Por Dionicio Hernández Leonardo
Te comparto una playa de arena blanca donde se baña el Sol antes de acostarse, un anochecer en una cordillera de esperanza, un día en un pueblo de gente buena y un atardacer en Mao para que veas los ángeles celestiales jugando en el firmamento.
Te comparto mi pueblo, Jarabacoa, donde duerme el creador, para que duermas en una casita de madera y zinc en un jardín de alegría y aroma de pinos verdes. Al despertar, te compartiré un poco de neblina y una rica taza de café colao que hará enloquecer tus papilas gustativas y harán que te quedes para llevarte a ver el Salto de Jimenoa meciéndose en una cordillera de sueños. Luego, te llevaré a la eternidad de los pinares a recitarte un poema creado en la punta de la imaginación.
Te comparto una caminata por el parque del lago, para que veas a Dios vestido de verde y contemples el Cielo vestido de azul, sumergido en el agua, atrapando las miradas cansadas de los que agonizan en la selva de cemento.
Te comparto un buen merengue, tocado con pasión por artistas del pueblo, con los instrumentos que mueven los pies y despiertan el corazón: güira, tambora y acordeón, para que te quedes hasta el amanecer. En la mañana, te compartiré una bachata del añoñaito, para que no te vayas y sigas encendido (a) todo el día.
Te comparto toda la gastronomía de mi país, para que te mudes con nosotros. Un mes no será suficiente para probar nuestro rico menú:
1. Un mangú de plátanos orgánicos.
2. Un mofongo hecho con amor.
3. La badera dominicana (arroz blanco, habichuela y carne).
4. Un sancocho de 7 carnes.
5. Costillitas del Corazón de Jesús en Jarabacoa.
6. Pasteles en hojas de Chichita en San Cristóbal
7. Domplines con salami guisado en San Pedro de Macorís.
8. Un Chenchén con chivo en San Juan de la Maguana.
9. Un chivo al orégano en la Línea Noroeste.
10. Un pecao Boca Chica
11. Una torta de maíz de las que hacen en Bayacanes
12. Una cerveza Presidente para que se te olviden los problemas, si es que tienes.
13. Un rico helado Ivón en Jarabacoa, para que compruebes que hay un cielo que se come.
14. Y lo mejor, te comparto un poco del calor de nuestra gente, sus sonrisas, sus cantos, sus bailes, las dos vírgenes que nos cuidan y protegen, nuestros deportes y la hospitalidad que nos distingue, para que compruebes que Dios vive aquí.
Te comparto nuestra cultura, nuestra historia, nuestras fábulas y leyendas, nuestra fe y creencias, nuestra música y toda la geografía. En fin, te comparto mi país, República Dominicana, y una visa con ingresos y salidas sin fechas, por si decides quedarte o volver el día que quieras.
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