ASÍ ES JULISSA REYNOSO, NUEVA EMBAJADORA DE EE. UU. EN ESPAÑA: MIGRANTE, BECADA EN HARVARD, CON PASADO EN BROADWAY Y ALIADA DE JILL BIDEN
Nació en República Dominicana hace 46 años pero llegó a Nueva York con siete. Fue DJ en Londres para pagarse sus estudios en Cambridge, es madre de un niño pequeño y defiende una diplomacia eficiente pero sin tantos formalismos.
Silvia Cruz Lapeña
Julissa Reynoso nació hace 46 años en una familia numerosa y de mujeres independientes. “Mi abuela, mi madre, mis tías… Gente que no está en los archivos nacionales del país, pero han impactado mi camino de manera trascendente”. La nueva embajadora de Estados Unidos en España estuvo cuatro años sin ver a su madre, inmigrante ilegal en Nueva York, donde ella llegó a los siete años. No es la única mujer clave en su vida: Reinossa es de Salcedo, localidad dominicana de unos 40.000 habitantes donde nacieron las Hermanas Mirabal, conocidas como las “mariposas”, tres jóvenes que murieron luchando contra la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo. Ella no entra en detalles sobre su peripecia, quizá porque en su familia no es raro que haya universitarios, aunque ninguno como ella: logró una beca para estudiar en Harvard. “No era consciente, mi familia estaba contenta porque iba a una universidad, ya”. Tampoco le gusta presentar su vida como una historia de superación o de ascenso social de los que suelen presumir otros candidatos de origen latino que logran alcanzar puestos tan altos. “Quizá porque en mi familia, por suerte, hay gente a la que le ha ido muy bien”. Ella, sin ir más lejos, llegará a Madrid después de ser jefa de gabinete de Jil Biden: “Fue un clic inmediato”, dijo la primera dama sobre el día que se conocieron.
Al Bronx llegó en los años más duro del crack y sin hablar inglés, pero logró estudiar leyes en Harvard, Filosofía en Cambridge (Inglaterra), y más tarde, obtuvo su título de abogada en Columbia, donde también fue profesora de derecho internacional. Además de becas, una ayuda de la familia Soros le permitió cursar su doctorado. Trabajó un tiempo en el prestigioso bufete Simpson Thacher & Bartlett LLP de Nueva York, pero otra mujer se cruzó en su carrera: la jueza Laura Taylor Swain, con quien trabajó nada más acabar su carrera de Derecho. Y así inició su labor en el servicio público, en el que estaba cuando conoció a Hillary Clinton, a quien define como una mujer “muy trabajadora y comprometida y un buen ser humano”. Ambas se encontraron cuando Clinton era senadora y no dudó en incluir a Reynoso en su equipo como secretaria de Estado durante el Gobierno de Barack Obama.
Su carrera política empezó por todo lo alto y siguió en 2012, cuando se convirtió en la embajadora más joven de la historia de EE. UU. (tenía 37 años) después de que Obama la propusiera para ser su representante en Uruguay. Allí demostró su talante y su mano izquierda, hasta el punto de que un anti-imperialista como el entonces presidente, Pepe Mujica, no dudó en alabarla de esta manera: “Estados Unidos nunca nos mandó una embajadora como esta. Eran tipos de nariz repingada, insoportables. No se mezclaban con la chusma. Ahora nos puso una latinoamericana”, dijo en 2014. “Yo le tengo que agradecer lo mucho que ha hecho por el Uruguay”, remató aquella intervención el mandatario provocando la emoción de Julissa Reynoso.
Su carrera política ha estado siempre ligada al Partido Demócrata, y por eso en noviembre de 2020 hizo una campaña tan intensa a favor de Joe Biden como en contra de Donald Trump: “Hay un racismo que ahora tiene cierta tolerancia y permiso para ejercerse, porque él mismo (Trump) lo promueve”. Contra eso lucha Reynoso desde su años de facultad, donde ya escribía papers (artículos académicos) sobre la reforma de la vivienda o la política latinoamericana pero también sobre políticas migratorias con especial hincapié en el papel de las mujeres. Es algoq ue tiene en común con Biden, con quien comparte lo de compatibilizar su fe religiosa con un feminismo militante. Por eso, cuando le insisten en que explique cómo casa pedir a los dominicanos de EE UU (según las encuestas, cristianos en su mayoría y provida) que voten a los demócratas, ella desvía el tema hacia a Trump: “Tampoco es cristiano ser racista”, dice evitando la respuesta directa una mujer que de joven, y por influencia de sus tías, quiso ser monja. “Lo entendía más como una militancia social”, arguye alguien que quiso ser artista y llegó a participar en varios obras de teatro en Broadway y fue DJ en Londres para ganar algo de dinero y sufragar sus estudios.
Se define como una trabajadora dura y exigente, pero cree que la diplomacia no tiene que ser tan rígida. No se sabe si tiene pareja, pero sí que tiene un hijo, Lucas, a quien se ha visto en alguna de las entrevistas que Reynoso hizo por videollamada durante la pandemia. Ella manejaba la situación con naturalidad mientras respondía preguntas demostrando que su inglés es perfecto, y también su español, al contrario que otros líderes hispanos hijos de inmigrantes que apenas hablan el idioma de sus padres y que ella pudo practicar en el Bronx, donde creció con su familia y muchos compatriotas.
Fuente Vanity Fair
No hay comentarios:
Publicar un comentario