sábado, 22 de agosto de 2020

Inaceptable

 

 

EDITORIAL

 

Asesinato a sangre fría o a mansalva, este ha sido el caso del horrendo asesinato del joven Antonio Reyes en la provincia de Sánchez Ramírez, cuando este se encontraba en una acción supuestamente de secuestro a una joven madre y de su pequeño hijo.

El simple hecho de que un militar tomase los hábitos de un religioso para cometer el hecho de sangre, es una barbaridad, pues se debe suponer, que cuando un ser humano pide la presencia de un religioso para hacer una confesión es algo sagrado, y como tal debe respetarse.

En este caso, tanto el militar asesino, así como el religioso que prestó su indumentaria clerical deben ser juzgado como tales, ya que en materia penal, culpable de un crimen son aquellos que los cometen, así como quienes se hacen cómplices, y en este caso si lo hubo.

La iglesia católica debe dar la cara y llevar a cabo una exhaustiva investigación al respecto para determinar  si el cura tenía conocimiento de las intenciones del militar que cometió el crimen.

Los crímenes, crímenes son y como tal se deben considerar, oficialmente el cardenal no se ha pronunciado, aún sabiendo que se ha cometido un asesinato en nombre de la iglesia el templo sagrado de Dios, el Dios que debe ser justiciero.

Antonio Reyes, este pecador humano pidió la participación de un representante de Dios en la tierra, quien sabe si arrepentido de sus actos quiso confesarse, deponer de su actitud, pero le robaron la oportunidad.

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