Estoy dos pisos más arriba
que la última noche
que cayó el silencio.
Aguardo una respuesta
después de la sombra.
El árbol frondoso está
más alto más blanco.
Es su gran tronco un
ramillete que ahora descubro
mientras espero
y las cenizas
caminan y conversan
con los charcos de agua
endurecidos en el piso.
El cielo ha perdido el color,
y sólo se reconoce
por que esa gran sombra
que todo entristece
no puede ser otra cosa
que un cielo partido.
¡Hace calor! El sudor ha
ennegrecido mi frente
y un pájaro grita desesperado.
¡Qué como lo sé, preguntas!
Los pájaros tristes siempre
nos reconocemos
unos a otros
en la voz o en el silencio,
bajo la rotura de un cielo que
no puede ser si no nuestra,
para nosotros.
No tenemos forma de ocultarnos.
Aún las palabras con las que
nos cubrimos en el poema
nos ponen al descubierto
frente a los charcos
donde el árbol se refleja
amputado.
Neo Carmona
.-
De "La Sabiduría del Filo" (inédito)
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