Pasar por unas semifinales cuando recién has alcanzado la veintena debe ser semejante a que los Reyes Magos te concedan tus peticiones de la carta. Nunca antes la ilusión pesó tanto en un equipo. A la inexperiencia de los Jaime Pradilla, Jaime Fernández o Joel Parra se les unió el bagaje de Rudy Fernández y los Hernangómez. Siempre es necesaria esa mezcla, lo que más enriquece a un equipo. Y quizá a cualquier grupo en general. Así se ha plantado España en la final del Eurobasket después de un apretado partido ante Alemania (91-96). El domingo se enfrentarán a Francia a las 20:30.
Jugar un torneo de semejantes características como anfitrión se antoja un arma de doble filo. Al inquebrantable apoyo de la afición, se une el temor por ser eliminado. España, con un equipo imberbe en estas citas, transitó por el encuentro sin miedo a nada. Tal vez las broncas de Rudy son lo único que aterrorizan a este grupo. Recuerden ustedes la reacción del equipo frente a Finlandia después del descanso.
La Selección comenzó el encuentro con una parsimonia sospechosa e inexplicable. En lugar de una nueva generación, parecían que el partido lo jugaba la anterior por la tranquilidad con la que entraron al partido. Lorenzo Brown y Willy Hernangómez fueron el binomio que lideró a España en esos primeros compases. El mayor de los hermanos no estuvo reparo en sacar las castañas del fuego al equipo en el inicio. Sergio Scariolo quiere que brille y así lo ha hecho en cuartos y en semifinales.
Mención aparte merece Rudy Fernández. Algunos no podrían siquiera andar con semejantes molestias en la espalda y él ha jugado de nuevo un partido sensacional al más alto nivel. Los buenos ejemplos son siempre fundamentales. Ya saben eso de que todo se pega menos la hermosura. Y a este grupo se le ha pegado el liderazgo de antaño. Y la buena sintonía entre los jugadores: la familia lo es en sentido literal y figurado.
Schröeder, como era de esperar, tomó la batuta de una selección alemana que estaba ante su oportunidad de llegar a la final. El base teutón aún tenía en mente su último encuentro frente a España en un Eurobasket. Fue en 2017, cuando Marc Gasol voló por los aires los sueños de toda Alemania (72-84). Hoy era su venganza; esa fecha que marca en rojo cualquiera. Sin embargo, hubo algo que pudo más que su calidad: la cohesión y la ilusión de España.
La inexperiencia se notó en un segundo cuarto en el que España fue de más a menos. De una ventaja de nueve puntos a favor de la Selección, los alemanes la recortaron hasta colocarse cinco puntos arriba. No todo iba a ser un camino de rosas. A veces, sufrir le da valor a las victorias. Recuerden lo que dijo el seleccionador argentino tras perder el Mundial en 2019: «No se disfruta porque se gana, se gana porque se disfruta».
España salió con otra cara después del descanso, con una remontada a la altura de la lograda ante Finlandia. De nuevo, fue fundamental lo compatibles que resultaron Lorenzo Brown y Alberto Díaz. El segundo, a pesar de cargarse pronto de faltas, aguantó bien a Schröeder, especialmente en el último cuarto, y contribuyó a la remontada de la Selección. Los alemanes, sin embargo, no estaban fuera de combate. Fieles a su carácter, justificaron que hay que sudar hasta la última gota para ganarles.
Los teutones fueron de menos a más en el tercer cuarto, con un liderazgo de Schröeder al que su entrenador solo sacó de la pista unos segundos. De hecho, el base se quedó sentando en la silla de los cambios para volver en un ataque. España estaba bloqueada, pero aún quedaba la recta final. El último cuarto era el fin de la odisea; el momento para enseñar las garras.
El partido pendía de un hilo; estaba en el alambre. El baloncesto tiene esto. Pero España no se dejó amedrentar por los anfitriones. Qué maravilla la reacción en los últimos diez minutos. Fueron los bases, Díaz y Brown, los que lideraron al equipo. No hacía falta más: la Selección había entendido por qué terrenos transitaba. El domingo llegarán a un lugar desconocido en busca de la felicidad. Ya lo decía Andrés Montes: la vida puede ser maravillosa.
Proporcionado por El Confidencial
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