Por Olga Capellán.-
Las infaustas noticias siempre llegan de sorpresas, es por ello que me encuentro totalmente sorprendida, cuando este pasado jueves 11 del presente mes de octubre recibí la noticia sobre la muerte de la señora María Mercedes Rodríguez de Correa, esposa ya no de un colega y amigo, sino de un hermano, como para mí lo es Danilo Correa, compañero de la universidad, y amigo incondicional.
Para mí fue sorprendente, ya que no sabía sobre su enfermedad, pues nunca ella ni él me lo confesaron porque aparentemente ella no estaba enferma, es por ello el gran dolor que he sentido y sentiré por la pérdida de ese gran ser humano como lo fue Doña Mercedes como todo le llamábamos todos.
Ante tan infausta información solo me queda dar las condolencias a la familia Correa Rodríguez, sobre todo al hermano Danilo, a sus hijos Danilito y Aida, y en fin a toda la familia.
Quiero que todos ellos entiendan que el Todo Poderoso llamó a su presencia a Doña Mercedes, porque la necesitaba ante él, para cuidar de ella y llevarla con gloria eterna hasta su última morada.
Aún siento un mayor pesar debido a la distancia, estar lejos de los seres que uno ama en los momentos precisos hace que uno se sienta impotente, pues no es lo mismo dar el pésame por la vía telefónica, que estar ahí presente para dar el espaldarazo a quienes se sienten afligidos, y no es para menos.
Quiero dar formalmente mis condolencias a toda la familia, orar a Dios por el alma de la dama fallecida, y pedir conformidad a sus parientes más allegados, sabiendo que ese día llegará para el encuentro final.
Que Dios acoja a los restos de María Mercedes Rodríguez de Correa, lo lleve a la gloria eterna y le de descanso a su alma,
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