Columna de Opinión
Asi Pienso
Olga Capellán
En los últimos tiempos en diversos lugares de la
República Dominicana se vienen llevando a cabo numerosos linchamientos a
supuestos delincuentes comunes, pero estos ya se han convertido en una práctica
que puede alterar la situación a nivel nacional, ya que más que casos de
seguridad y justicia personal, se trata de un asunto moral.
En todos estos casos las autoridades dominicanas deben
prestar gran atención, pues en ningún país del mundo nadie puede tomar justicia
por su propia mano, pero los linchamientos ya forman parte del diario vivir
entre los ciudadanos de este país, sin que se tomen medidas preventivas.
Es cierto que la población ya está cansada de ver como
la delincuencia cunde a todos los sectores del país haciendo de las suyas, más
sin embargo y a pesar de que existe un cuerpo del orden público, la
criminalidad se acrecienta cada día a
pasos galopantes, debido a la inactividad de la justicia que hace de este
flagelo una Ley de sálvense quien pueda.
Aunque la sociedad nacional ya no cree en la justicia
y mucho menos en los agentes del orden público, pues ya se hace rutina y en
muchos de los casos son los propios agentes policiales quienes también fungen
como delincuentes para practicar: robos, violaciones, crimines y otros delitos
fuera de leyes.
Es indignante ver como delincuentes comunes llevan el
desasosiego a la sociedad nacional y a pesar de las duras acciones policiales,
estos actúan de manera, como si fuera lo normal, y ya hasta perdieron el miedo
.
No es menos cierto que la policía no puede estar en
todo los lugares para proteger al ciudadano, es de ahí como se han venido formando las turbas vecinales que toman
justicia por sus propias cuentas, donde por un robo común, un ser humano puede
perder su vida, ya sea como asaltante o como
asaltado.
Pero hay que tener cuidado, porque dentro de los
linchamientos se pueden esconder acciones personales mal intencionadas de
cualquier ciudadano, quien por algo que no sea de su agrado puede hacer
aparentar que un simple transeúnte sea calificado como un ladrón (por ejemplo) y al este gritar como tal, sea
linchado por una turba vecinal, el que además de perder su vida, morirá
injustamente, y de ciudadano común pasará a difunto desacreditado.
Las autoridades del país deben prestar mayor atención
a estos hechos, ya que en los últimos tiempos se han convertido en una
práctica, y están en la obligación de educar a los ciudadanos, en el sentido
que los linchamientos son crímenes y que deben ser castigados por las leyes
existentes en el código penal dominicano.
Ningún ser humano tiene derecho a sesgarle la vida a
otra persona, por más razones que tenga, ya que todo aquel que comete un delito
debe ser sometido por ante los tribunales del país para que pague por sus
hechos.
Los cierto es que en la República Dominicana ya nadie
cree en la justicia porque ya esta no existe o está vendida, las pruebas más
contundentes son los últimos casos dado a conocer a la luz pública en el pasado
reciente, donde los jueces se compran con dinero mal habido o reciben órdenes
de sus superiores para que liberen a predilectos delincuentes.
Por último, tanto en uno como en los demás casos;
señor presidente: la última palabra es suya.
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