Lamine Yamal, la estrella adolescente que se adueñó del Clásico de la Supercopa
Lamine Yamal, aplaudido cada vez que tocaba el balón, también dictó sentencia en el campo con su gol y sus regates
El Barcelona de Hansi Flick atropella al Real Madrid en la final de la Supercopa de España y levanta el primer título de 2025. Mbappé adelantó a los de Ancelotti, pero un Barça coral ofreció una exhibición para anotar cinco goles y sentenciar el Clásico en Arabia Saudí.

Los jugadores del Barcelona celebra un gol ante el Real Madrid
El Barcelona se coronó en el estadio King Abdullah Sport City como campeón de la Supercopa de España y lo hizo destrozando al Real Madrid (2-5) en una primera parte colosal, en la que los de Hansi Flick remontaron el tanto inicial de Kylian Mbappé y fueron capaces de meter una manita a los de Ancelotti.
Fueron 54 minutos, Gil Manzano añadió nueve minutos en el primer acto, en el que el Barça apabulló a un Real Madrid que sufrió un naufragio incluso mayor que el del pasado mes de octubre en el Santiago Bernabéu. Esta vez el equipo de Ancelotti logró adelantarse en el marcador, justo después de que Courtois salvara el primer gol de los de Flick. Mbappé cruzó el campo como un rayo, rompió a Balde, ingresó en el área y cruzo ante Szczesny. Ahí se acabó el Madrid.
Nadie sabe cuál era el plan de Ancelotti porque los de Flick protagonizaron un monólogo hasta el descanso. Lamine Yamal alumbró Arabia Saudí con una maravilla a la altura de los elegidos y abrió media hora de puro orgasmo futbolístico culé. La joya culé se vistió de mago para anotar un tanto simplemente brutal: se llevó a todos los defensores, dejó retratado a Tchouaméni y definió con un remate delicado, una caricia al balón que rindió a Courtois.
Al festival culé ayudó un Camavinga que cometió un penalti tan innecesario como incomprensible ante Gavi. No desaprovechó el regaló Lewandowski y dio la vuelta al marcador desde los once metros.
Ni tres minutos tardó el equipo de Hansi Flick en anotar el tercero. Un envío teledirigido de Koundé lo cazó Raphinha, autor de un doblete y MVP de la final, para ponérsela al rincón a Thibaut Courtois. Pudo ser pero para los blancos si Gil Manzano hubiera sacado la segunda amarilla a Camavinga por un agarrón clarísimo a Lamine Yamal. El Real Madrid completó una primera parte horrible regalando una contra en un córner a favor. Baldé puso el cuarto con el tiempo ya cumplido y los de Ancelotti se fueron a vestuarios hundidos.
La segunda parte comenzó con un Madrid tratando de cuidar el balón y estuvo apunto de anotar el segundo con un disparo de Rodrygo que se estrelló de forma violenta contra la cruceta de Szczesny. Del posible gol del Madrid se pasó al quinto del Barcelona. Rapnhinha irrumpió por la izquierda y definió, tras un recorte magistral, con clase ante Courtois.
La noche pintaba a goleada histórica para el Barcelona, pero un pase en largo a Mbappé acabó en una justa expulsión de Szczesny. Rodrygo convirtió de falta directa con Iñaki Peña ya bajo los palos.
Quedaba más de media hora por delante y el Real Madrid tenía un jugador más, pero los de Ancelotti se atascaron de forma incomprensible cuando los aficionados blancos presentes en Jeddah rugían soñando con la épica. El Barcelona se rearmó con la entrada de Dani Olmo y los de Hansi Flick supieron gestionar más de media hora en inferioridad para coronarse como campeones de la Supercopa de España.
«Messi, Messi», cantaban los aficionados del Barcelona en Arabia Saudí, mostrando camisetas del mítico «10». Lo que hizo el argentino, todavía en activo en Estados Unidos, con el equipo azulgrana va más allá de los títulos, pero en el Camp Nou han encontrado un futbolista que levanta una expectación similar. Claro que hay que tener cuidado con los 17 años de Lamine Yamal, pero él se encarga en el césped de demostrar que la edad es sólo un número. Escenarios como una final y además contra el Real Madrid pueden asustar a cualquiera, pero con él parece que tiene el efecto contrario y le motivan.
El primer aviso de Lamine
No tardó en hacer suyo el Clásico el «19», casi desde la primera jugada, cuando en los segundos iniciales agarró la pelota y buscó el disparo desde lejos, obligando a Courtois a hacer la primera parada de la noche. El Real Madrid es un rival difícil por lo que es como club y porque en el lateral izquierda está Mendy, uno de los mejores defensores en el uno contra uno, por mucho que no lleve un buen año y que a veces se enrede un poco con la pelota. En el Clásico de Liga, Lamine se coronó con un buen gol, pero apenas consiguió desbordar al francés. En el de la Supercopa lo logró todo. Ancelotti liberó a Vinicius de tener que defender, y era Camavinga el que tenía que ayudar. Se dieron una paliza los dos interiores del Real Madrid, tanto el galo como Valverde, en las ayudas, pero no pudieron frenar al atacante del Barcelona.
La facilidad con la que controla y se mueve y el juego de cintura para regatear con el cuerpo antes de tocar la pelota, le hacen un futbolista temible en cualquier circunstancia, con poco terreno y con espacios. Corrió a por el balón de Lewandowski y se marchó de Tchouameni con ventaja, pero donde otras veces se nubla, esta vez acertó, tirando flojito, cruzado, una caricia, imposible incluso para Courtois.
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Las comparaciones siempre son odiosas, y con Messi no hay mucho que ganar, pero cada pelota que tocaba Lamine era celebrada desde la grada con entusiasmo. Tiene más tirón el Real Madrid en Arabia Saudí, pero los controles, regates y quiebros de la estrella adolescente barcelonista eran respondidos con un sonoro «oh». Lamine participó también en el cuarto gol azulgrana, lanzando el contragolpe al que dio continuidad Raphinha y que culminó Balde justo antes del descanso.Play Video
En la segunda parte el Real Madrid tenía que apostar por el riesgo de ir arriba en busca de la remontada (perdía 1-4), y los espacios eran autopistas para el extremo, que forzó la amarilla de Rudiger y que estaba convirtiéndose en una pesadilla para la defensa blanca. Pero la expulsión de Szczesny acabó con su diversión. El portero midió mal al salir a tapar a Mbappé, el jugador más peligroso del Real Madrid, y lo derribó. Vio la roja, que no tenía discusión, después de que Gil Manzano revisara la acción en el VAR, y Flick movió el banquillo. Quitó a Gavi para que Dani Olmo estrenara su nueva ficha después de la decisión del CSD y entre los atacantes que tenía eligió a Lamine para que entrara el portero Iñaki Peña. El entrenador alemán esperó a su futbolista con los brazos abiertos y tuvo unas palabras con él justo después de ser sustituido para darle la enhorabuena y explicárselo.
Fuente: La Razón
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