Sin dudas alguna que la vicepresidente de la república Margarita Cedeño de Fernández, es una de las mujeres más activas de la última década en la política dominicana, no solo por su investidura que ostenta actualmente, sino también por el tiempo que se desempeñó como primera dama del país al ser la señora esposa del ex presidente, Dr. Leonel Fernández y Reyna, donde jugó un papel preponderante al lado de su pareja.
Pero esa profesional, la inquieta segunda representante del gobierno dominicano, tiene un grave problema, y se trata de tener que bailar en todas las fiestas o comer en todos los platos de sopa, sin darse cuenta que el presidente de la nación lo es el Lic. Danilo Medina Sánchez.
Pero es que la ex primera dama y actual vicepresidente de la república siente ansias de protagonismo y no se detiene en ningún momento ni se cohíbe al instante de emitir un juicio de valor sobre cualquier tema, aunque el mismo sea perjudicial al gobierno o al propio país.
Aunque no es la primera vez que la distinguida dama en su comentario sobresale por encima del presidente Danilo Medina, aunque en los últimos meses la veíamos un poco callada, donde tuvimos la sensación de que ella se había corregido, pero no, y es que sus inquietudes siempre las da a conocer, aunque sea el momento más inoportuno.
Y es que existen dos dificultades. Primero: Doña Margarita tiene problemas de indiscreción, segundo: ella desconoce el nivel de su investidura como vicepresidente de la nación.
Pero cualquiera de las dos que sean, debe guardar las apariencias, para así no perjudicar el gobierno de Danilo Medina, que con tanto ahincó ha podido construir a favor de su pueblo y para salvaguardar las buenas relaciones bilaterales con los países del mundo.
Debemos significar que la República Dominicana es un país soberano al igual que Los Estados Unidos y que de la misma manera que los americanos no deben injerir en la política interna de nuestra nación, la acción debe ser viceversa.
En Estados Unidos de Norteamérica la Constitución prohíbe la participación de extranjeros que vivan fuera de su territorio aportar recursos económicos, así como la injerencia en los procesos electorales, no así una opinión de cualquier ciudadano común, pero jamás podrá inmiscuirse una de las principales figuras de ningún gobierno por más estrechas relaciones que estos guarden, en este caso como lo ha hecho la Dra. Cedeño de Fernández, ni siquiera a título personal, porque ella no es una ciudadana común.
Es de entendimiento que si el gobierno dominicano no acepta opiniones encontradas contra su accionar, como fue el caso más reciente del rechazo a las declaraciones del embajador estadounidense W. Brawster por respeto a la soberanía, es lo más natural que también el gobierno dominicano respete las soberanías de nuestras naciones amigas, solo se admiten sugerencias que vayan en beneficio global a favor de determinados sectores, sin injerir en los asuntos internos del país como fue el caso.
La vicepresidente Cedeño debe admitir sus errores y tratar de no protagonizar opiniones encontradas adversas a los intereses de otras naciones, ya que el presidente Danilo Medina no lo ha hecho, ni tampoco ha fijado posición en cuanto a las elecciones de los Estados Unidos, ni lo hará; porque eso es competencia única y exclusivamente de los 616.5 MM de habitantes que posee.
En consecuencia queda una pregunta abierta: que pasaría con las relaciones bilaterales en Estados Unidos y la República Dominicana en caso que el candidato republicano ganase las elecciones en ese país, en vez de la candidata demócrata?
República Dominicana no se puede dar el lujo de perder un aliado estratégico de la categoría de los Estados Unidos, porque una de las figuras principales del gobierno sienta el deseo de demostrar sus actitudes y elocuencia a favor de tal o cual candidato a presentarse en las próximas elecciones venidera ni de otras.
No le quitamos sus méritos, pero la Dra. Cedeño de Fernández, debería hacer lo que decía mi madre, usted no tiene vela en ese entierro y si no tiene nada importante que decir, mejor se calla, ya que usted va de desaciertos en desaciertos.
Por Bernardo Cervantes Ariza
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