La Feria del Libro en República Dominicana, más que una feria
comercial debería ser un marco de referencia para que no se quede un solo asistente
sin leer un libro, ya que todo el que asiste a ella alguna afección por la lectura
debe tener.
La Feria del Libro es una especie de manifiesto cultural, el
cual el propio Estado debe poner su grano de arena a fin de incentivar a cada
visitante o al menos a la juventud para la obtención de literatura y así
motivar para que cada uno de ellos mantenga un acervo cultural que se convierta
en una marca del país.
De acuerdo a informaciones, más de cien millones de pesos se
han invertidos en el montaje de dicha feria, la misma es considerada una
elevada suma, lo que obliga que cada expositor dependiendo el espacio que ocupe
en ella se ve en la obligación de elevar el precio del producto literario, lo
que va en detrimento de la clase desposeída que se ve impedida de la
adquisición de cualquier ejemplar literario.
Notable también ha sido la cantidad de visitantes que ha
tenido la presente feria, sin embargo, estas visitas solo suma muchedumbre, ya
que en su mayoría vienen a la misma solo con la finalidad de refrescar la
vista, porque la compra de libros ha sido muy mínima y de acuerdo a como están
los precios se hace imposible la adquisición.
La Zona Colonial recibe con agrado la magnitud de sus visitantes,
es una pena que, a pesar de la masiva asistencia, los diversos quioscos se
queden llenos, como si la presencia del público no hubiese existido.
Se ha registrado el más bajo nivel de ventas de la historia
de dicho evento, pero caramba los precios de los productos en la Feria del
Libro son inalcanzables, ya que según informaciones de algunos observadores en
gran mayoría los estudiantes que asisten a la misma solo vienen fascinados y compran
productos de picaderas y comida rápida, pero de lectura: esas se quedan para la
próxima feria.
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