El factor sorpresa está desapareciendo de nuestro entorno, prácticamente de todos los tópicos de la vida, al menos que se acierte la lotería. Primero, por la pérdida de interés en el quehacer de nuestros semejantes y segundo por el role que han venido a ocupar las páginas sociales como un fenómeno de la globalización.
Las grandes compañías que monopolizan los artefactos de comunicación, celulares, tabletas y otros, están utilizando a expertos en el comportamiento humano para ajustar las aplicaciones o programas al funcionamiento del cerebro. No obstante, los aparatos inteligentes están aún muy lejos de la capacidad del cerebro del ser humano, hablando en términos generales, porque es del conocimiento de todos que el hombre ignorante, aquel que no cultiva su cerebro, queda colocado en una posición de desventaja en esta época de la informática. La educación manipulada no garantiza la capacidad de análisis ni la realización personal del educando.
El trabajo es el medio que nos permite evolucionar, en efecto, convierte en mito la creencia de que el trabajo tiende a desaparecer a consecuencia de la ficción convertida en realidad, nunca se desvanecerá, solamente se modifican las técnicas para ejecutarlo. No importa cual complicada la vida parezca, siempre las cosas que nos hacen felices, serán simples, tan simples que las creemos complicadas. Por ejemplo, para los que elementalmente conocemos cómo funciona una computadora podemos concluir que no hay nada más simple, si se presta atención al sistema digital representado por un uno (1) o por un cero (0). El dilema es que mucha gente en realidad no puede distinguir el sistema decimal del digital, y hay una razón: durante mucho tiempo lo científicos tampoco lo entendían. Nuestro subconsciente se resiste a lo nuevo por encima del razonamiento.
A pesar de los avances en la sociedad, aún persisten los mitos y los absurdos. Suponga que usted decide ir a caminar temprano al parque más cercano a su casa y se encuentra con otros comunitarios haciendo lo mismo pero nota que hay gente con la cara dura, amargada, sin sonrisa ni saludos.
Y usted se preguntará a que salió esta gente, ¿supuestamente a relajarse? Caminar o ejercitarse es una actividad que tiene como propósito captar la energía que está en la naturaleza, el oxigeno, la luz solar, el frescor de la brisa. Pero la energía positiva debe recibirse y liberarse, o sea darla o manifestarla. Está demostrado el beneficio que aporta reír, saludar, asociarse con los demás. Es que el stress asociado a otros factores puede resultar crónico o agudo y puede provocar ataques cerebrales o ataque al miocardio.
Con frecuencia referimos a nuestros ancestros y terminamos admirando su sapiencia. Inclusive, cuando nos cercioramos de nuevos descubrimientos concluimos que no se trata de una novedad sino de una reafirmación, los abuelos no solo se antecedieron sino que los habían hecho parte de su rutina de vida.
Para solo citar dos casos, la Agencia de Normas Alimentarias del Reino Unido ha sugerido no lavar el pollo para evitar que se disemine una bacteria peligrosa para la salud conocida como Campylobater. Nadie parece estar convencido y le resulta falta de higiene cocinar un pollo sin lavar.[1] Pero recordemos el tiempo cuando el pollo, luego de matarlo, se colocaba en un recipiente de agua hirviendo, lo que no solo facilitaba arrancar las plumas sino eliminar bacterias peligrosas.
Ha sido publicado en las redes sociales que es beneficioso para la salud no tender la cama al levantarse, ya que bajo la sábana dejamos una gran cantidad de piel muerta o àcaros causantes de asma y alergias en los seres humanos; exponen que termina siendo muy perjudicial para la salud de la familia.[2] Recordemos que no hace tanto tiempo que en nuestras casas, iluminadas por el sol que entraba por las rendijas, era común sacudir la cama antes de tender las sabanas o antes de acostarse a dormir. Pues con ello se lograba echar estos desperdicios del lecho de los sueños o de la intimidad.
Al complicar la vida solo hemos logrado hacerla más cara y arriesgada. Los elementos componentes de lo que somos, reaccionan por factores químicos y procesos naturales que podemos comprender utilizando fórmulas o algoritmos para hacer práctica la sobrevivencia. Hace un tiempo la gente iba al río a bañarse en la corriente diáfana en la que burbujeaban pecesitos de colores. Y si no había jabón (cuaba) se usaban algunas hojas de los arbustos de la rivera.
Al término de las ultimas cinco décadas ríos, lagunas y mares han sido contaminados y el agua potable nos cuesta una porción del ingreso. En las grandes ciudades el aire es apenas respirable, provoca enfermedades respiratoria debido a la contaminación tóxica del medio ambiente. Estamos compelidos cambiar la interacción con la naturaleza y entre nosotros mismos para retomar la simplicidad de la vida, tan simple como sembrar un árbol o limpiar de material plástico las fuentes acuíferas.
Si actuamos como nuestros ancestros y establecemos maneras positivas de vivir, el cerebro se encargaría de las ejecutorias y lo haría mucho mejor que una tableta inteligente, además, casi sin darnos cuenta.
Por Eramis Cruz.-
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