Apoyo a Maduro
En el campamento anti-imperialista, que tuvo lugar en Frassanito, Apulia, como contra-cumbre paralela al G7, movimientos, partidos, organizaciones territoriales e internacionales recibieron con gran emoción el saludo de la embajadora de Venezuela en Italia, María Elena Uzzo. La voz de la Venezuela bolivariana resonó así junto a la de Palestina, Cuba y Nicaragua, para indicar un nuevo camino, tras las grandes revoluciones del siglo XX.
Contra el G7, el G-Mundo, se ha dicho. Un mundo sin explotación del trabajo, sin opresión a las mujeres y a la diversidad. Un mundo sin muros ni barreras. Un mundo de paz con justicia social, que sólo se puede lograr en la lucha por el socialismo, como está sucediendo en Venezuela.
En el aquí y ahora de un país capitalista como Italia y de una Europa de banqueros y del complejo militar-industrial, para las fuerzas alternativas la premisa es construir un bloque social anti-capitalista, anti-imperialista y anti-patriarcal, que ponga en el centro los valores y contenidos de una nueva humanidad.
Dijeron los participantes del campamento, la lucha por los “derechos humanos” indica el camino, concreto y simbólico, para comenzar de nuevo: uniendo la resistencia en la lucha, utilizando la memoria histórica de las clases populares, la memoria histórica de la lucha anti-imperialista y anti-neocolonial, la memoria histórica de las revoluciones, como plataforma para relanzar el futuro. Y así acompañar a las jóvenes generaciones hacia un nuevo vuelo.
Con lucha y sacrificio colectivo, se pueden hacer estallar los planes del sistema dominante: demostrando, incluso en este contexto, que “el imperialismo es un tigre de papel”.
El capitalismo en crisis estructural intenta resolver sus contradicciones que deben pagar las clases populares. La contrapartida es situarse en el campo que está diseñando un nuevo orden multipolar, sobre todo gracias a la dirección concreta mostrada por las democracias populares, post-neoliberales y socialistas que, en el camino de las revoluciones del siglo XX caracterizan el socialismo del siglo XXI en América Latina.
Para los participantes en el campamento, América Latina nos invita a interrogarnos sobre los costos a asumir si se logra, como en Venezuela, llegar a un cambio a favor de los sectores populares.
De la rica, franca y fraternal discusión que tuvo lugar durante el campo anti-imperialista, surgió la necesidad de continuar con una agenda de lucha común contra los objetivos del G7, contra quienes lo apoyan, contra la políticas antipopulares y represivas de los gobiernos.
Por ello, la asamblea decidió apoyar firmemente la existencia y resistencia de aquellos países en los que las clases populares deciden su propio destino, los países que hacen referencia al Socialismo del siglo XXI.
Porque –se ha dicho– demuestran concretamente que existe una alternativa al capitalismo, practicable ahora mismo. Por eso, el imperialismo trata por todos los medios de imponer las recetas de siempre.
Por lo tanto, se propuso apoyar el derecho del pueblo venezolano a elegir a sus representantes, sin injerencias en las elecciones del 28 de julio, desenmascarando la campaña de mentiras difundida por los medios de guerra.
Además, se propuso intensificar la campaña contra el bloqueo a Cuba y contra las medidas coercitivas unilaterales.
Luego, unos jóvenes pintaron sobre un lienzo blanco una enorme escritura roja que decía: “28 de julio, Nicolás Maduro presidente”. Y la pancarta fue llevada en la marcha contra el G7 que tuvo lugar al final del campamento.
Fuente Resumen Latinoamericano
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