Ante tantas problemáticas sociales, políticas y económicas por las que pasa nuestra nación en los últimos años, y ante una amplia apertura de las tecnologías de la comunicación en todo el mundo, se hace cada día más perentoria una mayor participación de todos nuestros hermanos de nación, lejanos de la patria, en las tomas de decisiones que se forjan en el seno de la
República.
República.
Ya no están siendo suficientes las clásicas acciones protocolares de las embajadas y consulados, diseminados en todo el mundo, donde se hace masiva la presencia de los dominicanos; ni las iniciativas de entidades y movimientos de criollos en grandes urbes de Europa, Estados Unidos y el resto del continente americano. Es necesaria una mayor participación de todos, de manera activa, en la vida política nacional desde cualquier rincón de globo terráqueo.
De manera individual, y a través de mecanismos sociales, debemos de aprovechar todo el capital humano (personas de gran preparación y con deseo de aportar a su país en cualquier terreno), que desde New Jersey o Madrid, París o San Juan, Caracas, pueda ser partícipe de lo que en Santo Domingo se decida para todos.
Los dominicanos en la diáspora no deben, no debemos en ninguna circunstancia sentirnos aislados, excluidos, simplemente porque nos separe un océano o el mar.
Por muchos años, hemos sido caracterizado por estar anclados a nuestras raíces donde quiera que vamos, y volver a nuestra tierra con la misma alegría, con el mismo amor patrio.
Esa distinción que nos ha hecho diferentes debe de ser “explotada” como producto de exportación e importación en concretas acciones de una mayor integración en los asuntos nuestros que se dan dentro del país, y que tarde o temprano nos afectara de algún modo.
Por Antonio Gómez P.
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