Por Becker Márquez Bautista
Amigo lector: El exceso de transparencia se puede convertir en nuestro principal enemigo, es el veneno que disparase la cobra de la especulación en nuestra sociedad, publicar a estas alturas unas auditorías realizadas por la contraloría general de república a las instituciones públicas. Es un caldo de cultivo para que la oposición política y la propia sociedad la utilice como lanza mortal para quienes no salgan favorecidos.
La institución que está para hacer cumplir la ley 340-06 sobre Compras y Contrataciones de Bienes, Servicios, Obras y Concesiones en nuestro país. Es la dirección general de contrataciones pública, pero a veces tenemos la sensación de que desde la misma se estimula a la especulación y a la desconfianza del ciudadano.
Uno de los principales males de la transparencia malentendida es el exceso de información y datos, nuestros ciudadanos no están preparados para recibir tantas informaciones que lejos de esclarecer las acciones de quienes administran los recursos públicos para la rendición de cuentas, puede derivar en un envenenamiento o infotoxicación (Intoxicación informativa) de la sociedad dominicana.
La Real Academia Española de la lengua define “intoxicar” en una de sus acepciones como “dar un exceso de información manipulada con el fin de crear un estado de opinión propicio a ciertos fines”.
Al acercarnos al concepto de transparencia, es bastante difícil encontrar una definición que sea clara y que abarque todo aquello que con nuestra mente e ideas podemos llegar a pensar. Nunca antes el valor de la transparencia había adquirido tanta importancia como ahora, los gobiernos por años han manejado a discreción los actos delictivos y corruptivo de los funcionarios en la República Dominicana.
El gobierno que encabeza el presidente Luis Abinader. Es un gobierno que está demostrando que se puede manejar los recursos públicos con transparencia y honestidad, pero cuidadito con ese exceso de transparencia, se nos puede convertir en un bumerán que al final las buenas prácticas e intenciones se vallan por la borda y nos arranque la cabeza de la honestidad y el buen manejo de los recursos públicos.
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