La única UASD que existe es la Universidad Autónoma de Santo Domingo: abierta, plural, democrática, institucional, participativa, crítica y autónoma; albergue de todas las corrientes del pensamiento.
La única UASD que existe es la que no discrimina por ninguna razón, raza, credo, religión o ideología política; donde todos y todas tenemos las mismas oportunidades para prepararnos profesional e intelectualmente y aportar al desarrollo de la patria.
La única UASD que existe es la que ha hecho los más grandes y mejores aportes al pueblo dominicano valiente y trabajador, que con sus sacrificios la sustenta.
La única UASD que existe es la que usted ha venido apoyando, fortaleciendo y modernizando para servir, tanto de referente a su Gobierno del Cambio, como para beneficio de todos los dominicanos y las dominicanas.
La única UASD que existe es la que usted debe seguir preservando para las presentes y futuras generaciones, como legado del Glorioso Movimiento Renovador del que su padre don José Rafael Abinader fue partícipe de primer orden.
La única UASD que existe es la que jamás será servil ni defenderá otros que no sean los mejores intereses de la sociedad dominicana, de los cuales Usted, como presidente de la Nación, es el mejor y principal garante.
La que no existe ni existirá jamás es esa UASD en la que usted deba imponer un rector desde el gobierno, con los recursos del Estado; y que le han querido vender como una necesidad para una reelección que no solo le permite la Constitución de la República, sino que ya tiene usted ganada con su trabajo en favor del país, su institucionalidad, erradicando la corrupción administrativa, procurando la justicia independiente, garantizando el desarrollo, la seguridad social y, sobre todo, el necesario régimen de consecuencias para quienes abusen de la confianza de la ciudadanía.
La historia demuestra que uno de los peores errores que puede cometer un presidente es rodearse de asistentes y ministros que no sean sinceros y les mientan o tergiversen informaciones que lo hagan tomar decisiones equivocadas solo para satisfacer sus propios intereses, destruyendo así su imagen, tirando por el suelo su integridad, su palabra, su buen legado y futuro como líder. Al final, la historia juzga a los presidentes. Los ejemplos sobran.
Si este simple dominicano pudiera decirle algo, en este escrito que lo más seguro es que usted, tan ocupado con buscar soluciones a las problemáticas nacionales ni siquiera se entere de su existencia, sería que no preste atención a esos asistentes y ministros que le mienten.
Por último, Señor Presidente, la República lo necesita en este momento crucial de la historia democrática del país, con un liderazgo fuerte para su desarrollo institucional.
No permita que lo que hemos avanzado en justicia y otros importantes renglones de la vida nacional lo retrocedamos en la UASD, que nunca olvida a quienes se preocupan por ella y por el bienestar de la Familia Universitaria.
Al final, estamos seguros que la gente recordará al Presidente. Jamás a estos amanuenses consejeros y secretarios que intentan llevarlo por el atolladero.
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