EDITORIAL
El ambiente político momentáneamente se siente un poco caldeado en la República Dominicana, el dime y direte de diversos sectores de la sociedad está haciendo un gran daño, al Estado y al gobierno mismo.
¿Por qué al Estado y al gobierno? Si muchas personas creen que estas dos terminologías significan lo mismo, pero no, el Estado es todo el Estamento gubernamental y el gobierno está compuesto por aquellos que dentro del Estado ganaron políticamente hablando, para ocupar las primeras posiciones gubernamentales, incluyendo al jefe del gobierno llamado presidente de la república.
En la República Dominicana, el jefe del gobierno por lo regular llega a esa posición sustentado al menos en una organización política que adquiera la mayoría de votos emitidos en las urnas electorales, a los que pueden sumarse numerosos partidos más, aliados en coaliciones partidistas.
No vemos donde está el problema, si bien es cierto que unas elecciones no se ganan solo con los votos de los dirigentes y militantes de dicho partido, pero en países como República Dominicana el partido que gana las elecciones, es quien tiene derecho a formar el gabinete gubernamental, por lo tanto tiene prioridad su militancia para ostentar los principales puestos del Estado, siempre y cuando estos estén en plena capacidad para ejercerlos, de lo contrario los demás ciudadanos, llámese Sociedad Civil, o como se llamen deben respetar el derecho a optar por los que les corresponde a cada uno de sus miembros, en recompensa al trabajo político realizado.
No hay razones para discusiones, mucho menos para desafuero político, porque si fuese en un país como Alemania, el partido ganador es quien decide sobre las principales posiciones que siempre recaerán en los dirigentes y militantes del ganador, en tanto en las posiciones de menor relevancia podrán optar todos los ciudadanos porque es un derecho que le asiste, pero por favor: dar a Dios lo que es de Dios, y al César lo que le corresponde.
