La República Dominicana, un país fabuloso donde todo es
posible, una de la tierra más bella de todo el Caribe, capaz de encantar a
cualquier forastero que tenga la oportunidad de visitarla, y así convertirse en
el amor de los amores del mundo, no solo por su belleza y su gente encantadora
y hospitalaria, sino también porque aquí en este país con dinero se vive como
un rey.
Es un país pequeño, con apenas 48,442Km como geografía
nacional, ocupando un poco más de la mitad de la isla de Santo Domingo que
comparte con el hermano país de Haití.
Este país cargado de sorpresas, juega con la imaginación de
sus habitantes y sobre todo de sus visitantes sin importar de cuál rincón de la
tierra vengan.
Este mismo país es una mina, capaz de hacer rico de la noche
a la mañana enormemente a personas muy
pobres, pero a los pobres lo sume aún más en la pobreza, ya que los valores
están invertidos, y porque nuestra sociedad ya no es la misma, está podrida de
arriba hasta abajo.
Ahora en la República Dominicana se vive en una nueva burguesía
de la partidocracia, que ha permitido que gran parte de los políticos del país
se conviertan en multimillonarios, mediante las Arcas del Estado, ya sea saqueándola
directamente, o utilizando las posiciones gubernamentales para cobrar los
denominados peajes, o mediante el chantaje a la clase empresarial del país o a
los inversionistas extranjeros.
La partidocracia ha permitido en el país un nuevo sistema de
vida, o te suma, o te hunde con ella, y si tú no eres de la misma cofradía no tendrá
oportunidad de desarrollarte, porque ni siquiera con estudios te es permitido.
Son muchos los problemas que aquejan al país, a pesar del
gran desarrollo económico de que hablan las autoridades, según el gobernador
del Banco Central, Héctor Valdez Albizu, República Dominicana tiene un crecimiento de
más de un 7% del PIB, y eso desde hace años, lo que significa que el país ya se
puede considerarse como una nación desarrollada.
Lamentablemente el desarrollo dominicano solo es percibido a través
de determinados políticos que experimentaron gran crecimiento económico en sus
privados bolsillos, mientras el pueblo experimenta la misma miseria de siempre
y quizás mayor, ya que los altos precios en los productos de primera necesidad
han mermado la capacidad adquisitiva, la inflación, la burocracia y el macuteo,
porque aquí al parecer todo funciona como una mafia organizada.
Las infraestructuras capitalinas no son suficientes para soportar
el flujo humano pueblerino que ha emigrado del campo a la ciudad, mientras el
país cada día se encuentra comprometido con determinado sectores poderosos, las
inversiones no bastan, mientras los campos se quedan solos, aminorándose así la
producción agrícola, base fundamental para el alimento diario.
Ya gran parte de los agricultores pasaron a ser motor conchitas,
y estos a su vez son presionados por la AMET, organismo de represión vehicular.
Santo Domingo de Guzmán, la que comenzó siendo una ciudad
colonial, hoy se encuentra arrabalizada, los ayuntamientos: de servidores
públicos pasaron a ser organismos colectores de recursos económicos para
beneficiar a los partidos de turnos, en el cual se permite ver cumulos de
basuras y pozos de agua negra por doquier.
La ciudadanía sigue padeciendo las consecuencias de la
deficiencia eléctrica, aún con la construcción de diversas plantas, costosas y
sobrevaluadas, argumentos suficientes para elevar la tarifa a pagar.
El sistema vial es carente, con un sin número de túneles,
igualmente carentes de seguridad para los circulantes, ya que no poseen
sistemas de drenajes pluviales, ventiladores, vías de escapes en caso de
emergencia, ni cuentan con un alumbrado adecuado, convirtiéndose con ello en un
verdadero peligro público.
La ciudad capital, aún siendo dividida en provincias está
sobrecargada humanamente hablando, con un déficit habitacional enorme; mientras
la clase poderosa posee varias viviendas, los alquileres tienen unos precios
inalcanzables, el control de alquileres de viviendas no existe en el país,
aunque en la Procuraduría General de la República haya un departamento
habilitado para tales fines, y la población desconoce las funciones del
defensor del pueblo.
De igual manera el país posee un Congreso Nacional
infuncional, que pierde su tiempo discutiendo bagatelas, mientras que gran
parte de sus miembros se encuentran arrinconados solo esperando al hombre del
maletín.
Esta es nuestra percepción sobre la neuralgia capitalina dominicana,
y todo por culpa de la partidocracia existente, convertida en una mafia
nacional.
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