Todos nosotros, los
seres humanos que habitamos esta inmensa casa en común, nuestro planeta,
debemos de procurar que, desde nuestras posiciones sociales y acciones
personales, se promueva cada vez más un ambiente de fraternidad; y por lo
tanto, de igualdad.
Para ello, es
preciso despojarnos de prejuicios, y ver a todos, y tratar a todos con el mismo
aprecio y en iguales condiciones de hermanos.
Desde el 1992, hace
un cuarto de siglo, las Naciones Unidas ha reconsiderado el valor igualitario
que tienen aquellos que por cualquier razón no han tenido igual oportunidad de
desarrollarse físicamente como el resto de nosotros.
Cada 3 de diciembre
estamos reconociendo que las personas especiales, con alguna condición de
discapacitados, tienen igual derecho y valor.
Estamos llamados a
fundamentar, desde nuestros ambientes, un clima de inclusión para todos
nuestros hermanos especiales; no se trata de compadecernos por pena, sino de
amarles por ser hermanos nuestros como todos los demás.
Promovamos una
sociedad más incluyente, que sería una sociedad para todos.
Antonio Gómez Peña.-
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