EDITORIAL
Cuando la educación básica era obligatoria en la República Dominicana no existía tanta delincuencia en este país, los padres de familia eran garantes y celadores para que sus hijos asistieran a las clases debidamente durante el año escolar.
Si por el contrario los padres por las razones que fuesen dejaban de enviar a sus hijos a la escuela, estos eran objeto de multas $5.50 y hasta podían llegar a ser apresados, que aunque muchas veces se efectuaban de forma arbitraria pero era mejor así.
Hoy día cuando los padres (sobre todos en los sectores marginados) no obligan a sus hijos asistir a la escuela y el Estado tampoco juega su papel como debe hacerlo, esto podría ser un factor determinante para crear seres humanos inútiles, muchos de los cuales se forjan como delincuentes, aunque existen excepciones, ya que no todo aquel que no va a la escuela es un delincuente, pero el analfabetismo y la delincuencia andan casi siempre de las manos.
Hoy día nadie se ocupa mucho de estos asuntos, las familias vulnerables son las más propensas donde se forman los delincuentes barriales, pero debe ponérsele un fin, cuando el Ministerio de Educación se ocupe realmente de implementar una educación obligatoria para todos, facilitando los medios, y las autoridades se vean compelidas a cumplir con las leyes del pan de la enseñanza para todos los dominicanos; entonces se podrá reducir la cifra de delincuencia en todo el país.
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