores experiencias.
Por esas razones, el Partido Revolucionario Dominicano aportó su modesto concurso a su victoria en el recién certamen electoral, cuya obra de gobierno estamos resueltos a compartir.
Independientemente del compromiso de Estado que asumirán los elegidos y designados, la misión de engrandecer las estructuras orgánicas del perredeismo continúa. Es una lucha sin fin para complementar la misión de engrandecer las estructuras orgánicas del perredismo. Es una lucha sin fin para complementar la misión histórica de realizar la revolución democrática. El PRD tiene que afrontar las reformas que le devuelve las ilusiones a las nuevas generaciones que deben ensanchar su militancia.
El partidismo contemporáneo, después de la resaca congresionista que implicó la caída de las ideologías con el derrumbamiento del Muro de Berlín, se ha reinventado con la promoción del asocianismo socio cultural. La sangre nueva transformadora del mundo. Invirtiendo la tercera parte de sus recursos en la captación de los militantes de la juventud.
Mediante un intensivo programa de Escuelas y de Seminarios estimulado por las esencias doctrinas del pensamiento Peña Gómez de nuestra época en cuya propuesta dejó un caudal de conocimientos para el nuevo hombre del siglo XXI.
El PRD precisa de una revolución interior que lo aproxime a las técnicas del conocimiento cientista social, aperturando salas digitales en los principales centros urbanos.
Hoy declaramos aquí ante la tumba de los padres de la patria, que nos embarga una profunda tristeza con la muerte del compañero Adolfo Mateo Goicohechea, el militante número 5 que recibió su carnet de manos de Angel Miolón la tarde del 5 de julio en su improvisado despacho del Hotel Comercial en esta ciudad de Santo Domingo.
Brotan estas ideas inspirado en héroes del 5 de julio, los que valientemente arrancaron por ciudades y montañas con la proclama de Libertad, Democracia, Justicia Social y Solidaridad. En su vocación infinita por la unidad del PRD, antes de morir Adolfito depositó su confianza en la capacidad del compañero Miguel para percibir los cambios que precisa nuestra organización.
Los que como este servidor que ha sobrevivido con la cruz a cuesta del padecimiento, invoco mis oraciones en este 55 aniversario, pidiéndole a Dios que ilumine y bendiga al presidente del PRD, compañero Miguel Vargas Maldonado, mirando más allá de la curva como advertía José Francisco, y con inteligencia y con valor y decisión acometa las reformas del crecimiento hacia las nuevas generacionales.
¡Viva mil veces el Glorioso Partido Revolucionario Dominicano!
almomento.net
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