New York- Más de 300 mil muertes de repente o inesperada ocurren cada año en Estados unidos y a nivel mundial más de 5 millones de personas sucumben a este fenómeno. Por definición la persona estaba asintomática una hora antes de desarrollar el episodio, casi siempre una arritmia cardiaca que le ocasiono la muerte.
En el 50% de los casos la muerte súbita fue el primer signo que apareció en alguien que hasta ese momento se consideraba sano. Las consecuencias son devastadoras desde el punto de vista familiar y social para los que forman parte del entorno de la víctima.
Es fácil de entender por qué y por muchos años se han tratado de establecer indicadores que nos ayuden a definir, identificar los grupos poblacionales más susceptibles a morir de repente sobre todo si la futura víctima no presenta síntomas y por tanto no sospecha estar a riesgo de morir repentinamente. Los criterios que tradicionalmente hemos utilizados están lejos de ser perfectos y solo nos ayudan sin a proteger parte de esta población a riesgo.
Entendiendo que la causa más frecuente de muerte de repente es arritmia cardiaca (fibrilación o taquicardia ventricular, paro cardiaco o asistole) se han examinado las enfermedades cardiacas que se asocian más frecuentemente con estas disrritmias para entonces tratar de desarrollar técnicas diagnósticas que nos ayuden a predecir quien está a riesgo de morir de súbito.
Los elementos más importantes para este modelo de predicción son el bombeo del músculo cardiaco o fracción de eyección, enfermedad estructural del corazón como dilatación o agrandamiento, historia de sincope o arritmias complejas en el individuo, unida a la edad del paciente, historia de muerte de repente en un familiar cercano y la presencia de problemas coronarios como angina de pecho, infarto previo o revascularización coronaria anterior e historia de syncope.
Al presente contamos con la inserción o implantación del desfibrilador intracardiaco que debe de usarse en todo paciente que tenga un corazón grande y un bombeo del musculo miocárdico de menos de 35% y con síntomas de corazón débil.
Hasta en un 65% de los casos podemos prevenir la muerte de repente por arritmias cardiacas sobre todo si el daño al músculo cardiaco fue producido por enfermedad coronaria (cardiomiopatía isquemia). Si el paciente tiene un corazón normal estructuralmente pero tiene historia familiar de muerte súbita con o sin otros hallazgos electrocardiográficos, estudios electrofisiológicos más profundos son recomendados.
Grabadores de eventos que se colocan por varias semanas y hasta por más de 1 año a veces nos ayudan a detectar arritmias no percibidas por el paciente o no detectadas en un simple electrocardiograma. Como pueden ver nos falta mucho por aprender y derrotar a esta causa de muerte tan común como inesperada. Imagínense que se cree que hay más de 7 mil desordenes genéticos que inducen arritmias malignas y solo algunos de estos genes han sido identificados hasta ahora.
Nuestro deber es tratar de identificar lo que creemos más susceptibles y tratarlos con desfibriladores intracardiacos si el caso así lo requiere.
Por Dr. Eliscer Guzmán
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