Campamento Tierra Libre en Brasilia
Movidos por el lema «Nuestro Marco es Ancestral: ¡Siempre Estuvimos Aquí!», miles de indígenas marcharon por la Explanada de los Ministerios en defensa de los territorios y derechos de los pueblos originarios de Brasil. ‘Nuestro punto de referencia es ancestral, siempre hemos estado aquí’, dicen contra el punto de referencia temporal; Lula recibió a los líderes en el Planalto.
«Son 524 años de resistencia, de lucha de los pueblos indígenas, y estar aquí es un momento muy simbólico para poder hablar de las luchas de los territorios, de las reivindicaciones que tenemos. La minería mata, la falta de visibilidad de los pueblos indígenas también mata. Estar aquí representando a varios pueblos de Brasil es un acto fuerte de decir que estamos vivos. Seguimos luchando contra las grandes empresas y decimos no al marco temporal y sí a la vida de los pueblos indígenas», declaró DF Wakrewa Krenak, indígena de Minas Gerais.
Es la quinta vez que Wakrewa participa en el Campamento Tierra Libre (ATL), esta vez acompañada por su hija de tres años. «No hay como ser activista de los pueblos indígenas, ser indígena es nacer en la lucha desde pequeño», añadió.
Con gritos de «¡Demarcación ya!», los participantes exigieron más estructura y presupuesto para el Ministerio de Pueblos Indígenas (MPI) y mayor compromiso de otras carteras, especialmente del Ministerio de Justicia y Seguridad Pública (MJSP), con los derechos indígenas.
Además de representantes de más de 200 pueblos indígenas de todos los biomas del país, otras organizaciones que también luchan por la tierra y el territorio se unieron a la marcha en Brasilia: el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), la Coordinadora Nacional de Articulación Quilombo (Conaq) y el Consejo Nacional de Poblaciones Extractivistas (CNS).
«La lucha por la tierra no es sólo de los pueblos indígenas», afirmó Dinamam Tuxá, coordinador ejecutivo de la Articulación de Pueblos Indígenas de Brasil (Apib). «Lo que estamos pidiendo es el derecho al acceso a la tierra y al territorio, no sólo para los pueblos indígenas, sino también para otros segmentos de la población que participan en esta lucha. Esta marcha marca un momento histórico en esta unión de fuerzas que luchan por la vida, que son todos los movimientos sociales que están luchando y militando a favor de la vida.»
Los participantes marcharon desde el Complejo Cultural Funarte, donde se celebra la 20ª edición de la ATL, hacia la Plaza de los Tres Poderes. Se esperaba que el presidente Luiz Inácio Lula da Silva (PT) bajara por la rampa para saludar a los indígenas, pero no fue así.
Una delegación de 35 líderes indígenas fue recibida por el jefe del Ejecutivo tras la marcha. El objetivo era presentar la carta reivindicativa del movimiento con 25 demandas dirigidas al gobierno, entre ellas la agilización de la demarcación de las tierras indígenas. A la reunión asistieron también el titular de la Secretaría General de la Presidencia de la República, Márcio Macêdo, la presidenta de la Fundación Nacional de los Pueblos Indígenas de Brasil (FUNAI), Joenia Wapichana, y la ministra de Pueblos Indígenas, Sônia Guajajara.
«Es muy importante para nosotras estar aquí de nuevo, unidos, todos los pueblos de Brasil», celebró Nimon Oroeu, coordinador adjunto de la Organización de Pueblos Indígenas de Rondônia y Nordeste de Mato Grosso (Opriona), que participa por tercera vez en el ATL.
«No puedo decir que mi misión esté cumplida, porque la lucha continúa. La lucha no se detiene. Nuestras principales reivindicaciones son que estos gobiernos, estos diputados que intentan violar nuestros derechos, nos respeten, porque somos el verdadero pueblo brasileño. De hecho, Brasil no fue descubierto, Brasil fue invadido», defendieron los indígenas Uru-Eu-Wau-Wau de Rondônia.
Las mujeres indígenas sufren las consecuencias de la minería ilegal
Para Raquel Tupinambá, coordinadora del Consejo Indígena del Pueblo Tupinambá del Bajo Tapajós (Citup), la sensación de participar por quinta vez en el ATL es de lucha y agilidad en la defensa de los derechos, pero también de angustia. Según ella, la emergencia climática ha ejercido una gran presión sobre los territorios indígenas, los bosques y los ríos.
«El gobierno y la sociedad en general todavía no entienden la importancia de preservar la vida. Por eso estamos muy angustiadas, porque sabemos que seremos los primeras personas afectadas. Como ya lo estamos siendo», se lamenta.
El territorio en el que vive, en el Bajo Tapajós amazónico, sufre los efectos de la minería y se ve amenazado por la construcción del Ferrogrão, un megaproyecto ferroviario agroindustrial de casi mil kilómetros de longitud, que pretende unir Sinop, en Mato Grosso, con Miritituba, en Pará, pasando por Itaituba (PA).
El ferrocarril atravesará al menos seis tierras indígenas, donde viven aproximadamente 2600 personas, así como 17 unidades de conservación. En la ruta del área deforestada se encuentran también tres pueblos indígenas aislados, que no tienen contacto con personas no indígenas. «Un proyecto de muerte», dijo Raquel.
La coordinadora de Citup también destacó que las mujeres indígenas sufren varios impactos de la minería ilegal. Uno de ellos afecta a uno de los periodos más sensibles, la lactancia, a través de la contaminación de la leche materna. «¿Te imaginas, como madre, saber que en vez de estar sana, le estás dando veneno a tu hijo?», se preguntó.
La violencia y la explotación sexual también persiguen a las mujeres indígenas de las zonas mineras. Las madres suelen perder a sus hijos por la «vida minera» y por las enfermedades que traen los mineros.
«Las mujeres sufren de muchas maneras cuando se trata de la minería. Además, por supuesto, de que la tierra, el suelo, el río, el bosque, nuestros cuerpos son destruidos y devastados por la minería», añadió Raquel Tupinambá.
Fuente Brasil de Fato
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