Pudiera ser falta de voluntad política de nuestros
líderes, ante el miedo de quedar evidenciados del mal manejo que ha llevado
nuestra política en los últimos años; o quizás por falta de consenso, al querer
cada quien hacerse un traje a la medida.
Lo que sí consideramos justo y necesario es que ya
es hora de ir adecentando un poco el sistema democrático que nos rige,
adaptando la organización política de nuestros partidos a las nuevas tendencias
y a la modernidad, como han ido experimentando muchos países de la región y de
otras latitudes, de cara a los nuevos tiempos.
No se puede seguir concibiendo que el partido en el
poder, sobre todo, siga con la malsana práctica de la compra de votos, como
habíamos señalado semanas atrás, ni que los partidos estén recibiendo ayudas
económicas de fuentes “extrañas” para alcanzar el poder.
En cuanto a la celebración de convenciones o
primarias, ya sean simultáneas o separadas, lo primordial, entre otros
elementos, es que cada partido tenga un proceso interno diáfano, con padrones
organizados y pulcros, libres de contaminaciones, para que desde el principio
de las elecciones internas todo marche de la manera más transparente, y la
población deje de menospreciar la clase política, cada vez más desprestigiada.
Cabe destacar que para mejorar las reglas del juego
electoral, un punto a tomar en cuenta en esta nueva ley sería crear
mecanismos para que el partido en el poder puede ser controlado en su excesiva
tendencia de utilizar los recursos del Estado para fines reeleccionistas,
además de que se controle el gasto público dentro y fuera de las campañas.
Es preciso que se apruebe cuanto antes esta ley,
que busque mejorar los procesos políticos de nuestro país, pero que realmente
sean bajo un consenso de todos los sectores de la sociedad, en procura de una
mejor nación, pero para todos.
Antonio Gómez Peña.-
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