viernes, 24 de diciembre de 2021

¿DEBIÓ EL PLD ELEGIR A DANILO COMO SU PRESIDENTE?


 POR OSVALDO SANTANA


Esa es una pregunta difícil de responder, porque cuando el expresidente Danilo Medina decidió jugar esa carta, ya fuera del poder, no tenía a nadie en el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) que pudiera señalar los imponderables que se corrían con esa decisión. El discurso disidente había sido derrotado por el engranaje que se armó desde la presidencia de la República desde antes de las primarias del 6 de octubre de 2019.
Escogido por aclamación el 6 de marzo de 2021 hasta 2025, fue propuesto por Temístocles Montás, quien preguntó si alguien tenía otro candidato, y como nadie se presentaría, planteó que no se votara, sino que fuese proclamado por aclamación. Con él se juramentaban los miembros del comité central y se reafirmaban los miembros del comité político que vinieron a completar las vacantes dejadas por los que se habían ido con el expresidente Leonel Fernández.
Fue la conclusión feliz del IX Congreso Ordinario José Joaquín Bidó Medina, que se había iniciado en octubre de 2020.
Danilo en la encrucijada
Los dirigentes juramentados no se daban cuenta de que con la elección de esa mañana en el Centro de Convenciones Sans Souci, en el municipio Santo Domingo Este, estaban atando su suerte y la del PLD a la encrucijada de un hombre que todavía se percibía poderoso, y con el nuevo cargo jugaba su destino y arrastraba a la organización. Todas las fichas fueron puestas en sus manos.
Pero quienes juraban ese día ya venían en el mismo barco desde el cual se impuso una ley de partidos que en la coyuntura en que fue aprobada parecía dirigida contra el competidor interno, Leonel Fernández, a quien el presidente actuante prefirió derrotar, sin dejar ningún resquicio para un acuerdo. Ese propósito se afirmaba en la creencia de que lo podía todo.
Por eso, desde el proceso para aprobar la ley de partidos 33-18, se montó un engranaje con el propósito de impedir que su oponente interno fuese el candidato, a cualquier costo.
La celebración de las primarias el 6 de octubre de 2019, y la subsecuente división del PLD, o la salida de un importante grupo de dirigentes liderados por Fernández, develó la profundidad de las diferencias que se había anidado.
Después que Fernández denunciara el 20 de octubre de 2020 el afán continuista de Medina, éste ripostó con un dramático e improvisado discurso, justo al otro día, el cual permitió claramente percibir que se había desencadenado un proceso de sobreestimación que lo condujo a una desconexión de la realidad.
Medina lanzó una filípica contra Fernández, hizo una cerrada defensa de su obra de gobierno y proclamó su plena confianza, absoluta, de que ganaba las elecciones: “Con estos hombres y mujeres que están aquí yo particularmente les digo que yo gano las próximas elecciones”.
A los problemas internos y la partida de Fernández, se agregó un imponderable que vino a complicar todavía más la situación: la pandemia del Covid-19. La historia es conocida: El PLD perdió las elecciones.
Persecución judicial y Medina
Aunque actualmente la dirección política no ha sido sometida a acoso judicial por casos de corrupción, varios hermanos del presidente Medina y los jefes militares que constituían su seguridad mientras estuvo en la Presidencia, están detenidos por graves cargos.
El presidente Medina está totalmente a la defensiva, y es fácil advertirlo cada vez que habla ante sus seguidores, al margen de que los discursos suelen venir cargados de desatinos.
Pero los dirigentes del PLD que lo eligieron no pueden deshacerse del presidente del partido. Están condenados a correr su suerte.
Ahora no pueden hacer lo que el sentido de la historia indicaba, que era dejarlo al margen, en un tranquilo retiro, sin más obligaciones que una eventual defensa ante señalamientos originados a su paso por el poder.
Quienes aspiraban a sucederlo (los precandidatos) siguieron sus directrices y dejaron todo a su voluntad; la otra parte del partido también jugó la misma carta o guardó silencio. La solidaridad no era obligada todavía. Ahora es inevitable.
Todo comenzó con el empecinamiento de un hombre por aferrarse al poder o impedir que su compañero lo sucediera.
¿Cómo desenredar ese entuerto?
No hay manera. Al margen de que sea perseguido judicialmente, los errores políticos fueron abrumadores. La imagen del PLD está decisivamente comprometida con la del expresidente.
¿Tienen los dirigentes posibilidad de rescatarlo? No resultará fácil. ¿Acaso habrá quienes sean capaces de cuestionar su liderazgo para salvar la organización?
Parece obvio que el PLD no debió elegir a Medina, pero los dirigentes estaban atrapados bajo su “poderoso influjo” y no podían entender lo que había ocurrido y mucho menos lo que estaba por venir.

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