Por Carlos M. Heredia
Luego de varios meses de profunda investigación impulsada desde la Procuraduría Especializada Persecución de la Corrupción Administrativa (PEPCA ) se ha identificado los presuntos responsables de uno de los crímenes de desfalco y corrupción más escandalosos que se haya cometido contra el erario público y el Estado Dominicano desde su fundación como nación. Me refiero al denominado caso Calamar.
El enorme cumulo de evidencias y pruebas, (entre ellas delaciones premiadas y devolución del dinero robado) apuntan a 19 posibles autores, co-autores y cómplices de la compleja urdimbre que incluye también otros tipos penales como soborno, falsificación de documentos públicos, enriquecimiento ilícito, asociación de malhechores y lavado de activos.
En medio de esta tormenta desatada por el brazo independiente de la justicia, la cual persigue sanear la cosa pública y devolver a la sociedad la confianza a sus instituciones, hay sectores de la oposición que se han propuesto pescar en río revuelto para intentar obtener ganancias políticas, orquestando campañas mediáticas difamatorias e injuriosas, en contra de valiosos compañeros que no han sido encartados en el referido proceso.
Los dirigentes y militantes oficialistas más sensatos, no debemos permitir que estos franco tiradores de honras y reputaciones manchen el honor y la moral de un hombre que ha construido su imagen pública producto de una dilatada trayectoria profesional, arrastrando y sudando la toga con dignidad y decoro en todos los tribunales de la República .
Debemos preservar a toda costa que el prestigio y buen nombre de los hombres y mujeres que han construido a través de los años una hoja de servicio limpia, inmaculada y prístina,
Estamos en el deber de asumir con ardor la defensa de los compañeros que se han ganado el respeto y la admiración de su gente en base a la solidaridad, persistencia y constante superación, a los fines de evitar que se conviertan en víctimas de estos calumniadores profesionales.
Seamos justos y racionales, dejemos a un lado el canibalismo político, separemos la paja del trigo, veamos el escenario amplitud colocando cada cosa en su lugar, ejecutemos en todas sus partes la sentencia lapidaria dictada hace siglos por el Nazareno, dar a César lo que es de César.
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