- Por JOHHNY SANCHEZ
Para cambiar, en RD necesitamos erradicar el capitalismo de amigos, que lo único que ha hecho es favorecer la injusta distribución de la riqueza entre no pocos políticos, militares y otros oportunistas empresarios.
Creo que al Presidente Luis Abinader le faltó decir eso en su elocuente mensaje durante la convención del PRM y luego al dirigirse a la nación el domingo en la noche. El tiene un compromiso con la transparencia, pero necesitamos más cambios.
Mientras el impuesto a los pobres y la inflación crece interanualmente, se aceleran sus efectos y consecuencias directas como el hambre, la intemperie, la exclusión y el delito. El Gobierno predica la necesidad de inyectar más dinero a una masa monetaria creciendo y por eso muchos pesos corren detrás de pocos productos y no es buena señal.
Por otro lado, la oposición dice: “Necesitamos acciones desde la política fiscal y tributaria para que haya mayor progresividad, para que los gobiernos cuenten con mayor capacidad para hacer las políticas económicas, para la reducción de la desigualdad y lograr que no pase lo que viene pasando en el mundo, que los ricos se han hecho más ricos y los pobres se han hecho más pobres”. Eso dijo un político del PLD, el senador Iván Lorenzo, de la provincia Elías Piña.
Así como el senador plantea, la RD debería actuar con celeridad para preservarse de los males de Occidente y lograr que no pase aquí lo que iene ocurriendo en el mundo. Según él, «los ricos se han hecho más ricos y los pobres se han hecho más pobres”.
¿De dónde habrá sacado el senador ese simple diagnóstico de lo que pasa en la RD? ¿Será por los fideicomisos?
Abinader le respondió: “PLD y opositores están descalificados para dar consejos”
Casi todos los analistas concuerdan en que la RD es un caso sui generis de intentos de cambios por distintas causas, pero nunca por seguir el camino de los países capitalistas exitosos, donde los frutos del crecimiento habrían sido mal distribuidos, según senador creando una brecha desigual entre ricos y pobres. No dijo que aquí lo que prima es el compadreo, amiguismo y componendas.
Aquel modelo de capitalismo de amigos, aplicado durante 80 años, favoreció la “injusta distribución de la riqueza” en nuestro país, como fruto de la colusión entre políticos, militares y empresarios que obtuvieron rentas del Estado creando “nuevos ricos” a costa de la desinversión y la bajísima productividad del esfuerzo colectivo.
Pregunto. ¿En 2022, estaremos viviendo prosperidad y crecimiento, o una larga crisis con precios que espantan los bolsillos?
Muchos me dicen que inflación, pobreza, presión fiscal desorbitada, desempleo y endeudamiento, vienen en 2022 y 2023 y son indicadores de un problema estructural que el Gobierno insiste en soslayar y diferir para no malquistarse con sus bases y mantener a todos con esperanza de mejorías. Por eso el discurso domingo presidencial fue emotivo e inspirador, pero la coyuntura no dependerá sólo de buenos deseos.
Los últimos estertores permitieron formar la ola más reciente de ricos nacionales y populares que construyeron imperios aquí con bancas de lotería, el peaje al tráfico de drogas al exterior, los sobreprecios en las obras públicas y la utilización discrecional de subsidios. ¿Quieren prueba?
La claque del PLD asustada lo demuestra.
El problema de la RD no es la brecha entre ricos y pobres. No es la concentración de la riqueza por exceso de prosperidad, sino la expansión de la pobreza por crecimiento de la inflación y la malversación al Estado en beneficio de amigos del poder.
Durante el siglo 19 surgieron las familias más ricas vinculadas a la expansión de las importaciones y venta agropecuaria. De Trujillo en adelante, los “nuevos ricos” derivados de la autarquía, el crédito dirigido y las contrataciones torcidas, crecieron mucho.
Con la crisis de Baninter 2003, comenzó la gran pauperización, mientras, en paralelo, prosperó la nueva casta de ricos: los “ladrones” que esquilmaron al Estado y que ahora procuran absolución judicial y reconocimiento social.
Para poner a la RD de pie, no sirve conjugar gerundios constantemente, como «estamos avanzando, estamos estudiando, estamos analizando, estamos negociando son expresiones que suenan a “sarasa”. El gerundio es el modo verbal de la continua esperanza.
Quienes tienen ahorros, iniciativas y ganas de trabajar necesitan oír mensajes que expresen convicciones profundas estables y decisiones claras. De lo contrario, hacen sus valijas y se van al dólar, a la informalidad o al exterior. Un país no se construye con letreros, marchas, cortes de calles, gomas quemadas o pintadas. Ni con divagaciones obsoletas, desfasadas de la internacional socialista, la Hora de los Pueblos o los discursos de Puebla.
¿Seguiremos oyendo gerundios de políticos como única forma discursiva de conjugar la pobreza con mucha publicidad mediática, o tendremos obras y realizaciones que amparen progreso? Apuesto a un cambio de mentalidad transformadora, si nos unimos.