martes, 29 de diciembre de 2020


El saludo militar y su disciplina.


 Por: Becker Márquez Bautista.


Ex oficial de la Marina de Guerra (Armada Dominicana).

Recuerdo que lo primero que se nos enseñó en la Marina es ser obediente a nuestros superiores, cumplir y mantener la listeza y el respeto militar por encima de todas las cosas. El saludo militar es símbolo de respeto, el saludo es simple y digno, mantener ese gesto de saludar a nuestros superiores con el saludo militar nos hace ser un ciudadano comprometido con nuestra patria, pero hay una gran importancia en ese gesto que es el de mantener la formación militar que nunca se debe perder. El saludo militar, tal como hoy lo conocemos, existen distintas teorías al respecto. Algunos historiadores afirman que el saludo militar tiene su origen en el Imperio Romano: cuando los legionarios visitaban a un oficial, para prevenir posibles asesinatos alzaban las manos para así mostrar que no portaban armas, costumbre que acabaría generando en el actual saludo militar.

Otros historiadores afirman sin embargo que su origen se remonta a la edad media: los caballeros medievales alzaban las viseras de sus cascos ante la presencia de sus señores como muestra de respeto.

Los caballeros alzaban la mano y sostenían la visera con las yemas de los dedos, gesto que con el paso de los años se acabó transformando en una muestra de respeto por si sola.

La disciplina militar constituye el elemento primario que da vida en su esencia a las Fuerzas Armadas, ya que precisa y delimita el comportamiento militar y no le permite salirse de las normas de conducta que para adecuado funcionamiento de la Fuerzas Armadas que ordenan sus principios castrenses.

La presencia de la disciplina es determinante en todo cuerpo armado. Si falta este elemento, las Fuerzas Armadas se relaja, pierde consistencia, seriedad, efectividad y sobre todo se convierte en un grupo inútil para los fines que la sustentan y atentaría contra su propia naturaleza.

La desobediencia del subalterno es un acto de rebeldía y de abierto desconocimiento voluntario a la autoridad del superior, asumiendo con su conducta las consecuencias que el grado de su indisciplina pueda depararle.

Los abusos de autoridad y abusos de superioridad son indicadores de mala administración del mando que acarrean con su ejercicio el forzado cumplimiento de la orden. El subalterno en estos casos obedece y cumple más por temor a las leyes que amparan al superior, que por convencimiento propio de una disciplinada subordinación. Y La obediencia incondicional no existe. Los abusos en el mando pueden provocar en el subalterno el desconocimiento de la autoridad como una medida defensiva del avasallamiento de la propia personalidad.

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